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“Poco a poco he ido cultivando mi vocación, me he dado cuenta de que el seminario no es un lugar sino un tiempo”

De origen colombiano, Hernando Bello tiene 28 años, es licenciado en Filosofía y Periodismo y actualmente se forma en la Universidad de Navarra para ser sacerdote


FotoChus Cantalapiedra/Hernando Bello, estudiante del Bachiller en Teología.

28 | 04 | 2021

Recién cumplidos los 16 años, Hernando Bello (Colombia, 1993) se encontró en casa una biografía de Juan Pablo II. Siempre había sido un gran lector y gracias a esta afición Dios le abrió los ojos. Era verano y cuenta que, aunque no entendía muchas cosas, le encantó: “La leí del tirón y eran unas mil trescientas páginas. Su figura me impresionó tanto que decidí que quería estudiar Teología. No ser sacerdote, sólo estudiar Teología, porque supongo que no me atrevía aún a reconocer mi vocación”.

Poco después comenzó su período de discernimiento. Llegado el momento de elegir carrera universitaria, su director espiritual le recomendó que antes de entrar al seminario hiciese alguna carrera civil. Le habló de Pamplona y, tras valorarlo con sus padres, en septiembre de 2011 vino a estudiar la doble licenciatura de Filosofía y Periodismo, becado por Alumni y por la Fundación CARF.

“Hacer primero una carrera civil me ha ayudado a situarme y a poner los pies en la tierra. Más que distraerme del llamado de Dios, contribuyó a fortalecerlo. Así que poco a poco he ido cultivando mi vocación. Ahora sí estoy en el seminario propiamente dicho, pero me he dado cuenta de que el seminario no es un lugar sino un tiempo”, asegura.

Lo que Hernando no supo hasta que habló a sus padres de su vocación, era que ésta había sido fruto de una petición que su madre le hizo a la Virgen de Medjugorge: “Mis padres no podían tener hijos, así que aprovecharon una visita de la imagen de la Virgen a la Catedral de Cartagena de Indias para ir a rezarle. Mi madre le dijo a la Virgen: ‘Si me das un hijo, yo se lo consagro a tu Hijo’. El 1 de mayo —primer día del mes de María— nací y, como Dios no se deja ganar en generosidad, tres años después nació mi hermano”.

Además de a la Virgen María, por razones obvias, guarda especial devoción por San Juan Pablo II, San Josemaría Escrivá y por Santa Teresa de Jesús. “Me encanta Ávila y siempre que he ido lo he disfrutado muchísimo”, destaca. Y asegura que le encantaría poder ayudar allí en una parroquia en verano.

A lo largo de su etapa universitaria ha cultivado la afición a escribir, ha hecho voluntariado con Tantaka, realizando apoyo escolar, y ha formado parte del equipo de Arguments, donde colaboraba con la página web. Actualmente vive en el Seminario Internacional Bidasoa y si Dios quiere, en junio de 2022, concluirá el Bachiller en Teología: “Si nací en Cartagena creo que es porque el Señor quiere que esté allí. Me gustaría volver a Colombia y ayudar en la formación de vocaciones. De Santa Teresa y de San Josemaría he aprendido que la vocación debe plantearse como el cultivo de una relación de amistad con Dios. Cuando existe esa amistad, uno refleja la alegría de su vocación”.

Se siente muy agradecido por todo el apoyo recibido de sus formadores, tanto en el Seminario de Cartagena y en Bidasoa como en la Facultad de Teología de la Universidad y en los Colegios Mayores donde ha vivido. También por la ayuda de todos los benefactores que lo han hecho posible, tanto de la Beca Alumni, con la que estudió el grado, como de sus padres y de la Fundación CARF.

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