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Volver La Facultad de Teología y la Facultad Eclesiástica de Filosofía celebran Santo Tomás de Aquino con una conferencia sobre la Inmaculada Concepción

Conferencia sobre la Inmaculada Concepción para celebrar Santo Tomás de Aquino

El profesor Juan Luis Bastero explicó la historia del dogma y trató de mostrar la riqueza del magisterio pontificio reciente

19/01/12 12:10
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De izquierda a derecha: Juan Luis Bastero, profesor de la Facultad de Teología; Juan Chapa, decano de la Facultad de Teología; y José Ángel García Cuadrado, decano de la Facultad Eclesiástica de Filosofía. FOTO: Manuel Castells

La Facultad de Teología y la Facultad Eclesiástica de Filosofía de la Universidad de Navarra celebró la festividad de Santo Tomás de Aquino con una conferencia a cargo del profesor Juan Luis Bastero, sobre ‘La Inmaculada Concepción. Desarrollo Histórico'. El acto, al que asistieron numerosos profesores y alumnos del centro, tuvo lugar en el Aula Magna del edificio de Facultades Eclesiásticas.

En la primera parte de la intervención, el teólogo del campus de Pamplona repasó cómo se ha ido profundizando a lo largo de la historia en la comprensión de este dogma, mientras que en la segunda se centró en mostrar la riqueza del magisterio pontificio reciente.

Según explicó, la doctrina sobre la Inmaculada Concepción de Santa María, es decir, "la afirmación de su total preservación de toda mancha de pecado desde el primer instante de su concepción" es el resultado "de un largo proceso en el que a lo largo de los siglos el pueblo cristiano primero y los teólogos después han ido tomando una conciencia cada vez más clara de las implicaciones que se encuentran en la afirmación de la plenitud de gracia y de la total santidad de la Madre del Señor".

El profesor Bastero señaló que los primeros autores cristianos no hablaron explícitamente sobre la Inmaculada Concepción en sus textos, pero sí apuntaron en la relación entre Santa María y la obra de la redención, tal y como se refleja en el paralelismo Eva (origen del pecado) – María (origen de la salvación), en el que profundizaron más adelante los Padres de la Iglesia. Según dijo, la primera referencia se encuentra en el panegírico de Theoteknos de Livias, entre los años 550-650; y más adelante en la Alta Edad Media, abundan los escritores orientales y occidentales "que reafirman la plena santidad de María desde su concepción".

La contribución de santo Tomás de Aquino

El teólogo de la Universidad de Navarra señaló que en el siglo XII comenzó la controversia teológica sobre la concepción inmaculada de María, que dividió a los teólogos en dos tendencias: la negativa, que niega la concepción sin mancha de María, y que apoyaron san Anselmo, san Bernardo, san Alberto, Alejandro de Hales…; y la positiva, que defendieron Eadmero, Guillermo de Ware, Duns Escoto, Francisco Maironis, y teólogos de la Compañía de Jesús, los franciscanos, los servitas, los agustinos, los carmelitas...

Uno de los representantes de la corriente negativa fue, precisamente, santo Tomás de Aquino. Sin embargo, aunque el Aquinate negó el dogma de la Inmaculada Concepción, el profesor Bastero quiso destacar que "su doctrina sirvió para perfilar y profundizar en la doctrina inmaculista. En efecto, muchos estudiosos sostienen que santo Tomás fue el primero que hizo la distinción entre pecado en cuanto al acto (o personal) y pecado en cuanto al débito (o deuda de la naturaleza)". Y, si bien santo Tomás no la aplicó a la Virgen María "porque la devoción a la Inmaculada no había arraigado aún suficientemente y la misma Iglesia Romana no la celebraba todavía", la distinción que estableció, según el teólogo de la Universidad de Navarra, "contribuyó más a la evolución correcta de este dogma que algunos que lo afirmaban sin preocuparse de salvar las dificultades supremas: la universalidad del pecado y la universalidad de la Redención por Jesucristo".

Ya en el siglo XVII, tal y como indicó Juan Luis Bastero, "existió un verdadero fervor concepcionista, de tal manera que más de 150 universidades defendían el privilegio y unas 50 exigían el juramento en la colación de grados. En las aulas teológicas de las más afamadas universidades se planteaba con rigor, en primer lugar, la defensa de la Inmaculada Concepción como una verdad de fe y más adelante se estudiaba su posible definibilidad como dogma".

El dogma en los magisterios de Pablo VI y de Juan Pablo II

Posteriormente, recordó que en el XIX, tanto Pío VII como León XII defendieron la celebración de la misa propia de la Inmaculada Concepción, y que el beato Pío IX definió el dogma mediante la bula Ineffabilis Deus  en 1854. A continuación, en la primera mitad del siglo XX se produjo un gran auge de la ciencia mariológica y de la devoción.

Por último, el profesor Bastero analizó el dogma de la Inmaculada Concepción en los magisterios de Pablo VI y de Juan Pablo II: "Ambos siguieron literalmente la formulación de la bula  Ineffabilis Deus de Pío IX y afirmaron que este dogma consiste en la «preservación, por los méritos de Cristo, de la mancha hereditaria, propia de la generación humana». Esa formulación dogmática se refiere stricto sensu «a la inmunidad del pecado original», y no cabe, por tanto, prescindir de este dato, tomando, en ese caso, como primigenio y esencial la plenitud de gracia".

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