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Don Miguel Lluch, la rosa y el libro

Acto académico in memoriam en la Universidad de Navarra

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​El profesor Josep-Ignasi Saranyana durante su discurso. FOTO: Manuel Castells
27/04/15 19:26 David Sanchis Cano

A las 12:56 horas del día de San Jorge, una rosa roja arranca carcajadas y aplausos en el Aula Magna del Edificio Central de la Universidad de Navarra. Josep-Ignasi Saranyana, sacerdote y profesor ordinario emérito de la Facultad de Teología de esta universidad, se la acaba de colocar en la solapa de su americana negra para imitar a Vito Corleone. Ya había avisado: quería combinar "palabras solemnes y humor festivo" en el acto académico in memoriam del profesor Miguel Lluch Baixauli, fallecido el 2 de febrero.

Apenas un minuto después, Saranyana termina su imitación de un diálogo de la película El Padrino que tantas veces recitó don Miguel, y comenta tras los aplausos que despierta de nuevo en el público: "Esta era la alegría que sembraba a su alrededor". Sin embargo, quiere ser fiel a su promesa, y tras el "humor festivo" llegan las "palabras solemnes". En su afán por mostrar la gran altura intelectual de don Miguel y a qué dedicó su carrera académica, salen a relucir términos como "condición extrapredicamental o supracategorial del ser" y nombres como Boecio o Tomás de Aquino.

Saranyana describe parte del currículum de don Miguel y hace referencia, entre otras cosas, a sus dos tesis doctorales, una defendida en Pamplona y otra en Lovaina la Nueva (Bélgica); a la familiaridad que llegó a tener con el latín medieval y el mundo clásico, y a su función como director del Instituto de Antropología y Ética de la Universidad de Navarra durante doce años. Pero el profesor emérito no ha querido sólo hablar de la brillante trayectoria académica del homenajeado, y en sus palabras ha dado un relieve central a la ordenación sacerdotal de don Miguel, a su "amor al sacramento de la confesión" y a su "disponibilidad habitual para predicar el Evangelio".

Son las 13:15 cuando Saranyana deja el atril. Todo ha empezado tres cuartos de hora antes, cuando el Aula Magna se ha llenado de familiares -llegados en su mayoría de Valencia, la tierra que le vio nacer en 1959-, amigos, profesores y alumnos que compartieron con don Miguel horas de clase, o que vivieron con él en la que fue su última casa: el Colegio Mayor Mendaur. El primer ponente del acto, Eduardo Terrasa, subdirector del Instituto de Antropología y Ética (IAE), recordaba las expresiones coloquiales que solía usar el profesor Miguel Lluch.

"Le quitaba a los problemas lo que tenían de seriedad mala", aseguraba Terrasa, mientras hacía hincapié en algunas ideas de la personalidad de don Miguel: su "simpatía desbordante y comedida a la vez", la "sorprendente capacidad de alegrar la vida", la habilidad para hacer de lo "desanimante" un "motivo de esperanza" y la virtud de "convertir las circunstancias más corrientes de la vida en una aventura". Eduardo Terrasa  recordó también que don  Miguel fue "un disfrutón" que supo "rendir homenaje a la bondad de las cosas que han salido de Dios y de la mano de los hombres", y que "dio con el tono genialmente adecuado con el que se debe vivir la vida".

Tras las intervenciones de Terrasa y Saranyana, le tocó el turno a Alejandro Llano, catedrático emérito de Metafísica y tercer ponente del acto, quien se dirigió a un público que apenas dejó de reír o, por lo menos, de esbozar una sonrisa durante su discurso. A don Miguel le gustaban las metáforas bélicas, algo a lo que Llano hizo alusión para hablar de un hombre que no confió "en las armas ni en las estrategias, sino en la fuerza de la fe", de manera que en su vida se adivinan "claros ecos de la alegría y el empuje de San Josemaría". Alejandro Llano no escatimó elogios a su "amigo del alma, compañero entrañable que alzó el vuelo tan pronto, demasiado pronto", idea que retomó Alfonso Sánchez-Tabernero, rector de la Universidad de Navarra, a las 13:30, momento de la última intervención del acto. "¿Cómo se nos puede ir?", relató al recordar su primera reacción tras enterarse del fallecimiento de don Miguel. Le pareció increíble que terminara la vida de un hombre "tan listo, tan bueno, tan divertido, tan joven".

Unos veinte minutos antes de las dos de la tarde del día de San Jorge, un libro capta la atención del público que llena el Aula Magna de la Universidad de Navarra. Sánchez-Tabernero lo enseña desde la mesa presidencial. Su título es Visión cristiana del mundo. Escritos sobre cristianismo y cultura contemporánea, primera obra póstuma de don Miguel. En la portada, la imagen del desembarco de Normandía, una de las escenas favoritas de un hombre que ahora, en palabras del rector, "desde el cielo intercede por nosotros".

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