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Íñigo Ortiz de Urbina (Bio 93) acumula más de 20 años de experiencia en su currículo. Ahora coordina el  programa Life para España y Portugal en Idom, una consultora multinacional. En su opinión, no es tan importante saber muchas cosas como "reconocer tus límites y saber recurrir a quien te pueda ayudar". Este es, para el consultor ambiental, el plus que ofrece la formación universitaria, que siempre debe ir acompañada de una especialización y de la experiencia práctica.

- ¿En qué consiste tu trabajo como consultor ambiental en Idom?
Mi trabajo actual -ya acumulo 20 años de experiencia laboral, en la que ya no importa tanto tu formación como tu experiencia- es como responsable de proyectos ambientales, denominación muy general que en resumen consiste en gestionar un proyecto, el equipo, los recursos y la relación con el cliente. Ahora mismo coordino el equipo de seguimiento externo para la CE del Programa Life para España y Portugal, donde realizo seguimiento de proyectos. Pero he hecho de todo: auditorías ambientales, suelos, EIAs, residuos, aguas, atmósfera, energías renovables, restauración, ingeniería... Tengo un perfil muy generalista, adecuado para gestionar una gran variedad de proyectos ambientales.

- ¿Qué aportó tu formación a tu trayectoria?
Creo que desde que yo estudié hasta ahora han cambiado mucho las cosas. En mi caso, mi perfil era muy generalista (hice Biología fundamental con alguna asignatura de zoología, fisiología comparada…). Después, cada uno se especializaba con la experiencia. Yo empecé incluso antes de iniciar la carrera. Después hice prácticas en un laboratorio de oceanografía en Donostia, prácticas de verano durante la carrera en un hospital, en el departamento de Fisiología animal como alumno interno y, al acabar, en una piscifactoría con el programa Universidad-Empresa.

Tras esta experiencia, cursé un máster en medio ambiente y empecé en el departamento de medio ambiente de una ingeniería, donde llevo 20 años. En mi empresa he hecho de todo -como suele suceder en el mundo de la consultoría-. Así es como se aprende que lo principal no es saber muchas cosas, sino ser muy consciente de lo que no sabe y recurrir a las personas que puedan ayudarte en cada situación. En definitiva, ser un gestor de conocimiento. Y esto último es, en mi opinión, lo más importante que aporta la formación universitaria.

-¿Cómo encaja un biólogo en una empresa como la tuya?
En mi empresa se buscan perfiles muy concretos cuando se trata de biólogos. Es decir, yo a veces necesito un especialista en conservación de la naturaleza, gestión de espacios naturales, conocimiento en ciertas especies, hábitats o en una problemática ambiental concreta. En muchos casos serán biólogos, aunque también graduados en Ciencias Ambientales y otros perfiles relacionados con las ciencias naturales. En general, los biólogos que llegan a mi empresa vienen con un máster o una experiencia previa, suelen ser personas con cierto grado de especialización y, por tanto, capacidad de autonomía en el trabajo.

- El ámbito medioambiental, ¿ofrece muchas oportunidades laborales para los biólogos?
Sí, pero requiere especializarse y ganar experiencia práctica. Hay que enfrentarse a la realidad para ver cómo funcionan las cosas. En el ámbito de la consultoría, en el que yo me muevo, se requiere de especialización en temas ambientales. No puedes parar de formarte, leer mucho...

A alguien que empieza le diría que no pare, que no se quede esperando. Hay que moverse continuamente y no tener miedo a cambiar de camino si eso que hacemos no nos hace disfrutar... El voluntariado y las ONGs constituyen ámbitos muy interesantes para  ganar experiencia.