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Eleonora Esposito, Investigadora Marie Curie, Instituto Cultura y Sociedad, Universidad de Navarra

Las tres almas del Día Internacional de la Mujer

     
dom, 08 mar 2020 09:58:00 +0000 Publicado en Grupo Vocento

 

Para muchas mujeres de todo el mundo, 2019 ha sido un año más de récords en la lucha contra la desigualdad de género. Como tal, este 8M se suele considerar como un día para celebrar los muchos logros de las mujeres y su presencia cada vez mayor en muchos ámbitos en los que tradicionalmente han predominado los hombres.

En 2019, las mujeres han roto el techo de cristal de las principales instituciones europeas: Ursula von der Leyen fue nombrada presidenta de la Comisión Europea y Christine Lagarde fue la primera mujer elegida para dirigir el Banco Central Europeo. En Finlandia, Sanna Marin rompió récords en todos los frentes como la mujer más joven en ser primera ministra del mundo en un gobierno formado por cinco partidos liderados por mujeres.

Mientras las mujeres se abren paso por la igualdad de oportunidades y representación en las ciencias STEM, el mundo pudo ver la primera imagen de un agujero negro, precisamente, gracias al trabajo de una mujer: Katie Bouman, estudiante de doctorado estadounidense de 29 años, y su equipo crearon el algoritmo que llevó a la imagen de un agujero negro supermasivo en la galaxia Messier 87.

2019 fue, además, el año en que el mundo se dio cuenta de que las mujeres también juegan al fútbol. La VIII edición de la Copa Mundial Femenina, celebrada en Francia, rompió récords mundiales de interés y de audiencias. Al tiempo que alzaba la Copa del Mundo, la capitana Meghan Rapinoe y su equipo estadounidense aprovecharon la ocasión para pedir la igualdad salarial por el mismo trabajo, así como unas condiciones y una inversión similares a las del equipo nacional masculino.

Sin embargo, el 8M todavía es un día para conmemorar que, de nuevo, la tragedia de la violencia de género se ha abierto hueco a diario en los titulares internacionales, antes de desvanecerse en la memoria pública. La violencia es todavía una preocupación real para millones de mujeres a nivel global: mujeres y niñas son víctimas del matrimonio infantil y vendidas por una dote en India, Bangladesh y alrededor del sur de Asia. Asimismo, las mujeres son el 97% de las víctimas del tráfico humano y explotación sexual, una emergencia a escala mundial que suele implicar a chicas muy jóvenes y vulnerables que luchan por sobrevivir y se enfrentan a situaciones de pobreza extrema o conflictos armados.

Aunque pueda ser tentador pensar que la violencia de género es un problema lejano y ‘tercermundista’, 2019 también ha sido el año en el que el número de feminicidios en España ha llegado a la impactante cifra redonda de 1.000 víctimas. Mujeres asesinadas por sus maridos, hermanos, padres y allegados que se han ido registrando (de forma creciente) en España desde 2003, aunque se estima que las cifras pueden ser mayores.

Por encima de todo, debemos recordar que el 8M es un día para seguir avanzando. De vez en cuando, alguien anuncia que la lucha por la igualdad de género ha terminado, que ya ha conseguido sus objetivos y debe retirar sus reivindicaciones de la esfera pública. Nada más lejos de la realidad. Los problemas son todavía urgentes y abundantes en 2020, un año crucial para el movimiento de igualdad de género a nivel mundial, ya que se celebra el XXV aniversario de la Declaración y Plataforma de Acción de Pekín.

Adoptada en 1995 en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer en China, se considera como la hoja de ruta más visionaria en empoderamiento de mujeres y niñas del mundo. Lamentablemente, en las 12 áreas críticas identificadas en Pekín –que abarcaban pobreza y violencia, acceso a sanidad, educación y toma de decisiones, entre otras– los progresos hacia una igualdad total han sido lentos y dispares.

Si el legado del 8M persiste impregnado por la batalla por la igualdad, este elemento de lucha ha ganado una importancia renovada en los últimos años. En el mundo occidental, donde la igualdad y el respeto hacia todos los ciudadanos se dan por hecho, aún nos sorprende la emergencia de nuevos movimientos que amenazan las libertades fundamentales de las mujeres.

Interseccionalidad es la palabra de orden (o, mejor, desorden) que debería marcar los avances desde Pekín 1995. Desde marchas por la mujer en todos los lugares del mundo hasta la proliferación e impacto de movimientos como #MeToo y #NiUnaMenos, las mujeres están llamadas a cambiar sistemas más amplios de opresión, violencia y discriminación a nivel global. 

Con el poder y la voz de movimientos feministas sacudiendo Hollywood y la Casa Blanca, el próximo reto es reconocer las intrincadas interacciones entre cada forma de intolerancia y desigualdad al tiempo que nos involucramos en la solidaridad y la acción, desafiando estereotipos, luchando contra los sesgos y ampliando percepciones para ser verdaderamente inclusivos.