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El Privilegio de la Unión (1423). 600 años de la unidad de Pamplona

06/09/2023

Publicado en

Diario de Navarra

Julia Pavón |

Catedrática de Historia Medieval e investigadora del Instituto Cultura y Sociedad de la Universidad de Navarra

Este próximo 8 de septiembre de 2023 se conmemoran los 600 años del Privilegio de la Unión, otorgado por el monarca Carlos III el Noble a las tres entidades urbanas que conformaban la agrupación de Pamplona.

Son muchas las páginas escritas sobre la historia de esta ciudad, núcleo prehistórico de habitación en tierras vasconas y urbe romana vertebradora del territorio pirenaico-occidental, que operó un gran cambio con el renacimiento de la Cristiandad occidental en el siglo XI, al calor del crecimiento demográfico, económico, cultural y religioso continentales, cuyo arranque coincidió con el reinado de Sancho el Mayor (1004-1035), y más tarde con el de Sancho Ramírez (1063-1094) que impulsó y organizó este núcleo de habitación, a partir de los fueros de Jaca y Estella.

La Pamplona de los tres burgos

El florecimiento europeo configuró hacia la ladera meridional de la vieja civitas de Pompaelo o Navarrería dos nuevos asentamientos. El primero, con una mayoría de contingentes poitevinos, gascones y provenzales, llamado el “burgo” de San Saturnino, sobre un plano hexagonal ajustado a la concepción ideal románica, recibió el fuero de Jaca por mandato de Alfonso I el Batallador (1129). El segundo polo, la “población” de San Nicolás, prolongada en la parroquia de San Lorenzo, fue menos hermético socialmente al albergar francos y navarros; una comunidad vecinal dispuesta sobre un esquema urbano rectangular o de bastida. Tres agrupaciones, en suma, con un régimen distinto municipal para su gobierno. Y como dos apéndices de la Navarrería, al sur, la alberguería u hospital de San Miguel bajo dependencia del canónigo hospitalero, y al este, la judería, en lo que hoy se identifica como la plaza de Santa María la Real.

A partir del siglo XII la coexistencia de tres conjuntos urbanos fue difícil. Surgirán rivalidades, auspiciadas por distintas decisiones regias y episcopales, que estallarán a comienzos del siglo XIII, por ejemplo, en 1222, tras el refuerzo de las murallas de la Navarrería y de la población ante el burgo de San Cernin, acabando con el asalto del barrio de San Nicolás y el incendio de su templo parroquial románico.

La trama de asuntos que fueron destruyendo la convivencia social, con el advenimiento de los monarcas procedentes de Champaña desde 1234 y de la dinastía Capeta (1274), fueron más intensas, a pesar de un primer intento de unión municipal del conjunto pamplonés (1266). La conocida guerra de la Navarrería relatada en el poema Histoire de la guerre de la Navarre del tolosano, Guillermo de Anelier, a partir del canto XX, nos adentra en un enconado conflicto civil desarrollado entre mayo y septiembre de 1276 que se saldó con la entrada de las tropas francesas en la vieja civitas o Navarrería, la judería y el apéndice de San Miguel. La soldadesca entró y la atacó de forma violenta, así como sus dependencias catedralicias. El claustro románico y el refectorio sucumbieron a los destrozos, extendidos por toda una urbe en la que tardaría en “cortarse hierba y sembrarse trigo”.

 

Crisis y rehabilitación: el Privilegio de la Unión

La peste negra de 1348 y las sucesivas epidemias y hambrunas posteriores diezmaron a la población del reino a la cuarta parte, afectando igualmente a Pamplona y reduciendo los hogares a poco más de mil cuatrocientos. El advenimiento al trono de Carlos III el Noble (1387-1425) no mitigó la inestabilidad ciudadana enmarcada en conflictos de mucho mayor alcance. El Evreux regía un reino cuyo foco político demandaba nominalmente el protagonismo de la ciudad pamplonesa, cuya catedral era la sede para la coronación de sus reyes — “Todo rey de Navarra se debe levantar en Santa María de Pamplona” (Fuero General de Navarra, I.2.1.) — y también el lugar para su descanso eterno desde el siglo XII.

Los preparativos para la presentación de Carlos, nieto del rey, y príncipe de Viana, en la ciudad (1422), suscitaron una decisión que acabó convirtiendo a Pamplona en una “muy noble ciudat”, tras la problemática falta de acuerdo entre sus distintos representantes acerca del papel que debían tener en el protocolo. El Privilegio de la Unión posibilitó la conformación de un único ayuntamiento, un único término y una única jurisdicción para las tres comunidades históricas, con un solo alcalde, un solo justicia y diez jurados: cinco para el burgo, tres para la población y dos para la Navarrería. A partir de entonces, el nuevo equipo regidor se reuniría en la casa de Juraría o Consistorial, en terreno de nadie y en medio de las tres entidades de habitación. Con ello, y al asignarle el estatuto jurídico del Fuero General, se liquidaron los litigios. Pamplona fue dotada de un plurisecular espacio de convivencia en el que décadas después se acogerían los trascendentes desafíos de la guerra civil y la entrada de las tropas castellanas que acabarían poniendo fin en 1512 a una historia escrita en clave propia.