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"Me tiré a la piscina. Hablé con el profesor, le expliqué lo que se me había ocurrido y lo pusimos en marcha"

Esther Erdozain, ha creado una compleja Base de Datos para el Proyecto Taller de Baloncesto de Tantaka

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FOTO: Cedida
27/05/16 12:39 Inés Escauriaza

Alegre, dinámica, inquieta, y deportista. Estas cuatro palabras encajan como anillo al dedo con Esther Erdozain Laseca, natural de Pamplona (Navarra) quien al llegar a la Universidad ha logrado cruzar sus dos pasiones, el deporte y la profesión de Assistant, para la que se prepara estudiando la carrera de Asistencia de Dirección en ISSA Universidad de Navarra.

Asistió a una Jornada de Puertas Abiertas de la Universidad cuando estudiaba 2º de Bachiller en el IES Basoko y movida por sus ganas de hacer algo por los demás se acercó al stand de Tantaka, el Banco de Tiempo Solidario de la Universidad de Navarra. Allí, le contaron los proyectos que realizaban y tuvo claro que quería involucrarse en alguno de ellos al llegar a la Universidad. “Siempre había sentido la necesidad de hacer algo por los demás y vi que había llegado mi momento”, resalta. Al poco de matricularse empezó como entrenadora de baloncesto en el Taller de Baloncesto de Tantaka, en colaboración con la Fundación Core. El proyecto que nació de la mano de Teresa Gutiérrez, alumna de enfermería, ha crecido mucho en los tres años y medio de andadura y recientemente recibió el premio de la primera edición de la Cátedra María Egea.

En este segundo curso, Esther ha ido involucrándose cada vez más en el Proyecto, sobre todo al ver que podía aportar, además de sus conocimientos en baloncesto, lo que iba aprendiendo durante la carrera. “El trimestre pasado cuando empezamos Access en la asignatura de Informática II, enseguida me di cuenta de que faltaba dotar al proyecto de una buena base de datos y que con lo que estaba aprendiendo en ISSA podría hacerlo”. Apenas había conocido la existencia de Access cuando, comenta Esther: “Me tiré a la piscina. Hablé con el profesor, le expliqué lo que se me había ocurrido y lo pusimos en marcha”. Poner en práctica lo que iba aprendiendo en clase le sirvió también para afianzar conocimientos y dominar la materia en poco tiempo.

Lo que más atrae a Esther del proyecto es ver que a través del baloncesto se inculca entre los chavales valores como la amistad, el compañerismo, respeto, trabajo en equipo… y no sólo eso, han tenido varias experiencias en las que gracias al Proyecto algunos chicos han pasado a ilusionarse con lo que hacen, a mejorar su expediente académico e incluso a plantearse acceder a la universidad. Algo que antes veían inalcanzable.

Para Esther: “Cada entrenamiento es único y especial. Nada más llegar los niños te reciben con una sonrisa, te saludan y te abrazan. Es una relación que se construye poco a poco, siempre hay unos que son más cariñosos que otros, pero todos y cada uno de ellos son mis chicos. Siento alegría, esperanza e ilusión”. 

“A través de Tantaka tenemos medios para ayudar a los chavales, cruzar diferentes proyectos. Por ejemplo, un chico este año empezó a ganar confianza en sí mismo a través del taller de baloncesto e indagando vimos que necesitaba apoyo escolar, por lo que empezó a asistir a clases de apoyo y en nada logró aprobar todas las asignaturas con buenas notas. Como muchos chicos tienen problemas económicos les ofrecemos la posibilidad de inscribirse en un curso gratuito de árbitros o de mesa para que ingresen algo de dinero para salir adelante. También hemos conocido chavales con depresión que gracias al baloncesto encuentran una vía de escape y consiguen superarlo”.

Actualmente participan en el taller niños y jóvenes desde los 5 hasta los 17 años, que vienen los sábados por la mañana con sus familias. “Es muy gratificante ver cómo sólo con tu ejemplo puedes influir en las ilusiones y en el futuro de otros”.

Esther es también voluntaria fotográfica por lo que en las actividades que organizan con el Proyecto es ella quien cubre los eventos fotográficamente. El curso pasado organizaron un campeonato de baloncesto en Olite, en el que además de jugar a baloncesto, visitaron el castillo y comieron todos juntos. La idea es organizar cada año al menos una salida. “El voluntariado te da mucho. No es dinero, ropa ni nada material; es algo mucho más valioso, es alegría, cariño, esperanza, ilusión, amor... y lo más bonito es que lo recibes sin pedirlo y es de verdad”.

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