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Francisco Javier Caspístegui Gorasurreta, Profesor de Historia Contemporánea. Universidad de Navarra

La sociedad civil de Túnez culmina la Primavera Árabe y recibe el Nobel

sáb, 10 oct 2015 14:15:00 +0000 Publicado en Diario de Navarra
El orientalismo, es decir, el punto de vista con el que Occidente examinaba al mundo árabe, se vio sorprendido en 2011 cuando en Túnez se inició la luego llamada "primavera árabe". Desde el proceso de independencia de los países de la región se había asumido la lógica de los regímenes autoritarios que los dominaron como parte de una idiosincrasia inevitable, de una cultura que hacía difícil que germinase en su suelo la delicada flor de la democracia. La posibilidad más optimista contemplaba el autoritarismo como una vía hacia procesos de apertura en un futuro indefinido, pero lejano.
 
Estos esquemas culturales de comprensión del otro explican la sorpresa de los analistas, los gobiernos y la opinión pública occidental a comienzos de 2011, cuando desde Túnez comenzó un movimiento de protesta rápidamente extendido por toda el área, desde el Magreb hasta Próximo Oriente y la península Arábiga. Después de las oleadas democratizadoras de los seten
ta (Península Ibérica), y de los noventa (antiguo bloque del Este de Europa), asomaba una posible tercera oleada. Sin embargo, y pese al malestar generalizado que las provocó, los pasos iniciales de esta conmoción fueron desinflándose y acabaron en la mayoría de los casos muy lejos de la esperanza democratizadora que los motivó. Entre otras situaciones, Egipto asistió a una sucesión de conflictos hasta la llegada del ejército al poder; Siria se debate aún en una sangrienta guerra civil y Libia busca todavía superar la división en facciones que se instaló tras derrocar a Gadafi.
 
Solo Túnez parecía conservar el espíritu inicial, aunque las dificultades también amenazaran la estabilidad de lo conseguido, primero con una paradoja habitual: que se instalara democráticamente un gobierno liderado por los islamistas de Ennahda ante la división y desorganización de los partidos laicos. Estos solo se unieron ante los asesinatos de políticos opositores y las amenazas hacia cuantos planteaban alternativas al gobierno islamista, pero sin conseguir pese a ello avanzar en procesos de normalización democrática.

Es en este contexto en el que dio un paso adelante la sociedad civil (el germen de la democracia, como ya dijo Tocqueville en 1835), probablemente en el país en el que esta era más sóliday activa. El Sindicato General del Trabajo (UGTT), el Sindicato de Industria, Comercio y Oficios (UTICA), la Asociación Nacional de Abogados de Túnez y la Liga de Derechos Humanos de Túnez (LTHD) conformó un cuarteto que presionó a las fuerzas políticas para lograr un proceso ordenado de transición democrática, con una constitución consensuada y un gobierno neutral que culminaran el estallido civil de 2011. Establecida una hoja de ruta, las negociaciones llegaron a buen puerto a comienzos de 2014 y desde entonces se ha elaborado una Constitución, han votado un nuevo parlamento y elegido un nuevo gobierno. Además, el proceso se ha extendido al diálogo social y a la búsqueda de soluciones para la situación económica.
 
Pese a las dificultades, solo en Túnez se ha logrado culminar democráticamente el proceso iniciado en la primavera árabe de 2011, y lo significativo es que buena parte de su éxito se ha apoyado en la iniciativa civil encarnada por el Cuarteto. El Nobel que se les acaba de conceder respalda el proceso y sobre todo la iniciativa de una sociedad cuyas organizaciones han asumido el reto por encima de las disputas de los partidos políticos. Muestra además el apoyo a un camino que no por excepcional es menos digno de marcar un modelo para el futuro, pese a los desafíos y las amenazas.