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“Los hijos no ven la necesidad del esfuerzo, lo que dificulta el desarrollo de la voluntad”, afirma el profesor de la Universidad de Navarra Gerardo Castillo. El experto en Educación y Psicología advierte en su libro ‘Retos de los adolescentes posmodernos’ (Ed. Eunate) sobre las consecuencias del ‘permisivismo educativo’. Entre ellas, se encuentra el “fomentar la conducta puramente espontánea, carente de reflexión y de autoexigencia”.

Castillo explica que los padres que no ejercen la autoridad están criando hijos sin autocontrol y sin respeto. De acuerdo con el educador, tolerar que un niño dé patadas a su madre con el fin de que no se frustre o pierda la autoestima es engendrar un tirano que muy probablemente acabe maltratando a sus progenitores: “El síndrome del pequeño emperador aumenta de forma considerable”, indica.

Respecto a la sociedad del futuro, aventura que será “tan permisiva como la actual”, caracterizada por la crisis de valores como la verdad, la justicia y la honestidad. “En la sociedad permisiva las normas morales no trascienden al individuo, sino que surgen de manera autónoma”, señala, “lo que es ético se decide por mayoría o consenso en cada momento”. Asegura que dicho contexto ya está afectando a las familias, pues genera individualismo entre sus miembros.

Consumismo, nuevo elixir de la felicidad

Por otra parte, el experto sostiene que en la sociedad consumista actual se habla mucho de la adicción al alcohol y a las drogas; pero muy poco de la adicción a las cosas, que en algunos casos llega a la idolatría: “El consumismo es el nuevo elixir de la felicidad. Se ignora que a más consumismo, menos protagonismo personal”. Como solución, propone educar la libertad en las familias y enseñar a los hijos que la felicidad no se puede comprar; lo cual requiere formar a los padres en sus responsabilidades familiares.

Asimismo, según Castillo, todo lo positivo de la sociedad está en germen en la familia. “La sociedad ya no es educadora, está desapareciendo el culto a los héroes que nos daban ejemplo de sacrificio y superación”, añade. Por ese motivo, concluye que falta educación preventiva: “La educación del adolescente debe empezar en la preadolescencia”.