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Volver 2019-04-11-Noticia-ECLE-Gonzalo Génova

Un experto asegura que podemos enseñar a imitar comportamientos éticos humanos a un robot pero la ética no es sólo imitar lo que otros hacen

Gonzalo Génova participó en la Universidad de Navarra en un seminario sobre “Ética para máquinas: cómo enseñar a tu robot a que se porte bien”

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Gonzalo Génova es ganador del Premio Razón Abierta 2018. FOTO: Manuel Castells
11/04/19 16:16 Chus Cantalapiedra

“Podemos enseñar a las máquinas a imitar comportamientos éticos humanos, pero la ética no es sólo imitar lo que otros hacen”. Así lo afirmó en la Universidad de Navarra Gonzalo Génova, quien también destacó que no le preocupa tanto la humanización del robot como “la robotización del humano”. Antiguo alumno del centro académico e Ingeniero de Telecomunicación participó en el seminario del Grupo ‘Ciencia Razón y Fe’, centrado en “Ética para máquinas: cómo enseñar a tu robot a que se porte bien”.

El experto, titular del Departamento de Informática de la Universidad Carlos III de Madrid y ganador del Premio Razón Abierta 2018 en la categoría de Docencia, explicó qué es la inteligencia artificial y cómo un sistema computacional puede modificar su comportamiento aprendiendo del entorno, o del comportamiento de los seres humanos. Y señaló que la reflexión más importante es, “¿qué podemos aprender nosotros sobre la ética que somos capaces de hacer que aprenda un robot?”

Asegura que mirando al robot deberíamos aprender que nosotros no somos eso, “una máquina programada para comportarse de determinada manera”. Cuando plasmamos nuestro conocimiento ético en un robot podemos reflexionar sobre lo que vemos en él, “pero lo más importante que deberíamos aprender es que nosotros no somos la imagen del espejo, por mucho que se nos parezca. Lo más importante no es la imitación, sino la toma de contacto con la realidad presente. Re-conocer la dignidad del que tenemos delante. Descubrir uno mismo lo que está bien y lo que está mal”.

Asimismo, el profesor Génova hace hincapié en que la necesidad de que las máquinas regidas por valores éticos no es algo del futuro inmediato, sino que pertenece al presente: “Llevamos ya muchos años en los que las máquinas toman decisiones con fuerte carga ética o al menos asesoran a quienes toman decisiones, ya sea para conceder un préstamo bancario, para decir quién recibe un órgano trasplantado o simplemente para decidir si un estudiante aprueba o suspende una asignatura. Lo que quizás es más novedoso es que las máquinas puedan calcular decisiones y llevarlas a cabo sin supervisión humana directa y de ahí nace la preocupación de que esas decisiones sean calculadas de forma ética a partir de principios éticos establecidos previamente”.

“La ética no puede quedar definida por ninguna ley, siempre estará por encima”

Sobre cuáles deberían ser los principios éticos que deben regir a las máquinas, asegura que es tan difícil como establecerlos para los humanos. “Llevamos miles de años y aún no nos hemos puesto de acuerdo. No obstante, si descendemos de los principios a las regulaciones concretas, hay mucho interés y mucha gente trabajando en este campo, tanto en grandes corporaciones privadas como en instituciones públicas. Sin embargo, la ética no puede quedar perfectamente definida por ninguna ley o código, siempre estará por encima de todas ellas”.

Afirma que los problemas más importantes no se pueden resolver con tecnología, por eso no se considera tecno-optimista. Para explicarlo pone de ejemplo el estar alejado de una persona a la que se quiere: “Puedo comunicarme a distancia, pero si la persona está enfadada conmigo no hay artilugio que pueda resolverlo. Es un problema de relaciones humanas”.

Sin embargo, se muestra optimista porque podemos utilizar la tecnología para mejorar nuestras vidas y para inventar nuevas formas de hacer el bien a la humanidad y a la naturaleza, de la que somos responsables. “A eso estamos llamados”, concluye.

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