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Ángel Baguer , Profesor de La Escuela de Ingenieros - Tecnun , Universidad de Navarra

El chocolate del loro

dom, 06 jun 2010 08:40:42 +0000 Publicado en El Heraldo de Aragón

Tenía que llegar el desbarajuste y lo peor es que no ha hecho más que comenzar. El grave error del gobierno en tardar en reconocer la crisis, en decir posteriormente a la ciudadanía que era un problema mundial y el disparate transmitido hace tiempo de que lo peor ya había pasado (los brotes verdes) no es más que el despropósito de nuestro sistema político que permite el acceso de personas, sin valía y preparación, a cargos públicos relevantes.

Si un profesional, sea médico, ingeniero, periodista, arquitecto o abogado, tiene que realizar unos estudios superiores para ejercer su trabajo ¿Por qué no se exige esto, como mínimo, a la clase política? ¿No tendrían incluso que titularse en algún master o capacitarse para acceder a cargos de alta responsabilidad?  ¿Acaso en una empresa normal de nuestro país, tienen cabida, en cargos directivos, personas sin la preparación adecuada?

España no sólo padece las consecuencias de una crisis mundial de la que otros países que hicieron los deberes en su día, van poco a poco saliendo. Tenemos una crisis interna de competitividad, cuyo origen se encuentra en los cinco puntos siguientes:

1) La velocidad de destrucción de empleo. Hemos llegado al 20% de paro, el doble de la media europea. Esto es insostenible.

2) El obsoleto marco laboral. Es imprescindible reformar el Estatuto de los trabajadores, cuyo origen data del de la República de 1931. ¿Acaso es comparable la política económica actual con la de hace 80 años? Mientras se permita el fraude empresarial en los contratos de trabajo y la legislación no castigue el escaqueo del mal trabajador, es imposible mejorar la productividad y disminuir el absentismo.

3) Vamos a la cola en el ranking de productividad de Europa. España es uno de los países con jornadas más largas y menor rendimiento por hora trabajada.

4) El porcentaje de absentismo laboral es alarmante, muy por encima de la media europea. Según el INE, en un país de 46 millones de habitantes y una población trabajadora de 18,3 millones de personas, diariamente 1,3 millones de ocupados no fueron a trabajar en 2008.

5) Tenemos un sistema educativo que presagia un futuro desalentador. Dieciocho años es la edad media de abandono de los estudios y un 75% de los jóvenes de entre 21 y 24 años ya no estudia. Jóvenes con pocos estudios, algunos no quieren estudiar ni trabajar (la generación ni-ni) y muchos quieren vivir con el menor compromiso y esfuerzo. ¡Vaya futuro!

Que no nos cuenten milongas. España tiene una segunda crisis, autóctona, que nada tiene que ver con la mundial, cuya consecuencia es que no somos competitivos. Y ahora, para más desgracia, comenzamos la tercera, la crisis de la gestión de la deuda, propiciada por no haber hecho los deberes, por seguir gastando en lugar de acometer reformas imprescindibles.

Nos lo habían advertido (The Economist, el FMI, el Banco Central Europeo) pero según nuestros gobernantes, era una conjura externa, hasta que nos han estirado de las orejas, como al chaval desobediente y pendenciero, y toda esa dialéctica de "eres un catastrofista", "aquí no hay ningún problema", "tenemos el mejor sistema financiero" ha dado paso a los recientes recortes que no son más que el chocolate del loro, porque mientras no se tomen medidas drásticas para resolver nuestros problemas de competitividad y futuro, los recortes aprobados, además de que no tienen que ser los primeros, son insuficientes.

Es evidente que hay que apretarse el cinturón, como cuando una familia gasta más de lo que ingresa pero es una injusticia comenzar con los colectivos más débiles como los pensionistas.

Los políticos que están en el gobierno son los que nos han metido en este gran lío, pero para el resto también va la receta del "comiencen por dar ejemplo". Sobran ministerios, coches oficiales, conserjerías, direcciones, subdirecciones, patronatos, comisiones, cargos autonómicos y comarcales, asesores, comidas en restaurantes de lujo y viajes en clase preferente. Sobran  sueldos desorbitados, gastos de representación, gastos de libre disposición y dietas. Pónganse un salario solidario y anulen muchos de sus privilegios como el de cobrar la máxima pensión pública de jubilación con apenas unos años en el escaño. Cambien la reglamentación y pongan a producir a muchos liberados sindicales. Y el dinero público, que no es suyo sino del pueblo, utilícenlo en proyectos que generen riqueza, no son tiempos para despilfarrar en gastos de leyes de memoria histórica, embajadas autonómicas, lenguas cooficiales en la cámara, obras innecesarias y subvenciones al cine, por citar algunos.

En economía y valores, crisis significa ajustes y reformas. Háganlas cuanto antes tomando decisiones serias. Cuando uno no hace los deberes los termina haciendo por obligación, tarde y mal. Esto no es catastrofismo, es la realidad.