Gerardo Castillo Ceballos, Facultad de Educación y Psicología
Manipulación del lenguaje
Educación y manipulación son procesos contrapuestos. La educación favorece la autonomía responsable de las personas; la manipulación, por el contrario, es una actividad controladora encubierta que hace a las personas más dependientes, más inseguras, menos libres y menos autocríticas. La educación libera, mientras que la manipulación amaestra y masifica.
Manipular a una persona significa manejarla como si fuera un objeto; es reducirla a mero objeto. Una forma de manipulación muy extendida en los dos últimos siglos es la del lenguaje.
El filólogo Víctor Klemperer (18811960) analizó la importancia que tuvo la politización de las palabras en la imposición del nazismo en la sociedad alemana. Presentó numerosos ejemplos que muestran cómo la elección de determinadas palabras o frases y su continua repetición, se convirtió en una de las principales técnicas de manipulación en esa época. Las ideas que el pueblo consideraba repulsivas se transformaron gradualmente en conceptos aceptables.
Para Alfonso López Quintás ese efecto ha crecido mucho últimamente: «El uso estratégico de la lengua hablada y escrita tiene tales virtualidades que permite a los virtuosos de la expresión demagógica llevar a cabo simultáneamente dos tareas opuestas: convencer a las gentes de que se les está promocionando a niveles de libertad, y someterlas a un implacable dominio».
Uno de los recursos de la manipulación del lenguaje son los eufemismos. Nadie puede presumir de no haberse dejado contagiar por alguno de ellos, hasta el punto de considerar la palabra adulterada como la palabra original o como un sinónimo de ella. Propongo al lector que se autoexamine de esta cuestión. A continuación menciono algunos de los muchos eufemismos que se han 'colado' en el actual lenguaje usual.
Desaceleración (crisis económica); derecho a decidir (independentismo); interrupción voluntaria del embarazo (aborto provocado); bajas colaterales (homicidios de inocentes en la guerra); comando legal (terrorista aún no descubierto por la policía); dinero B (dinero escondido, no declarado a Hacienda); ajuste de plantilla (despidos); pasado de copas (borracho); actualización de precios (subida de precios); cese de negocio (ruina); cese temporal de convivencia (separación conyugal); paro laboral (huelga).
Otro recurso manipulador son las 'palabras talismán'. Ejercen un efecto fascinador sobre las personas, inhibiendo su capacidad crítica. En cada época existe un término talismán nuclear. Actualmente es «libertad» como liberación, ligado a cambio y progresismo.
Los términos «cambio» y «progreso» tienen un significado neutro; sin embargo, el manipulador los opone a retroceso y estancamiento.
La manipulación del lenguaje es considerada por López Quintás una revolución oculta con graves consecuencias: entre ellas la incapacidad para pensar por propia cuenta y la ceguera para los valores, la disminución de la creatividad y el espíritu gregario.
Los medios de comunicación tienen la posibilidad de habituar a sus lectores y oyentes a distinguir los hechos de las opiniones. Las opiniones son libres, pero los hechos son intocables; pero no todos los medios se atienen siempre a ese criterio. No es extraño, por ello, que Noam Chomsky dijera que «la manipulación mediática hace más daño que la bomba atómica, porque destruye los cerebros».
Con el fin de no ser víctimas fáciles de la manipulación del lenguaje todas las personas necesitamos asesoramiento preventivo: estar alerta ante los recursos
malintencionados del manipulador; adoptar una actitud crítica y pedir que se matice cada palabra talismán y/o eufemística; avivar el amor a la verdad y renunciar a imponer las propias ideas (el amor a la verdad nos inmuniza frente a los intentos de los manipuladores); aprender a pensar (quien sabe pensar advierte si un vocablo está o no bien empleado y recupera los términos prestigiosos que han sido alterados o secuestrados: libertad, progreso, reforma, etc.); cultivar las verdaderas formas de diálogo.
El diálogo genuino intenta buscar la verdad y fomentar el conocimiento sin prejuicios, a diferencia de la retórica y la sofistica, que buscan persuadir y convencer a través de la manipulación de la opinión.
El antídoto principal de la manipulación es la creatividad. Por medio de la actividad creadora afirmamos nuestra personalidad y evitamos formar parte de la masa informe.