"El diseño busca sublimar un objeto que ya existe"
El diseñador Santos Bregaña impartió un taller a los futuros alumnos del nuevo grado en Diseño, que se impartirá a partir del curso 2016-17, en el que buscaron "la taza perfecta"
FOTO: Javier Sáez
El pasado 5 de marzo futuros alumnos del grado en Diseño, que se impartirá en la Escuela de Arquitectura a partir del próximo curso 2016-17, participaron en una jornada con el diseñador Santos Bregaña, en la que intentaron diseñar "la taza perfecta".
La sesión, que se engloba dentro de las actividades de las Jornadas de Introducción al Diseño, arrancó pasadas las 9 de la mañana en el taller 2 de la ETSA, con una exposición por parte de Bregaña de lo que él entiende por Diseño: "El diseño busca sublimar un objeto que ya existe. El diseñador, a diferencia del artista, sabe siempre dónde quiere llegar; lo que no sabe es cómo; hay muchos caminos, no uno único, y esto es muy interesante".
Entre las características de la profesión, quiso señalar la capacidad de "colarse" en la cultura y construir ésta y el entorno, pero de una manera muy particular, "el diseño tiene la capacidad de meterse en lo cotidiano sin que la gente repare en ello. La taza, por ejemplo, es aparentemente silenciosa, no reparas en ella, pero con ella compartes algo íntimo, creas un ambiente de cercanía, confianza".
En esta parte del taller algo más teórica, en la que Bregaña expuso su recorrido por el mundo de la porcelana y habló de la historia del café y sus características, quiso insistir en que "no hay cosas 'de diseño' y otras no. Todo tiene diseño, que puede ser mejor o peor, de autor o anónimo, pero todo lo creado está diseñado".
A la hora de hablar sobre la manera de trabajar, el ponente resaltó que "el diseñador tiene que ser como un naturalista que sale al bosque, no buscando una inspiración, en su labor debe haber trabajo y observación. Yo os recomiendo ir siempre con un cuaderno para anotar, dibujar, para que la mano sea como un sismógrafo del pensamiento, que construya cosas".
Tras la exposición, los futuros alumnos, a los que se les entregó una carpeta con folios, lápices y unos paquetes de fimo, se dirigieron al laboratorio de la Escuela, donde, después de que Bregaña les diera las indicaciones pertinentes en cuanto a medidas y características, tuvieron que dibujar un boceto de la taza que iban a modelar, y que después hornearían, en busca de esa "taza perfecta". Todo ello, como recordaba Bregaña, siempre "con la aspiración de dotar a los objetos de funcionalidad poética, además de práctica".