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Gerardo Castillo Ceballos, Facultad de Educación y Psicología de la Universidad de Navarra

La autoridad y la obediencia no están de moda

          
dom, 15 sep 2019 11:02:00 +0000 Publicado en El Diario Montañés, Diario de Navarra, Las Provincias

Los profesores y psicólogos actuales dedican gran parte de su tiempo a prevenir y solucionar problemas de conducta de los educandos. Nunca hubo tantos casos de niños y adolescentes con desobediencia crónica, indisciplina, inadaptación a la escuela, rebeldía transgresiva y desafiante,en el hogar familiar y en las aulas. Nunca se publicaron tantos manuales sobre modificación de conducta. ¿Qué está pasando?

En mi opinión, la raíz principal de esa situación es una nueva crisis de autoridad ligada a otra crisis de obediencia. Estos dos valores no están de moda debido a que se suele confundir autoridad con autoritarismo, obediencia con sumisión y libertad con individualismo.

Para algunos, tanto la autoridad como la obediencia serían una limitación de la libertad, de la iniciativa y de la creatividad; para otros serían un sometimiento a la voluntad ajena, con pérdida de la propia personalidad. Las personas que obedecen serían sumisas: estarían sometidas, rendidas  y subyugadas por otras.

Los  prejuicios y la manipulación  contra la autoridad y la obediencia  han llevado a muchos padres de hoy  a rebajar la exigencia con sus hijos y a permitir conductas que antes no se toleraban. Ello contribuye a que el antivalor “desobediencia” se esté “vendiendo” como  una meritoria “rebeldía”.

Obedecer es aceptar, acatar y cumplir la voluntad de una autoridad legítima. La obediencia es una virtud humana que se adquiere con esfuerzo  perseverante. El problema no es la autoridad en sí misma, ya que en ese caso no sería posible educar; lo más preocupante es que algunos padres y profesores tengan complejo de ejercer la autoridad, optando por el permisivismo educativo. Los padres permisivos no establecen normas y límites de comportamiento, por lo que los hijos interpretan que todo vale. Además optan por no corregir “para que haya paz en la familia…”

Algunos publicistas saben que en la sociedad de hoy no se valora el esfuerzo, por lo que utilizan como “gancho” triunfar sin trabajar. Es el regreso de la picaresca.

Un ejemplo real: texto de un anuncio de una academia de idiomas: “Cada vez que te pones a estudiar no aprendes nada ¿verdad? Falla el método, no fallas tú. Nosotros hemos creado un sistema distinto y eficaz que te permitirá aprender inglés sin estudiar”.

Unas palabras de Eugenio D´Ors son de plena actualidad: “En  la educación y en el aprendizaje  es preciso evitar la superstición de lo espontáneo, que implica  repugnancia hacia los métodos fatigosos de aprender”. Frente a las consignas de aprender sin fatiga, los educadores debemos  proponer otros. Por ejemplo, “lo natural es esforzarse; lo que vale es lo que cuesta; la vida es problema, y la lucha es la condición principal del éxito.La mayor de las satisfacciones es el descanso  merecido (Enmanuel Kant)

Hoy es urgente explicar que la autoridad comprensiva que se ejerce no con fines de control  y dominio, sino de servicio, no sólo es compatible con la libertad, sino que la favorece. Esto se advierte ya en el significado etimológico del término “autoridad”. Como se sabe, proviene del latín “auctoritas”, que se deriva del verbo augere, que significa sostener, acrecentar, elevar las posibilidades de otro.

Lo más importante en el ejercicio de la autoridad no son las técnicas  y recursos, sino que el educador merezca credibilidad ante los educandos. Es la autoridad prestigio, adquirida por la forma de ser y de trabajar, y por la coherencia entre lo que se exige a otros y lo que se exige a uno mismo.

Existe un estilo de autoridad que establece normas y límites pero sin caer en el autoritarismo; es propio de los educadores que exigen con firmeza, pero de forma persuasiva y dialogante, dentro de una relación de confianza, respeto y mutua cooperación. La exigencia se transforma en estímulo de  la autoexigencia del educando, y con ella, del comportamiento autónomo. Es un estilo participativo y asertivo que fomenta la libertad responsable, la creatividad y el desarrollo de hábitos, tanto  de obediencia como de orden y autodisciplina. Además, es una condición necesaria para que el educando camine hacia la excelencia personal.

Para Carlos Llano, profesor de la UP de México, la excelencia no es una estado en el que uno se encuentra, sino una situación dinámica  de continua superación. No reside en cosas grandes, sino en muchas pequeñas que pertenecen al trabajo habitual. Consiste en el aumento continuo de la calidad de los propios actos. Para conseguir la excelencia cuentan los resultados, pero eso no es lo más importante, ya que a la excelencia sólo se llega  a través de la exigencia, tal como lo expresaba el adagio latino: “per aspera ad astra (el camino hacia las estrellas es arduo)”.