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Preparando la Navidad: un par de celebraciones del calendario festivo de diciembre


FotoCedida/Xilografía de la Virgen de la Esperanza, en un cartel de su Congregación barcelonesa, 1828

Hasta hace unas décadas, el tiempo litúrgico de la Navidad terminaba con la fiesta de las Candelas. El dicho popular aún nos recuerda: “Hasta la Purificación, Pascuas son”.  Hasta ese día se sucedían algunas fiestas como la del Dulce nombre de Jesús, celebrada tradicionalmente el domingo tras la octava de Reyes, hasta que Roma fijó su festividad en la dominica segunda después de la Epifanía.

Del mismo modo, el Adviento ha estado salpicado, a lo largo del mes de diciembre, de algunas celebraciones que preconizan la inminente venida del Mesías, si bien la mayor parte de ellas han caído en el olvido, al menos con los contenidos y formas que tuvieron en los tiempos pasados.

La Virgen de la Esperanza

La Virgen de la Esperanza o de la O se celebra el día 18 de diciembre y es una advocación mariana que se asocia con el Adviento o espera de la Natividad de Cristo, cuando la Virgen estaba embarazada. La razón del nombre "O" es la exclamación admirativa “Oh” que aparece en las siete estrofas de las Vísperas que preceden a la Navidad, entre los días 17 y 23. Cada antífona es uno de los nombres de Cristo, uno de sus atributos mencionados en las Escrituras. El día 17: O Sapientia (Sabiduría), el 18: O Adonai (uno de los nombres de Dios en hebreo: Señor mío), el 19: O Radix Jesse (Raíz de Jesé), el 20: O Clavis David (Llave de David), el 21: O Oriens (Amanecer), el 22: O Rex Gentium (Rey de las Naciones) y el 23: O Emmanuel (Dios con nosotros). Las primeras letras de los títulos, leídas en sentido inverso, forman el acróstico latino “Ero Cras”, que significa “Mañana, yo vendré”, y reflejan el tema de las antífonas.

En la catedral de Pamplona, la música, es decir las voces e instrumentos, acompañaban ese oficio. Por los apuntes del ceremoniero catedralicio del último tercio del siglo XIX, sabemos que “en las primeras Vísperas de la Expectación entona la antífona O Sapientia el Sr. Deán para lo cual acompaña el maestro de ceremonias desde su silla hasta el facistol, y después que se haya cantado toda la antífona lo vuelve a acompañar hasta la escalera del coro de arriba. Los seis días siguientes entonan las O las dignidades o canónigos más antiguos, previa invitación del Sr. Deán o presidente del coro, la que hace por medio del maestro de ceremonias”. En los conventos, las religiosas portaban una especie de estandarte con la “O” ornamentada con distintos motivos y las letras del comienzo de la antífona correspondiente a cada día.

La Virgen de la Esperanza cuenta con algunas representaciones exquisitas pertenecientes al periodo gótico. Recordemos la escultura pétrea de la basílica de la Virgen de la O en Pamplona, en la demarcación parroquial de San Lorenzo, en el barrio de Sandu Andía, procedente del convento de la Merced. Por su delicadeza destaca la que preside su retablo, en la capilla de los Villaespesa de la catedral de Tudela, obra de Bonanat Zaortiga (1412).


Virgen de la Esperanza, titular de su retablo de la catedral de Tudela, por Bonanat
Zaortiga, 1412

Durante el siglo XVI conocemos documentalmente algunos ejemplos con tipologías dependientes de la Virgen apocalíptica, como la escultura que Domingo de Segura hizo para Obanos en 1554, con el sol en el vientre de la Virgen. En la época barroca se construyó en Valtierra un templo mariano bajo la advocación de la Virgen de la Esperanza, que cuenta con un rico retablo barroco y un excepcional camarín con pinturas del Barroco decorativo. Otras ermitas de la misma advocación se encuentran en Úgar y Ciriza. La única parroquia de la Expectación de Nuestra Señora es la de Munárriz.

Las Jornadas

Entre las tradicionales devociones conventuales y familiares, figuraban las Jornaditas que eran una especie de novena de preparación para la Navidad. En México se celebran aún con gran pompa, en torno a una procesión con luminarias que parte de la iglesia, con las imágenes de María y José y un burro con un ángel. A lo largo del recorrido se pide posada para tan singulares peregrinos una y otra vez, hasta que finalmente se abre una puerta. Conocemos varias ediciones para la práctica de las Jornadas o Posaditas, y sabemos de la escenificación con imágenes de San José y la Virgen en busca de aposento.

Actualmente, en Pamplona tan sólo las Carmelitas Descalzas de la Calle Salsipuedes, siguen celebrando las Jornadas, que comienzan el día 16 de diciembre y terminan el día 24, con la lectura de unas consideraciones sobre las jornadas que hicieron José y María desde Nazaret a Belén.

La escenificación principal la llevan a cabo las hijas de Santa Teresa, al atardecer del día 23, cuando la comunidad con velas encendidas y cantando se dirige a una de las tribunas, en donde se encuentran las delicadas esculturas dieciochescas de los peregrinos, es decir María y José. Las letrillas de los cantos rezan: “San José que a la Virgen / va acompañando / con amantes suspiros / dice llorando: / ¡Ay de mi vida / mi dulce gloria, / de mi memoria, / prenda adorada, / Ay lo que siento el veros / tan fatigada!…”. En la última estrofa, la priora toma las dos imágenes y entonan otras coplillas de la tradición conventual, una de las cuales dice: “Pastorcita Virgen / Gloria de Belén / de un Príncipe Madre / que también es Rey / Ven a nuestros Valles / del Líbano ven./ Serás coronada, / Reina de Israel…”.  A partir de ese momento, la ceremonia cobra mayor fuerza, pues se va al despacho de la Santa, y a las celdas de la priora y de todas las monjas, en donde cada una reza, recita un poema o canta un villancico a los visitantes. Al final, en el coro, se realiza el ejercicio correspondiente de las Jornadas. 

Con el relato sencillo, cargado de simbolismo, no nos resulta difícil retrotraernos a los enladrillados y gélidos pasillos conventuales del convento antiguo, en la Plaza del Castillo, pues la tradición perdura con fuerza. Antes y ahora se trataba de preparar los caminos de la Navidad, para deleitar al corazón y a los sentimientos en la venida del Salvador.


Portada de las Jornadas, editadas en Manresa en 1875

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