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Luis Herrera Mesa, Catedrático emérito de Biología Ambiental de la Universidad de Navarra

Reforestar para combatir el cambio climático

    
vie, 10 jun 2016 16:28:00 +0000 Publicado en Diario de Navarra

La dimensión humana, social y económica de los problemas medioambientales ha convertido ciertas cuestiones, como la pérdida de biodiversidad o el cambio climático- cuya semana se está celebrando del 6 al 12 de junio- en prioridades indiscutibles a nivel mundial.

Desde el punto de vista metodológico el abordaje del cambio climático requiere la introducción de enfoques de gestión integral con implicación de sectores productivos estratégicos y modelos de predicción económica, con mecanismos de coordinación intersectorial y en definitiva de cooperación interterritorial e internacional. En la actualidad, las amenazas que afectan de forma más alarmante a la diversidad biológica -como los cambios en el uso del suelo, el cambio climático, el cambio relativo del nivel del mar, la fragmentación de los ecosistemas o la introducción en el medio de especies exóticas invasoras- están estrechamente ligadas a los procesos de cambio global y adquieren, en muchos casos, la dimensión de grandes problemas planetarios.

El cambio climático se ha identificado como uno de los principales retos a nivel mundial, junto a otros desafíos como el uso y disponibilidad de agua dulce a todos los niveles, la acidificación de los océanos, las interferencias en los ciclos del nitrógeno y del fósforo, el agotamiento del ozono estratosférico, la contaminación química y el efecto de los aerosoles en la atmósfera, que afectan en definitiva a la biosfera. En este sentido, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), define el cambio climático como «el cambio de clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana que altera la composición de la atmósfera global y que se suma a la variabilidad natural del clima observada durante períodos de tiempo comparables». Por lo tanto, hemos de diferenciar entre el cambio climático atribuible a las actividades humanas que alteran la composición atmosférica y la variabilidad climática atribuible a causas naturales.

El calentamiento en el sistema climático es inequívoco. Desde la década de 1950 muchos de los cambios observados no han tenido precedentes en los últimos decenios. La atmósfera y el océano se han calentado, los volúmenes de nieve y hielo han disminuido, el nivel del mar se ha elevado y las concentraciones de gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono han aumentado.

El cambio climático observado obliga a revisar las políticas de reforestación, porque los bosques ayudan a mitigar estos cambios al absorber el dióxido de carbono de la atmósfera y convertirlo, a través de la fotosíntesis, en carbono que se almacena en forma de madera y vegetación, actuando como ‘fijadores del carbono’ atmosférico. Hay que tener en cuenta que el carbono de los árboles supone alrededor del 20 por ciento de su peso. Además de los árboles, el conjunto de la biomasa forestal también funciona como ‘sumidero de carbono’. Por ejemplo, la materia orgánica del suelo de los bosques -como el humus producido por la descomposición de la materia vegetal muerta- también actúa como depósito de carbono.

En consecuencia, los bosques almacenan enormes cantidades de carbono. Ahora bien, las propuestas de reforestación deben ser analizadas científicamente para que se adecuen a los diferentes  escenarios del cambio climático, buscando las especies más idóneas, adaptables a las condiciones climatológicas y del suelo, con el fin de conseguir masas boscosas que disminuyan los niveles de dióxido de carbono y su efecto invernadero, de conformidad con los acuerdos de la Conferencia Internacional sobre el Cambio Climático (COP21), celebrada en París el pasado mes de diciembre. Según se pactó allí, es necesario «mantener el aumento de la temperatura media mundial por debajo de 2 ºC con respecto a los niveles preindustriales, y proseguir los esfuerzos para limitar ese aumento de la temperatura a 1,5 ºC con respecto a los niveles preindustriales, reconociendo que ello reduciría considerablemente los riesgos y los efectos del cambio climático». Toda la sociedad -acompañada por los centros de investigación, universidades y por la Administración- debe trabajar en conjunto si quiere lograr este objetivo ineludible.