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Entre la sobreinformación y la precariedad profesional: las raíces del deterioro periodístico en España

03/11/2025

Publicado en

The Conversation

Francisco J. Pérez Latre |

Profesor. Director Académico de Posgrados de la Facultad de Comunicación

El paso del tiempo invita a la reflexión. Hace tres años, el libro Crisis de confianza: el descrédito de los medios (2007-2022) alertaba sobre un deterioro de los medios de comunicación que, lejos de revertirse, parece haberse consolidado.

Los datos más recientes del Digital News Report del Instituo Reuters confirman esta tendencia a la baja en la confianza ciudadana en las noticias. En 2017, la cifra en España se situaba en un 51 %; hoy se ha desplomado hasta el 31 %,, marcando el nivel más bajo de la última década.

Este dato no es solo un número, sino el reflejo de un clima de incertidumbre y escepticismo que afecta al sector mediático y, por extensión, a su rol fundamental en una sociedad democrática.

El informe también señala que solo un 10 % de los españoles paga por noticias en línea, lo que evidencia la dificultad de sostener un modelo de negocio basado en la calidad en un entorno de acceso mayoritariamente gratuito.

Además, el Digital News Report 2024 ya apuntaba un aumento de la “evasión de noticias”, con un porcentaje significativo de la población que se siente “abrumado” por la cantidad de información.

El impacto del nuevo escenario digital

La transformación digital es un factor estructural clave para comprender este fenómeno. Hemos transitado de un ecosistema informativo de relativa “escasez mediática” a uno caracterizado por una sobreabundancia de contenidos. El consumo actual de noticias es multipantalla, descentralizado y, a menudo, fragmentado, lo que contribuye a diluir el papel tradicional del periodista como principal mediador de la información.

En este contexto, los periodistas compiten como intermediarios con múltiples fuentes y plataformas, desde los algoritmos de las redes sociales hasta los influencers. Esta dinámica tiene consecuencias significativas.

Los algoritmos, diseñados para maximizar la interacción, pueden crear “burbujas de filtro” que refuerzan los sesgos existentes y contribuyen a la polarización social. La inmediatez y la búsqueda del “clic” a menudo priman sobre el rigor y la verificación, facilitando la propagación de desinformación.

Como resultado, las audiencias migran hacia espacios donde la fiabilidad informativa no siempre está garantizada, erosionando la base de un debate público informado.

La dimensión interna: el bienestar profesional como factor de calidad

Más allá de los factores externos, es pertinente dirigir la mirada hacia las condiciones internas de la profesión periodística. La crisis económica que ha afectado al sector durante años ha influido en una precarización de las condiciones laborales que se ha vuelto crónica.

Según el Informe Anual de la Profesión Periodística 2024 de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM), la precariedad y los bajos salarios son los principales problemas que aquejan a los periodistas en España. La salud mental de los profesionales de la comunicación y los medios se ha convertido ya en objeto de estudio y preocupa seriamente en el sector.

Cuestiones como la sobrecarga de trabajo, unos salarios poco competitivos y la presión constante por la inmediatez están impactando directamente en la calidad del producto informativo. Este contexto ayuda a explicar la fuga de talento experimentado hacia otros sectores y las dificultades para atraer y retener a las nuevas generaciones.

Es razonable pensar que no se puede generar un periodismo de alta calidad de forma sostenida si el bienestar de los profesionales no se considera un activo estratégico. La calidad informativa está intrínsecamente ligada a la capacidad de los periodistas para investigar, contrastar y analizar la información sin presiones indebidas.

Hacia un modelo de confianza interconectado

Una forma útil de abordar este complejo problema es concebir la confianza como un ecosistema. Su solidez no depende de un único elemento, sino del equilibrio entre varios factores interconectados entre los que destacan:

  • La calidad de los contenidos que se ofrecen.

  • Unas condiciones laborales dignas para los periodistas.

  • El buen gobierno corporativo de las empresas de comunicación.

  • La capacidad de establecer una conexión significativa y transparente con las audiencias.

Desde esta perspectiva, la debilidad en uno de los pilares, como podría ser actualmente el bienestar de los profesionales, afecta a la estabilidad de todo el sistema.

Un periodista precarizado tendrá más dificultades para producir información de calidad, lo que a su vez mermará la confianza de la audiencia y la sostenibilidad del medio.

Una responsabilidad compartida para la reconstrucción

Si aceptamos este enfoque sistémico, la reconstrucción de la confianza se presenta como una tarea compartida. Los medios de comunicación tienen la oportunidad de liderar el cambio, invirtiendo en la calidad del periodismo y en el desarrollo de su capital humano.

Esto implica no solo apostar por la innovación y los nuevos formatos, sino también por unas condiciones laborales que permitan ejercer la profesión con rigor y ética.

Las universidades, por su parte, pueden contribuir formando a profesionales con una visión integral, dotados de herramientas técnicas, una sólida base ética y capacidad de adaptación a un entorno en constante evolución.

Finalmente, las audiencias también desempeñan un papel activo. Su exigencia crítica, su disposición a valorar y apoyar el periodismo de calidad –incluso económicamente– y su alfabetización mediática para discernir entre fuentes fiables y desinformación son fundamentales para la salud del ecosistema informativo.

Restablecer el equilibrio de este ecosistema es un reto complejo, pero indispensable para el futuro del periodismo y, en última instancia, de nuestra sociedad.