La doctoranda de Tecnun, María Bikuña, segunda en el Premio José María Ferrero Corral, dirigido a estudiantes de Máster y Doctorado
Su proyecto trata sobre el desarrollo de un modelo in vitro de malla trabecular basado en policaprolactona, un polímero biocompatible
21 | 12 | 2020
La doctoranda de Tecnun, María Bikuña, ha quedado segunda en el Premio José María Ferrero Corral, dirigido a estudiantes de Máster y Doctorado. Se trata de unos galardones con temáticas muy variadas; desde análisis de la señal, de imágenes o del movimiento humano, hasta proyectos más experimentales de ingeniería de tejidos.
El glaucoma es una enfermedad del ojo que le roba la visión de manera gradual. Por lo general no presenta síntomas y puede resultar en la pérdida de la visión de manera repentina. Sin el tratamiento apropiado, el glaucoma puede llevar a la ceguera. La buena noticia es que con exámenes oftalmológicos periódicos, la detección temprana y el tratamiento puede preservarse la vista. En la mayoría de los tipos de glaucoma, el sistema de drenaje del ojo se tapa y el fluido intraocular no puede drenar. Al acumularse, causa un aumento de presión en el interior del ojo que daña al nervio óptico que es muy sensible, llevando a la pérdida de la visión.
El proyecto de María trata sobre el desarrollo de un modelo in vitro de malla trabecular basado en policaprolactona, un polímero biocompatible. La aplicación de este proyecto se centra en la enfermedad del glaucoma, una enfermedad que hace perder la visión poco a poco y que hoy por hoy no tiene cura.
A modo de curiosidad, su proyecto era el más experimental, “donde trabajamos con células y la biología/fisiología del ojo humano", destaca la doctoranda de Tecnun, quien se muestra muy contenta con este reconocimiento. El resto de los trabajos seleccionados se centraban en el análisis de las señales, mejoras de tecnologías de predicción o movimientos humanos.
En enero, María completó su primer año de tesis en Tecnun. Actualmente se dedica al proceso de fabricación del "electropsinning", que consiste en aplicar un campo eléctrico a una disolución de polímero, que es obligado a ser extruido por una aguja para formar nanofibras. “Además, me dedico a la caracterización mecánica de las mismas”, abunda esta ingeniera. “Intentamos fabricar con este método un entorno idóneo para el crecimiento celular y para ello necesitamos controlar los parámetros de fabricación y analizar bien las estructuras que hemos creado, para ya después comprobar si las células crecen correctamente”.
María asegura que este premio ha supuesto un empujón, “un punch motivacional para seguir con la tesis”. “Al inicio de la tesis te advierten de que no todo sale a la primera y que puede llegar a ser frustrante. Ha sido un año difícil, además la pandemia no ha ayudado en el avance del proyecto ya que es una actividad experimental y es imprescindible el laboratorio. El premio ha sido un reconocimiento al esfuerzo y tiempo dedicado a la investigación, que muchas veces es ardua y no del todo gratificante, y un empujón para seguir investigando”.