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La música del compositor Alfredo Aracil, recién galardonado con el Premio Nacional de Música (2015), interpretada al piano por el Premio Nacional de Música (2013), Juan Carlos Garvayo, y las ilustraciones y textos del Premio Nacional de Diseño (1989), Alberto Corazón, se unen en un innovador espectáculo visual con realización multimedia de Simón Escudero. Producida por el Museo, en colaboración con el Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) y Metacción, ‘Siempre/Todavía. Ópera sin voces’ se estrenó en el teatro del Museo.

El origen de esta creación se encuentra en el libro “Damasco Suite, somos memoria” (Ahora Ediciones de Bibliofilia, 2004), publicado tras una trascendental estancia del diseñador madrileño en la capital siria, con motivo de una exposición retrospectiva que el Museo Nacional de Damasco dedicó a la pintura y escultura del propio Alberto Corazón. Un problema de aduanas retrasó varios días el montaje; tiempo que Corazón empleó en conocer a fondo Damasco, recorrer el museo repasando cada pieza y ruina de sus entonces ricos fondos, visitar Alepo, sus museos y, en definitiva, sumergirse en las raíces de la cultura siria. Pudo comprobar entonces que en Damasco confluye la historia de todas las civilizaciones y es lugar de encuentro multicultural.  Y elaboró un cuaderno de viaje, con ilustraciones y textos que le inspiraron su estancia allí.

La creación de ‘Siempre/Todavía. Ópera sin voces’ se produce gracias a la música que Aracil compone para visionar las ilustraciones y textos de Corazón. Esta primera composición convenció al diseñador e incluso le impulsó a desarrollar más dibujos específicamente para la obra que el compositor quería crear. Las 27 piezas musicales del Premio Nacional de Música 2015 entrelazan varios estilos y épocas como el Barroco, el Romanticismo y las vanguardias del siglo XX y XXI, y será interpretada en directo por el pianista Juan Carlos Garvayo. Los más de 500 dibujos y notas de Alberto Corazón constituyen una memoria de la riqueza cultural de Siria, pero sin querer focalizarla geográficamente en el país de Oriente Próximo, sino universalizarla para que sea más duradera.

Esta creación artística innovadora provoca el diálogo entre el grafismo animado y los textos proyectados en una gran pantalla, con la música compuesta ad hoc para piano solo. El espectáculo se amolda con la filosofía de aunar todas las disciplinas artísticas presentes en el Museo, en este caso, las artes plásticas con la música.

Las vivencias de un personaje ahora indefinido nos van acercando a la impresión de que el tiempo no es necesariamente esa corriente que todo lo arrastra sin posibilidad de vuelta atrás, sino a veces un lugar donde pasado, presente y futuro conviven: un tiempo-memoria, cultura, que une, en vez de distanciar.

“La obra nos lleva más allá de Damasco o Alepo y las culturas que se desarrollaron en la región, pero fue allí donde empezó a nacer y no podemos dejar hoy de pensar en que la guerra, que todo lo arrasa, intenta llevarse también su patrimonio cultural y sus museos. No sabemos qué queda hoy, qué va a quedar, de todo aquello y no podemos dejar de preguntárnoslo… y descubrimos que una parte de la respuesta estaba, desde los primeros bocetos, implícita en esta pieza: nosotros somos parte de esa memoria; quedamos al menos todos nosotros”, explican los creadores.

Esta es la primera colaboración del Museo con el Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM), unidad del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM) y entidad de referencia en España. Ambas instituciones comparten la misión de fomentar y difundir el arte en la sociedad.