Hay muchas cuestiones pendientes en la reforma prevista de la Curia romana, que es un asunto bastante complejo. Tiene casi doscientos artículos, además de un extenso preámbulo. Poco se sabe sobre lo que finalmente se aprobará. En todo caso, hay una serie de cuestiones que deberán afrontarse:

 

a) Cuál ha de ser el papel de la Secretaría de Estado. Si debe ser una instancia de coordinación interna, como hasta ahora, o ha de optarse por la autonomía de cada dicasterio para acudir al Papa.

 

b) La temporalidad de los cargos. La Pastor Bonus dispone que los Jefes de los dicasterios cesen a los 75 años y los miembros a los 80, pero poco más se dice sobre el excesivo número de años que permanecen no pocos sacerdotes en los dicasterios de la Curia.

c) Cómo se resolverá la participación de fi eles que no han recibido el sacramento del orden en los dicasterios de la curia: si será tan tímida como ahora o se abrirán más vías, también para las mujeres, en la línea de lo deseado por el Papa sobre la presencia de la mujer en los órganos de autoridad.

d) Cómo disminuir el número de dicasterios, a la vista de que han crecido demasiado los Consejos pontificios de carácter pastoral. Puede que sean suprimidos o fusionados algunos de ellos. Al mismo tiempo, todo parece indicar que será potenciado el papel del Consejo Pontificio para los Laicos. 

 

e) Hay otras cuestiones de fondo, como la necesidad de que la curia refleje la universalidad de la iglesia en su composición,así como la manera de evitar el carrerismo y las cordatas, cómo garantizar de manera  eficaz que la curia sea, por una parte, un instrumento de ayuda y servicio directo al Papa y, por otra, una instancia eficaz de colaboración con las iglesias.