Sandalio Gómez , Profesor del IESE, Universidad de Navarra
¿Ayudará la reforma laboral a crear empleo?
Nunca ha existido en nuestro país un consenso mayor sobre la necesidad de una reforma laboral en profundidad. El objetivo era claro: crear las condiciones que fomentaran la generación de empleo. En esta legislatura se ha superado el 20% de tasa de paro, el doble de la media europea y lo que es peor, sin perspectivas de mejora a medio plazo.
Durante un año se intentó alcanzar un consenso social entre empresarios y sindicatos, que se cerró el verano del 2009, con un sonoro fracaso. A partir de ese momento, el Gobierno asumió la responsabilidad, buscando el mayor consenso posible. Es decir, han pasado más de dos años, en los que la crisis se ha agravado, haciendo mucho ruido para llegar al final con pocas nueces.
Los empresarios consideran que la reforma no aborda los problemas clave o lo hace de manera «timorata» y los sindicatos preparan una huelga general para el día 29 como respuesta, a lo que denominan, «un ataque a los derechos de los trabajadores». No gusta a casi nadie. Ahora bien, lo importante es responder a esta pregunta: ¿conseguirá los objetivos de generar empleo y disminuir el paro? Si no fuera así, habríamos perdido tres años para nada y se instalaría el desánimo en una sociedad que se declara incapaz de resolver sus problemas.
La reforma centra su atención en los siguientes temas:
1.- El inicio de la relación laboral, es decir, en los tipos de contrato. Se esperaba una generalización de los contratos de fomento al empleo, sin límite de tiempo ni de circunstancias del trabajador. La realidad es que se han ampliado los casos pero sin atreverse a generalizarlos.
2.- La extinción de la relación laboral: las causas de despido. La única novedad digna de mención consiste en una ampliación de las causas del despido objetivo, de manera que los jueces puedan encontrar motivos para aumentar el porcentaje de despidos objetivos procedentes. Hay que reconocer que la ambigüedad sigue presidiendo el texto.
3.- El impulso de la suspensión de contratos y la reducción de jornada. Es el punto más positivo. Pretende frenar el paso a la extinción, en primera instancia, por parte de la empresa.
4.- La adaptación de los convenios sectoriales a las condiciones de cada empresa. En vez de simplificar se complica más el proceso y lo hace más lento que en estos momentos; tampoco se aclaran los temas propios de los distintos niveles de negociación.
5.- La eliminación de la ultra actividad de los convenios. Ni se menciona esta medida, que es la que impide la adaptación de los convenios, diseñados en gran medida en base al modelo empresarial de los años 90, a la realidad actual de la empresa, como medio para mejorar su competitividad y asegurar su supervivencia.
En definitiva, se necesitaba una reforma clara y contundente en los aspectos clave que transmitiera seguridad y confianza al empresario, que no ofreciera dudas ni ambigüedades, a unos y a otros y que, en definitiva, ayudara a combatir el paro. La respuesta la veremos dentro de unos meses.