Raúl Bajo Buenestado, Profesor ayudante de Principios de Microeconomía, Universidad de Navarra
Una nueva cumbre"histórica"
Europa está en vilo. La crisis parece que no tiene visos de encontrar un final a corto plazo, especialmente en el seno de los denominados países periféricos, que siguen lastrando la armonía que se esperaba encontrar con la creación de la moneda única. Una moneda única cuyo devenir, según se ha podido leer estos días en los medios, ha sido el tema central de la cumbre de la Unión Europea celebrada en la ciudad de Bruselas; una nueva ocasión para que los principales políticos del viejo continente vuelvan tomarse todos juntos otra "foto histórica". Para aquellos menos interesados en el "postureo", la pregunta no puede ser otra: ¿qué se ha sacado de todo ello?
En primer lugar, bien es cierto que se ha tratado de profundizar en la anhelada idea de unión fiscal. Una armonización que, al menos para los próximos ejercicios, ha de basarse en la línea de austeridad indicada por los alemanes, y que pretende endurecer las sanciones para aquellos que incumplan unos criterios más estrictos. Un decisión que, pese a la rotundidad con la que parece haberse establecido, no deja de esconder sombras: ¿qué hace suponer que si antes no se imponían sanciones por incumplimiento (pese a que estaban contempladas), sí se hará ahora? ¿Serán países como Grecia, España o Portugal capaces de imponerse una disciplina a la alemana? ¿Cuál será el coste en recorte sociales que le supondrá a estos países? Ello, según parece, quedará en manos de los expertos del Banco Central Europeo.
Por otro lado, y también por dictamen, vuelve a obviarse el tema de los "eurobonos"; un instrumento que supondría evitar más sobresaltos con la prima de riesgo, que conseguiría armonizar la deuda de todos los países a un solo canal, pero que los alemanes siguen viendo con recelo por la pérdida de fortaleza que podrían sufrir si tienen que olvidarse de sus bonos del tesoro nacional, a riesgo cero.
Por último, no podemos permanecer ajenos al papel del Reino Unido; pese a las abundantes críticas recibidas, a mi juicio se trata de un verdadero ejercicio de responsabilidad al margen de todo "quedabienismo": efectivamente, si se está en el euro se está con todas las consecuencias; y si no se está, también con las todas sus consecuencias. Visto así: ¿qué necesidad tiene el Reino Unido de enfangarse en esta clase de líos surgidos a raíz de la moneda única, si no tiene moneda única? No olvidemos que con la misma responsabilidad, los políticos ingleses eran los primeros en cumplir los acuerdos firmados con la Unión Europea en materia económica, mientras que los muchos otros países andaban a trancas y barrancas.
Como vemos, al final la Unión Europea no deja de ser una suerte de club, en el que cada uno busca su propio interés, ya coincida o no con el común; creer en el europeísmo, en el sentimiento común, en la solidaridad entre los países o en los símbolos únicos es, según creo, dar un brindis al sol o creer en una pantomima que, dicho sea de paso, parece que se acerca cada día más un ideal que puede resultar atractivo en su forma, pero suyo contenido parece desmoronarse por momentos.