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“No existen secretos: solo buenas ideas, trabajo duro y perseverancia”

Avelino Corma fue el primer invitado de las Lecciones José María Albareda

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Avelino Corma
FOTO: Manuel Castells
27/01/17 15:14 Laura Juampérez

La carrera de Avelino Corma (Castellón, 1951) dio un salto de gigante cuando, en 1989, CEPSA industrializo su patente sobre zeolitas aplicadas al refinado de hidrocarburos para mejorar el octanaje de sus gasolinas. Con este empujón, puso en marcha el Instituto de Tecnología Química de Valencia. Y cumplió dos sueños en uno: contar con un centro para investigar en la aplicación de las zeolitas en campos como la biomasa, la medicina o la farmacología; y revertir en su tierra parte de lo que había conseguido gracias a las becas que recibió cuando era estudiante. Hasta el momento su trabajo le ha reportado más de ciento cincuenta patentes y un instituto con cerca de doscientos investigadores. De todo ello ha hablado en las prestigiosas Faraday Discussion, un foro al que casi es requisito asistir para recibir un Premio Nobel.

Para profanos en la materia, díganos, ¿qué son los catalizadores?
Los catalizadores son materiales o moléculas cuyo objetivo es llevar a cabo las reacciones química a mayor velocidad y, además, dirigirlas hacia el producto deseado, de modo que se evite la formación de subproductos que no interesan.

¿Y las zeolitas, a las que ha dedicado gran parte de su vida profesional?
Las zeolitas poseen la peculiaridad de que permiten, hasta cierto punto, controlar el tamaño de sus poros. Pueden actuar como tamices moleculares y seleccionar, de entre varias moléculas, cuáles van a penetrar en los poros, van a encontrar los centros activos y van a reaccionar. En definitiva, representan una manera óptima de aumentar la selectividad al producto deseado.

Su aplicación en el mundo de los hidrocarburos, ¿fue la clave para el impulso del equipo?
En una primera etapa fue así, sin duda, pero ahora tenemos otros proyectos de química que están alcanzando una gran relevancia, en biomedicina y en fuentes de energía alternativas como la biomasa.

¿Quizá porque el sector del automóvil está sondeando otras fuentes de energía, como los coches eléctricos?
Las previsiones, para los próximos quince o veinte años, indican que los hidrocarburos fósiles van a seguir siendo la principal fuente de energía. No obstante, otras como la eólica o la solar van a aumentar sus cuotas energéticas y poco a poco representaran una alternativa a los combustibles tradicionales.

A pesar de los avances, se ha extendido una cierta percepción social de que cada vez contaminamos más, y que la química tiene parte de culpa…
En esto podemos ser tajantes: la química no contamina. En todo caso contaminaría el mal uso que hiciéramos de ella. Si respetamos las leyes y las normativas, si desarrollamos procesos cada vez más limpios, es gracias a la química bien hecha.

Nuestro nivel de vida sería imposible sin ella. Si no fuera por la química, los pacientes con enfermedades infecciosas no sobrevivirían. Y no solo eso, sino que resultaría imposible controlar su expansión. En otro orden de cosas, el boom de la agricultura — que alimenta a buena parte de los seis mil millones de habitantes del Planeta— solo ha sido posible con la introducción de los fertilizantes sintéticos.

Y, desde luego, no hubiéramos llegado a este nivel de desarrollo sin los hidrocarburos fósiles. Si echamos la vista atrás, hace tan solo cuarenta o cincuenta años obteníamos energía quemando grandes cantidades de leña. .Hubiera sido más sostenible continuar por esa senda o ha sido mejor lograr el desarrollo del refinado de los hidrocarburos? Esto es lo que ha permitido la química y la ingeniería.

Entonces, ¿a qué cree que se debe su mala fama?
En primer lugar, resulta muy fácil achacar toda la culpa a la química, aunque gran parte de estas acusaciones no se sostengan. Repito que la química es precisamente la ciencia que ha impulsado nuestro nivel de vida. Es cierto que el uso inadecuado puede acarrear problemas, pero lo mismo sucede con la energía nuclear, por ejemplo. Las fuentes nucleares han prestado grandes servicios a la humanidad — tanto para el suministro energético como desde el punto de vista médico—. No obstante, ya sabemos que sucede si se utiliza mal o no se toman las precauciones necesarias para su control.

Según HCR, y ha publicado más de novecientos artículos en revistas. Entre ellas, Science y Nature. ¿Cómo ha accedido a este nivel de publicaciones desde la ciencia básica?
No ha resultado nada sencillo. Cuando miro atrás me doy cuenta de que en mi vida lo que he hecho ha sido fundamentalmente trabajar. También he tenido suerte al estar rodeado de colaboradores muy buenos que han creído en el proyecto. Al final, no hay secretos: se trata de tener buenas ideas, trabajar duro y perseverar.

Con esa fórmula ha registrado más de ciento cincuenta patentes. ¿La patentabilidad es un buen sistema para que la ciencia avance?
Son cuestiones que no están reñidas. Investigamos para encontrar nuevas soluciones a los problemas o cuestiones científicas que se plantean. Es imprescindible que ese trabajo se publique para que otros grupos científicos accedan a él. La patente, además, protege ese avance, que puede haber tenido un coste muy elevado. Es habitual que las empresas, cuando realizan grandes inversiones en investigación, quieran salvaguardar los resultados. De otro modo, llegarían a sus competidores sin que estos hubieran invertido nada.

Enlace a la entrevista completa en Nuestro Tiempo. (.pdf)

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