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Volver Autoengaño y realidad

Jaume Llopis, Profesor del IESE, Universidad de Navarra

Autoengaño y realidad

mié, 19 may 2010 10:28:39 +0000 Publicado en El Economista (Madrid)

Jean Paul Sartre afirmaba que las personas tenemos una gran capacidad de autoengañarnos. Decía: "Me miento a mí mismo. A mí ante todo. Es indispensable que yo sea mi primer engañado".

Y a fuerza de ser sinceros, ¿qué es totalmente cierto en nuestro reciente entorno político, social y empresarial? Aun cuando una mentira repetida mil veces sigue siendo mentira, el catálogo de falsedades que circulan en la práctica es extenso y muchas veces estas falacias se han convertido en axiomas aceptados universalmente.

Al inicio de la crisis, hace más de dos años, muchos políticos decían que ésta no existía y que, en todo caso, tendríamos una rápida recuperación. La burbuja inmobiliaria decían que no era tal y arrastraba a todos -constructores, empresarios y particulares- a endeudarse a tope a fin de construir y construir, cambiar a una casa mejor, comprar segundas residencias, con el alborozo de la banca otorgando hipotecas aun a sabiendas de que muchas iban destinadas a los ninjas (no income, no job, no assets), es decir, a colectivos que no disponían de medios para hacer frente a los pagos, y ahí nació la crisis de las subprime.

La compra de Porsches Cayenne llegó a su máximo esplendor, y alguno, como me comentaba el director de mi oficina bancaria, para no dejar de pagar las cuotas del vehículo, había sacado a sus hijos del colegio privado. Los constructores se enriquecían a pelotazos y sus imágenes aparecían en lujosos yates y cerca del poder político. Las escuelas de negocios formábamos monstruos que iban a trabajar con altísimos salarios a Wall Street o a la City.

Seguimos autoengañándonos pensando que la fusión de cajas es la panacea para su competitividad. Y está demostrado que juntando dos o más cajas no se llega a ninguna parte. Nos engañamos con las mal llamadas fusiones, ya que está demostrado que las sinergias esperadas no se producen y está probado que de las fusiones que ha habido en el mundo en los últimos diez años, al cabo de dos años de la operación, en el 70 por ciento de los casos, los resultados obtenidos son inferiores a cuando las empresas funcionaban por separado.

Está de actualidad la mal llamada fusión entre Iberia y British Airways. De hecho, es British la que absorbe a Iberia, por la simple razón de que tiene la mayoría del capital de la empresa resultante y los órganos reales de poder se trasladan a Londres. Y, en mi opinión, es un gran error eliminar las marcas y sustituirlas, según dicen, por una nueva enseña que se denominará con el poco atrayente y genérico nombre de International Airlines. Con lo fácil, seguro, más barato y más notorio que sería mantener British-Iberia.

En fin, que seguimos autoengañándonos, en lugar de volver a la realidad, a la economía real, a la del apoyo al emprendedor, a la del fomento a la creación de empresas pequeñas y medianas, a la formación de nuestros jóvenes y mandos intermedios en los oficios tradicionales, al fomento del trabajo bien hecho, a desterrar la especulación y el enriquecimiento a cualquier coste. Es de nuevo un autoengaño el proclamar que vamos a cambiar nuestro modelo productivo. La realidad de nuestro tejido industrial, ahora y siempre, son las pymes manufactureras, alimentarias, metalúrgicas, etc., que proliferan en Cataluña, Valencia, País Vasco, Andalucía, Galicia, etc., y la obligación de nuestros políticos y banqueros es facilitarles el crédito para seguir invirtiendo y exportando como la gran mayoría de ellas saben hacer muy bien.

Nuestra economía también está basada en gran medida en el turismo, el que tenemos, para bien o para mal, y que debemos potenciar a toda costa, así como sectores de actividad donde España tiene verdaderos líderes y especialistas, como la Sanidad.

Nos autoengañamos cuando para dar vidilla a un sector le damos subvenciones o promovemos y apoyamos reestructuraciones y ERE en sectores y empresas donde no tenemos ventajas competitivas, y que la experiencia de sectores como el textil, siderúrgico o astilleros ha demostrado que sin estrategias y productos competitivos no se tiene futuro, por muchas ayudas y reestructuraciones que hagamos.

El volver a la realidad y dejar de autoengañarnos es fundamental para seguir creando empleo. Que los bancos saquen ya, de una vez, todos los esqueletos que aún les quedan en los armarios y recobren la confianza entre ellos para que el dinero circule. Que los políticos vayan todos a una para superar la crisis, en lugar de pensar sólo en sus intereses partidistas. Que tomen las medidas necesarias aunque sean drásticas e impopulares, apoyadas por todos los partidos, patronales y sindicatos.

Dejémonos ya, de una vez, de autoengañarnos y de engañar a los ciudadanos.