09/05/2025
Publicado en
Ramiro Pellitero |
Profesor de la Facultad de Teología
En sus primeras palabras, León XIV ha anunciado y deseado la paz y la luz de Cristo.
Como proclamó el Concilio Vaticano II, Cristo es la “luz de las gentes” (lumen gentium), el mediador de la salvación para todos y cada uno, el camino que Dios ha recorrido en lo que llamamos la “condescendencia” de Dios: su acercamiento para manifestarnos su misericordia.
“La humanidad –ha dicho el nuevo papa en referencia a Cristo– le necesita como puente para ser alcanzada por Dios y su amor”. Cristo es “el Puente”. Desde el 12 de diciembre de 2012, la cuenta de Twiter (después X) del papa es @pontifex. Pontífice significa hacedor o constructor de puentes.
A los discípulos de Cristo, León XIV les ha pedido ayuda e invitado para “construir puentes, mediante el diálogo y el encuentro, uniéndonos todos para ser un único pueblo, siempre en paz”.
La inteligencia artificial señala algunas claves para construir puentes: estudio del terreno y necesidades (análisis geotécnico, entorno y función); diseño estructural (tipo de puente; viga, arco, colgante, etc., según longitud y uso); materiales (acero, hormigón, madera…, en función de la resistencia, el coste y el entorno); cimentación (pilares y apoyos firmes sobre el terreno o el lecho de un río); montaje de la estructura (tablero, arcos, cables…); acabados y seguridad (pavimentación, barandillas, señalización, pruebas de carga).
Examinar todo ello dará para mucho, ahora como horizonte y luego como tarea de un pontificado.
Si pensamos en nuestros puentes, los que estamos llamados a construir cada uno, la analogía puede ser bastante útil como guía para el discernimiento y el examen personal: necesitamos el conocimiento de nuestro entorno, también de nosotros mismos y de nuestros “materiales”, y el refuerzo y vigilancia de los cimientos y estructuras.
En 1970 el dúo estadounidense Simon and Garfunkel lanzó su quinto y último álbum titulado “Puente sobre aguas turbulentas”, uno de los más vendidos de todos los tiempos (más de 25 millones de copias), centrado en la canción del mismo título, inspirada en la música gospel.
Sin embargo, al mismo tiempo, el álbum señaló la separación de los dos cantantes.
En la aguas turbulentas de nuestro mundo, seguimos necesitando puentes que unan sin separar. Es lo que se espera de un puente.
El nombre papal León evoca especialmente dos pontífices. San León Magno (papa entre 440 y 461 y doctor de la Iglesia) fue el papa del Concilio de Calcedonia (451). Evitó el saqueo de Roma por Atila y consiguió que los vándalos de Genserico respetaran la vida de los romanos y que la ciudad no fuera incendiada.
En segundo lugar, León XIII (pontífice romano entre 1878 y 1903), fue otro de esos puentes, en una época de turbulencias entre la Iglesia católica y el Estado liberal. Escribió nada menos que 85 encíclicas. En ellas, impulsó, entre otros temas, los estudios bíblicos (Providentissimus Deus, 1893) y la renovación del tomismo (Aeterni Patris, 1879), y puso las bases para la doctrina social de la Iglesia (Rerum novarum, 1891). Fue también patente su solicitud ecuménica, especialmente con los ortodoxos y anglicanos.
El actual papa y obispo de Roma, León XIV, tiene raíces familiares europeas y africanas. Estadounidense de nacimiento (Chicago) y peruano de adopción (obispo de Chiclayo durante ocho años), es doctor en Derecho Canónico. Ha ocupado cargos de relevancia en la Orden agustiniana (fue durante doce años prior general) y es el primer papa de esa Orden. Desde 2023 era Prefecto del Dicasterio para los Obispos, así como presidente de la Pontificia Comisión para América Latina.
El lema de su escudo episcopal es “In illo uno unum”, que puede traducirse: en aquel uno (Cristo) (somos) uno. Es una expresión de san Agustín, en su exposición sobre el salmo 127: aunque los cristianos somos muchos, en el único Cristo somos uno.
Para concluir sus primeras palabras, el nuevo papa ha dicho: “Queremos ser una Iglesia sinodal, una Iglesia que camina, una Iglesia que busca siempre la paz, que busca siempre la caridad, que busca siempre estar cercana especialmente a los que sufren”.
Por tanto su mensaje puede resumirse así: desde la paz de Cristo y la unidad con Él, la Iglesia sigue caminando para llevar adelante su misión, que es una misión de amor, especialmente hacia los que sufren. Eso viene a ser, en cristiano, construir puentes, cada uno desde nuestro sitio, también en la vida ordinaria, en las familias, en los trabajos, en las relaciones de amistad, en las alegrías y en las penas.
Esto es así porque tenemos la fe en que estamos unidos en el Resucitado, del que todo pontífice, y más ampliamente todo cristiano es, debe ser, un icono vivo.
Podemos concluir con san Efrén, diácono sirio del siglo IV y doctor de la Iglesia, en acción de gracias por el nuevo papa y alabando a Cristo: “A ti sea la gloria, que colocaste tu cruz como un puente sobre la muerte, para que, a través de él pasasen las almas desde la región de los muertos a la religión de la vida” (Sermón sobre nuestro Señor, 9).