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Javier Tourón, Catedrático de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación, Universidad de Navarra

Igualdad y equidad en la educación

mié, 14 dic 2011 09:07:06 +0000 Publicado en El Economista

En los días pasados, los medios de comunicación se han hecho eco del informe PISA 2009, presentado por el Instituto de Evaluación.

Es muy positivo que medios y agentes sociales y educativos estén sensibilizados ante los resultados de evaluación del sistema educativo, pues ello ayudará a que unos y otros adquieran mayor conocimiento y se sensibilicen con los problemas y resultados de nuestra escuela.

Sería ideal que esto llevase a establecer un debate educativo serio -que no ideológico o partidista- sobre el futuro de nuestra educación, es decir, de España.

El informe de los resultados españoles,magníficamente presentado y accesible en formato electrónico en la web www.institutodeevaluacion.educacion.es ofrece cantidad de datos relevantes que no se pueden tratar en un corto espacio.

Por ello, me referiré sólo a algunos de ellos, que ahora me parecen de mayor interés y representan un mínimo acercamiento al estado de la cuestión.

Lo que mide PISA en cuanto a comprensión lectora es "la capacidad de los estudiantes para extrapolar lo que han aprendido y aplicar sus conocimientos a situaciones nuevas" (prólogo informe español).

Los estudios PISA no son curriculares, sino que evalúan lo que los alumnos son capaces de aplicar. Sus resultados tienen como destinatarios primarios el establecimiento de políticas educativas de más largo alcance.

Los resultados españoles de 2009 revelan tres problemas importantes. El primero es que el porcentaje de alumnos en los niveles inferiores de rendimiento es alarmante, pues en ellos se encuentran el 20% de los mismos (en Finlandia, por ejemplo, están el 8%).

Estos niveles no garantizan que los alumnos puedan seguir sus estudios o integrarse en la vida laboral sin ciertos problemas, como el propio informe señala.

Junto a esto, encontramos un 36% de alumnos repetidores de uno o dos años, lo que deprime los resultados del conjunto nacional seriamente.

Así, los alumnos que repiten dos años tienen unamedia de 371 puntos, y los que no lo hacen nunca de 518. Ello produce una media nacional de 481 puntos.

Éste es un grave problema que requiere un análisis profundo, pues implica que muchos alumnos no alcanzan los niveles mínimos de competencia y afectan negativamente en quienes quieren estudiar.

El segundo problema es el de los niveles superiores de rendimiento. Sólo el 3% de nuestros alumnos está en los niveles superiores (5 y 6),mientras que Finlandia tiene el 15%.

La incapacidad del sistema educativo español para promover el rendimiento de los más capaces es verdaderamente patente, cuando estos estudiantes deberían jugar un papel más destacado en el desarrollo científico, cultural y social de cualquier país.

Los países que no se empeñan en promover seriamente el talento de sus escolaresmás capaces tienen un futuro incierto y corren el riesgo de perder su capital más importante: el humano.

El tercer aspecto se refiere a la equidad. Dicho lo anterior, no se puede afirmar que el sistema educativo sea equitativo porque sus resultados sean muy homogéneos. La homogeneidad de resultados sólo sería deseable si éstos fueran muy altos, pero nunca si son medios, pues no se resuelve así el problema de los que no llegan y se agudiza enormemente el de los más capaces.

La equidad es un concepto moral que nada tiene que ver con la homogeneidad, más bien con dar a cada uno lo que precisa en función de sus condiciones personales.

Esto que tan bien se entiende en el deporte, se ignora sistemáticamente en el ámbito de la escuela, haciendo equivaler la igualdad de oportunidades a la igualdad de resultados.

Los sistemas educativos deben garantizar la igualdad ex ante o igualdad de oportunidades, lo que significará permitir el acceso a una educación adecuada para cada escolar. Adecuada a sus condiciones personales, a sus capacidades y talentos.

Pretender igualdad de resultados o ex post, es mutilar toda oportunidad a los más capaces de progresar conforme a sus condiciones personales, que es lo propio de una escuela igualitaria que agrupa al alumnado en función de su edad, no de su capacidad.

Eisner señaló que la buena escuela no ignora las diferencias individuales; las incrementa. Eleva la media y aumenta la varianza.

Nuestro sistema educativo tiene que despojarse de un cierto igualitarismo paralizante que le impedirá construir una escuela mejor.