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Más de tres décadas en las aulas de nuestra Universidad se lleva Agustín González Enciso. Años en los que también ha sido vicedecano de la Facultad de Económicas (1988-91), vicerrector de las facultades de Humanidades y Ciencias Sociales (1991-97) o director del departamento de Historia (1996-2002).

El pasado viernes, la Facultad de Filosofía y Letras le rindió un homenaje; y, con motivo de su despedida, el profesor recuerda su paso por el campus, al que llegó atraído por la idea de fomentar el estudio de una economía “con rostro humano”:

 

Cuando llegó a la Universidad, en 1987, ya era catedrático, ¿cuál fue su trayectoria anterior?

Estudié Filosofía y Letras (1972), y me doctoré en Historia (1976) en la Universidad de Valladolid, con el profesor Luis Miguel Enciso. Luego hice una larga estancia postdoctoral en Estados Unidos (Yale y Harvard), y de vuelta a España, fui profesor adjunto en la Universidad Autónoma de Madrid (1980) y catedrático en la de Murcia (1982).

 

¿Cómo llegó a la Universidad?

Se iba a empezar la Facultad de Ciencias Económicas y yo me había especializado en Historia Económica. Preguntaron al profesor Valentín Vázquez de Prada y dio mi nombre como posible profesor de esa materia. Lo demás fue sencillo: me llamaron a casa y la idea me gustó, así es que nos vinimos toda la familia a Pamplona.

 

¿Cuáles fueron sus primeras impresiones?

Encontré verdadera preocupación por los alumnos, unas relaciones personales muy buenas y ambiente de familia; se fomentaba la iniciativa personal y la participación de todos, con entrega generosa al trabajo. Por otro lado, el proyecto de hacer una facultad que fomentara el estudio de una “economía con rostro humano”, como decía su primer decano, Miguel Alfonso Martínez-Echevarría, me parecía tan estupendo como necesario.

 

Después de ser vicedecano en la Facultad de Económicas y vicerrector, ¿cambiaron esas impresiones?

Pronto me di cuenta de que había que hacer algo más que dar clase, había que ser multitask [multitarea]. Participar en puestos de gobierno te da otra perspectiva, porque se ven los problemas generales y que la Universidad es un todo. Aprecias que los demás también piensan y tienen opinión (normalmente, mejor que la de uno) y ves que lo mejor es trabajar en equipo.

 

Vino después otra etapa.

Al dejar el vicerrectorado, intenté dedicar más tiempo a la investigación (las clases no las había abandonado), pero vinieron otras cosas, como la dirección del departamento de Historia, el Instituto de Ciencias para la Familia o una mayor colaboración en el Instituto Empresa y Humanismo. Ya no era sólo multitask, sino multithink [“multipensador”], porque necesitaba registros mentales muy variados. Pero aprendí y disfruté mucho. Con eso podía proyectar la Historia hacia otros campos y aportar explicaciones históricas para problemas actuales.

 

¿Cómo valora la labor interdisciplinar?

Lo interdisciplinar en Humanidades es hoy inexcusable para ver más y de otra forma. La labor de esos institutos fue pionera y para mí, altamente enriquecedora: me abrió nuevas perspectivas y puertas internacionales (Italia, América Latina). Entonces no existía el ICS, ni había dobles grados, así es que estos institutos cubrían las actividades, docencia e investigación interdisciplinares. Suponen un gran valor agregado para la Universidad.

 

¿Dónde quedaba la investigación?

A pesar de todo, saqué tiempo para investigar; además, el ritmo fue creciendo. Con la inestimable ayuda del profesor Rafael Torres, fuimos buscando doctorandos, consiguiendo ayudas económicas y formando grupos de investigación. Los frutos fueron abundantes: tesis, congresos, papers…

 

¿Qué planes tiene para el futuro inmediato?

Sigo estando en el Patronato del Instituto Empresa y Humanismo y colaboro en el departamento de Historia, cuando me lo piden. Ahora puedo investigar más en la Biblioteca y todavía está vivo el proyecto de investigación que dirige el profesor Torres: el estudio “Movilización de recursos para la guerra en el siglo XVIII”.