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Ricardo Fernández Gracia, Director de la Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro

Patrimonio e identidad (42). Santa Bárbara, cuando truena y más

vie, 04 dic 2020 09:41:00 +0000 Publicado en Diario de Navarra

La Leyenda Dorada relata la vida de santa Bárbara y la hace hija del sátrapa Dióscuro, que la encerró en una torre con dos ventanas. Sin embargo, un sacerdote que se hizo pasar por médico instruyó y bautizó a la joven, que perforó una tercera ventana para mostrar su fe en la Trinidad. Amenazada por su padre con la espada, logró huir, refugiándose en un peñasco que se le abrió milagrosamente. La denunció un pastor cuyas ovejas se convirtieron en langostas y ya apresada, se negó a abjurar y casar con un pagano. Fue sometida a tormentos: quemaduras, potro, azotada con peines de hierro y paseada desnuda por la ciudad cuando un ángel la cubrió. Finalmente, su padre, en un monte, le cortó la cabeza, siendo inmediatamente fulminado por un rayo, no quedando ni sus cenizas. 

Sus patronazgos son abundantes. Es invocada contra el rayo y el fuego, las tormentas, truenos y relámpagos, la muerte súbita y por los artilleros desde siglo XV -los cañones lanzan el rayo-, artificieros, arcabuceros, bombarderos, campaneros, mineros y canteros. Los escolares y estudiantes le rendían culto por haber estudiado de joven las verdades de la fe, los canteros por la torre mencionada y los agricultores por las plagas de langostas. Su fiesta se celebra el 4 de diciembre.


Ermitas, cofradías, relicarios e imágenes

En Navarra cuenta con una parroquia de su advocación (Bariain) y fue titular de cuarenta y cinco ermitas y numerosas cofradías, entre ellas la de los comerciantes en Pamplona y las establecidas en el convento de San Francisco de la capital navarra -más tarde en San Agustín-, San Cernin de la misma ciudad de los guanteros, Corella desde 1546, Monteagudo desde 1713 y Monreal desde antes de 1726. De esta última se afirma en el informe de cofradías de 1772, conservado en el Archivo Histórico Nacional: “hay fundada en su parroquial cofradía de Santa Bárbara, cuya imagen está colocada en su basílica, situada en la eminencia del monte llamado Higa de Alaiz, la que se edificó por el motivo de la frecuencia y estragos de las tempestades”.

De su culto en tiempos pasados dan cuenta el número de relicarios de plata de la santa, pertenecientes a distintas cronologías y estilos. El más antiguo se guarda en las Agustinas Recoletas de Pamplona y pertenece a los últimos años del siglo XV. Entre las localidades que los conservan figuran Maya, Garisoain, Huarte-Pamplona, Muruarte de Reta, Añorbe y San Saturnino de Pamplona.

En sus representaciones, viste atemporalmente con túnica y manto terciado, como virgen lleva el cabello a la vista, sostiene la torre con puerta y tres ventanas. Porta la palma, atributo de los mártires, como símbolo de la victoria sobre la muerte que alcanza la vida eterna, lo es también de la virtud a tenor de lo que canta el Salmo 91, 13: “el justo prosperará como la palmera”. También se puede acompañar de su padre hollado a sus pies, un cáliz (la Fe), un cañón o una bala de cañón.

Una larga lista de esculturas a lo largo de toda la Comunidad Foral dan testimonio de su culto. Algunas de ellas son titulares de retablos y no faltan pinturas renacentistas y barrocas. Entre los retablos, destacan el de Aguilar de Codés, Abaigar y, sobre todo, el de la girola de la catedral de Pamplona, obra de Fermín de Larráinzar, c. 1712-14, en donde se emplearon 11.000 reales de la herencia de don León de Garro. Su dorado fue encomendado por el cabildo a Pedro de Ecay en 1714 y para esa fecha aún estaba pendiente de realización el nicho y la imagen de la titular.

En su mayor parte son tallas renacentistas, tanto del segundo tercio, en general muy expresivas, como romanistas, destacando las de Huarte-Araquil y Vidaurreta, obras delicadas de fray Juan de Beauves y la romanista del retablo de Ilundáin. En Arguedas se conserva un busto-relicario de la santa en la parroquia y figura en la fachada del santuario del Yugo.

En el capítulo de pintura del siglo XVI conservamos tablas como las del retablo mayor de Santa María de Olite (Pedro Aponte, 1529), así como otras en donde se empareja con otras santas mártires, como en el retablo de Burlada, hoy en el Museo de Navarra, (Juan del Bosque, 1529) o Eguiarreta (iniciado por Menaut de Oscáriz en 1551).

Respecto a las esculturas plenamente barrocas, destacaremos las de Corella, Los Arcos y Azpilcueta. La primera se encuentra en el retablo mayor de la parroquia de San Miguel, obra dirigida entre 1718 y 1722 por Juan Antonio Gutiérrez. La razón de figurar allí es por tener ermita en Corella y ser de gran devoción en aquellos momentos. La de los Arcos, se venera en el retablo de San Gregorio Ostiense y las Ánimas y fue documentada por Víctor Pastor, como obra de Francisco Sainz de Baraona en 1720. La escultura de Azpilcueta preside su retablo y es obra firmada por el escultor Luis Salvador Carmona en 1752, fecha que datan otras esculturas de la parroquia. Sobre la impresión que esas magníficas obras causaron, nos da cuenta una carta de 5 de diciembre  de 1752, escrita por don Antonio Gastón de Iriarte a su cuñado el obispo de Michoacán don Martín de  Elizacoechea, mecenas de la reconstrucción de la parroquia y de la dotación de sus principales imágenes: “Después de haber estado en Madrid de seis a siete meses, me restituí a mi casa y por mayo de este año, habiendo pasado el invierno y primavera en aquella Corte en compañía de mi hermano e hijos bellísimamente y muy distraído con el bullicio de tanta gente y novedades que cada día ocurren en la Corte, sin que en mi salud hubiese experimentado la menor novedad, tuve al mismo tiempo el gusto y complacencia de ver cómo trabajaban los santos para la iglesia de Azpilcueta por dirección de mi hermano, que aseguro a Vuestra Ilustrísima que son muy buenos y según los inteligentes muy apreciables y gustándoles aguardan venir, que a mas de que en el Reino habrá pocos semejantes, pues hoy se trabaja en Madrid de lo mejor”.

Por su escenografía destaca el martirio de la santa del ático del retablo mayor de Urzainqui, obra del aragonés Francisco Nicolás Pejón, contratada en 1753 por la cantidad de 1.000 pesos, con la imaginería incluida. El dorado de todo el conjunto fue realizado por Andrés Mata en 1768.

En la clausura de las Dominicas de Tudela se conservaban sendos lienzos de la santa. El primero fechado en 1662 por Vicente Berdusán, en una de sus primeras obras firmadas y fechadas. En la pintura se observan algunas características muy suyas, como la corona discoidea, los carmines, las partes difuminadas y los estudios de luces doradas que son propias del pintor. En el coro se custodiaba otro lienzo de mayores dimensiones y cuerpo entero. Su cronología data del primer tercio del siglo XVII. 


Un grabado excepcional en las Carmelitas de San José

A la presencia de la Madre Leonor de la Misericordia (Ayanz y Beaumont, 1551-1620), en las Carmelitas de Pamplona, se debió la llegada de destacados libros y una rica colección de grabados de fines del siglo XVI y comienzos de la siguiente centuria. El padre Gracián, confesor de Santa Teresa, describió así a Leonor: “En lo interior era un serafín de condición y alma, y en lo exterior un ángel de rostro y buena gracia. Tenía habilidad rara en escribir, pintar, saber latín y en las demás labores y ejercicios de mujeres, acompañando con prudencia varonil”

El conjunto de estampas grabadas de su colección fue posible gracias a la correspondencia que mantuvo, entre otros, con Domingo de Jesús María, (Calatayud, 1559-Viena, 1630) que pasó a Italia en 1604, ocupando el generalato de la Congregación italiana, en 1617; la Madre Inés de Jesús (Tapia), prima de Santa Teresa y priora de Medina del Campo y Palencia; don Guillén de San Clemente, embajador de España en Praga desde 1581 hasta su muerte en 1606; el obispo de Tarazona y confesor de Santa Teresa fray Diego de Yepes; la Madre Ana de San Bartolomé, priora de Bruselas y Amberes y el Padre Gracián de la Madre de Dios, confesor de Santa Teresa.

La estampa de Santa Bárbara pertenece a una serie editada por Jean Sadeler, con dibujos de Martín de Vos, titulada Speculum Pudicitiae. Contemplatio sanctarum castarumque virginum, realizada por los citados maestros, de la que se conservan ejemplares en Bruselas, Cambridge, Milán, Munich, París y Viena. Algunos de los dibujos de Martín de Vos se fechan entre 1584 y 1585. 

En la estampa de la colección se representa a santa Bárbara en pie, con corona real, túnica, manto, y portando una palma. A sus pies numerosos libros, alusivos a la ciencia pagana y una espada y al fondo una torre, versión manierista de las viejas fortalezas, con las tres ventanas en su frente de significación trinitaria. En el fondo se representa el pasaje de su decapitación en la cima de un monte por su propio padre. Martín de Vos aparece como el dibujante y Sadeler como el editor de este bello ejemplar. El apoyo textual en este caso nos recuerda: “Cuando Bárbara confiesa la potestad de la Santa Trinidad, da piadosa el cuello al cruel para cortarlo”.
 

Impresos con sus gozos en Mañeru y Pamplona

Santa Bárbara contaba con ermita en Mañeru y sus devotos debieron ser quienes encargaron un impreso con el típico esquema de los gozos, que se editó en Estella en la Imprenta de la Viuda de Zunzarren. El pie de “Viuda de Zunzarren e Hijo”, nos evoca a una larga familia de impresores. A Javier Zunzarren le sucedió hacia 1867 su Viuda e hijo Melchor, que tuvieron actividad entre 1867 y 1878, horquilla en la que habrá que situar el impreso de los gozos. Melchor mantuvo actividad al menos entre 1878 y 1900.

La santa viste, en el taco xilográfico que ilustra sus gozos, atemporalmente con túnica y manto terciado. Como virgen, lleva el cabello a la vista y sostiene la torre con puerta y sus consabidas tres ventanas que la identifican iconográficamente por aludir con el número a su adoración a la Santísima Trinidad en aquel edificio en donde había sido encerrada por su padre para sustraerla al proselitismo cristiano. Sostiene también el atributo genérico de los mártires, la palma, en este caso con tres coronas alusivas a la victoria, la verdad y el triunfo. Como es sabido, la palma es atributo de los mártires, como símbolo de la victoria sobre la muerte que alcanza la vida eterna, lo es también de la virtud a tenor de lo que canta el Salmo 91, 13: “el justo prosperará como la palmera”. La letra de los versos de los gozos va desgranando su periplo vital: ejemplo como cristiana, prisión, contumacia de su padre vengado y reducido por un rayo y martirio. Termina pidiendo su protección contra rayos y centellas y en “cualquier aflicción”.

De la popularidad de su culto da cuenta otro impreso de gozos, sin mención de lugar de culto de la santa, editado en Pamplona por Jesús García en el segundo cuarto del siglo XX. Reproducen el estribillo y versos de los novenarios dedicados a santa Bárbara, con todos los detalles de su vida y martirio.


El gremio de comerciantes y mercaderes de Pamplona

En Pamplona hubo dos cofradías dedicadas a la santa, una de los mercaderes y otra de los artilleros en el convento de San Francisco. La primera fue fundada en 1599 en la Parroquia de San Saturnino y se trasladó en 1606 a la iglesia del Hospital. Celebraban su fiesta con toda magnificencia y la asistencia de la capilla de música de la catedral.

Su estampa grabada se conoce por un Sumario de Indulgencias impreso en Pamplona, que recoge las gracias espirituales concedidas por el Papa Clemente XI en 1709 y que Ana Azcona localizó en el libro de cuentas de la hermandad de Santa Bárbara. 

El grabado de santa Bárbara es de pequeño tamaño, es obra de Juan de la Cruz, platero de origen aragonés y establecido en la capital navarra en el segundo tercio del siglo XVIII. Un examen detenido de las cuentas de la hermandad de los comerciantes pamploneses nos permitió datarlo en 1750, junto al impreso en el que figura de cabecera. La fecha en que fue realizada se ha de poner en contexto con el devenir de la propia cofradía que, según Ana Azcona, vivió en atonía en la primera mitad del siglo XVIII, pero a partir de 1749, tras la reorganización aduanera, adquirió un gran dinamismo con numerosas gestiones en pro de los intereses mercantiles de sus miembros.

Una inscripción identifica a la santa y el nombre del grabador. Santa Bárbara viste atemporalmente con túnica y manto terciado, como virgen lleva el cabello a la vista y aparece con sus atributos comentados en otras imágenes.