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Martín Santiváñez Vivanco, Investigador del Navarra Center for International Development , Universidad de Navarra

El Tsunami tricolor

mar, 02 oct 2012 10:49:14 +0000 Publicado en le="color: #888888;">El Mundo

Más temprano que tarde, el fantasma de Bolívar derrotará al chavismo. Chateubriand tenía razón. Hay algunas voces que tienen algo de sagrado porque emergen del sepulcro.  Cuando analizamos la actual situación política de Venezuela y el clima de tensión que experimenta el país (con muertos y violencia en plena campaña electoral), acude a nuestra mente una sentencia de ultratumba, aquella pronunciada por el Libertador en el discurso de Angostura: "para sacar de este caos a nuestra naciente República, todas nuestras facultades morales no serán bastantes si no fundimos la masa del pueblo en un todo; la composición del gobierno en un todo; la legislación en un todo y el espíritu nacional en un todo. Unidad, unidad, unidad. Unidad debe ser nuestra divisa."  Casi doscientos años después se ha hecho patente que para vencer al "candidato del amor" (uno de los nombres del Presidente Hugo Chávez en esta campaña), el único camino es el de la unidad de los demócratas. Capriles ya ha logrado una primera e indiscutible victoria al convocar bajo su bandera a toda la oposición.

Sin embargo, un eventual descalabro del chavismo no eliminará la cultura política que ha hecho posible el dominio del cesarismo por casi tres lustros. El Comandante Chávez es el producto de una sociedad compleja y profundamente desigual. La historia venezolana (Páez, Gómez, Pérez Jiménez, etc.) no se comprende sin el caudillismo. Y los caudillos latinos, históricamente, sólo han sido derrotados mediante coaliciones de unidad. Así fue con todos los césares tropicales, desde Porfirio Díaz hasta Perón. El culto a la personalidad es anterior a las repúblicas —nuestros presidentes son una especie de Virreyes sin juicio de residencia, decía Víctor Andrés Belaunde— y la vertiente mesiánica ha sido potenciada incluso en democracia. Chávez cree que es "el hombre del designio providencial", el redentor según la fórmula de Krauze.

La larga marcha tricolor hacia la libertad que hoy inunda las calles de Venezuela tiene como objetivo recuperar el modelo republicano y la separación de poderes, el equilibrio constitucional y la democracia representativa, sin romper del todo con el asistencialismo propio de la era chavista. El chavismo no sólo ha instrumentalizado los medios de comunicación y cooptado las empresas públicas. El caudillo se ha fundido con las instituciones. Ante el despliegue de la maquinaria estatal, el tsunami tricolor tiene que demostrar que es lo suficientemente poderoso como para defender una victoria sin caer en la provocación de la violencia. Para ello, ha de continuar apelando a esa política de la esperanza que está a punto de vencer al Leviatán chavista que tanto miedo se empeña en difundir.