Lugares para visitar

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España es un país de una gran biodiversidad, con una vasta variedad de ecosistemas y especies. El verano ofrece una buena oportunidad para disfrutar de la belleza natural de sus paisajes y experimentar la riqueza de su fauna y flora.

Con la ayuda de Enrique Baquero, profesor de la Facultad de Ciencias e investigador del Instituto de Biodiversidad y Medioambiente de la Universidad, hemos seleccionado algunos de los lugares más ricos en biodiversidad de nuestro país. ¿Te animas a visitarlos durante tus vacaciones?

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Dentro del paisaje mediterráneo, Sierra Nevada está considerada un punto caliente de biodiversidad a nivel global. Su paisaje se caracteriza por elevadas cimas (incluye la mayor del territorio nacional, el Mulhacén, en la cordillera Penibética), pero también pequeños pueblos con praderas, y nieve perpetua en zonas de mayor altura.

Acumula especies llegadas del norte de África y también otras desplazadas por las glaciaciones (desde el norte). Algunas de ellas buscaron su óptimo ambiental en la altura de las montañas, con un clima similar al de su origen y, a causa del aislamiento, algunas evolucionaron en nuevas especies. En Sierra Nevada, que representa solo una centésima parte de la región mediterránea de la península, se han contabilizado 2100 especies de plantas (en toda la Península Ibérica hay unas 8000), con 66 endemismos exclusivos. El término endemismo –en Biología–indica que la distribución de un taxón (normalmente una especie) es muy limitada, y que no se encuentra de forma natural en ninguna otra parte del mundo. De entre los animales, algunas especies pueden ser consideradas como reliquias (el topillo nival, la mariposa Erebia hispania, o el género de hormigas Rossomyrmex).

Las especies que pueden observarse en Sierra Nevada son las siemprevivas, dedaleras, manzanilla de la sierra, violeta de Sierra Nevada, estrella de las nieves, amapolas de Sierra Nevada y acónitos. Entre los animales, la cabra montés es la especie más característica del parque, pero están presentes multitud de anfibios, reptiles, otros mamíferos y aves. Los insectos incluyen 80 endemismos.

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La Gomera destaca por ser el único lugar cercano a la Península Ibérica con selva lluviosa o bosque nuboso subtropical (laurisilva). Se caracteriza por su elevada humedad, sin cambios estacionales y con una gran diversidad de especies, muchas de ellas muy frágiles frente a las agresiones del medio. Los árboles son de hoja perenne de hasta 40 m de altura. Fue declarada Reserva de la Biosfera en 2012 con el objeto de impulsar medidas de protección de la Biodiversidad en todo su territorio insular y el mar que la rodea. Pero además tiene gran valor por su diversidad a nivel ecosistémico, con paisajes de roques (elevaciones rocosas que han resistido a la erosión), profundos barrancos formados por la abundante precipitación, palmerales, y las mencionadas selvas lluviosas. En estos paisajes se mide una elevada diversidad de plantas, y muchas de ellas están presentes únicamente en la isla de La Gomera.


La isla tiene 1063 especies endémicas (plantas y animales), más de 50 por cada 100 kilómetros cuadrados, algunos con muy pocos representantes. En el Parque de Garajonay hay 21 especies de plantas catalogadas como amenazadas.

Los invertebrados, especialmente en la laurisilva, son el grupo más importante –por su relación con la vegetación y porque son clave en las redes tróficas, siendo alimento de animales más grandes como anfibios, reptiles, aves y mamíferos–. Uno de los cuatro reptiles endémicos de la isla, el lagarto gigante de La Gomera y considerado extinto hasta hacer unos pocos años, es una de las especies más amenazadas del planeta (principalmente por ser presa de los gatos presentes en el exterior de las casas). Hay 50 especies de aves en total, y tres de ellas son endémicas.

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Los desiertos también pueden ser considerados puntos calientes de Biodiversidad. No aportan una elevada riqueza de especies, ni de biomasa, pero las especies presentes en ellos son muy valiosas por las adaptaciones que les han permitido vivir en un ambiente hostil.

Las Bardenas Reales de Navarra son un área rica en Biodiversidad sobre todo a nivel ecosistémico (diversidad de ambientes). Esto se debe a su situación cercana a otras áreas en las que las condiciones ambientales son muy distintas a las de un desierto: densos bosques a menos de 100 kms y el paisaje mediterráneo que las rodea. También por la peculiaridad de su relieve, originado por la erosión producida por lluvias torrenciales a lo largo de millones de años.

Las especies más valiosas que pueden observarse son: un caracol endémico (Xeroplexa blancae), descrita por un investigador de la Universidad de Navarra (Mariano Larraz) en 1985; una gran abundancia de tarántulas (Lycosa tarantula) y escorpiones (Buthus occitanus); algunas especies de anfibios y reptiles que han aprendido a aprovechar la presencia puntual de agua, tanto espacial como temporalmente; hasta 10 especies de murciélagos; un mínimo de 14 especies de grandes mamíferos (erizo europeo occidental, comadreja, turón, garduña, tejón, zorro, gato montés, gineta, nutria, visón europeo, conejo, liebre ibérica, jabalí y corzo); y una importante representación de aves esteparias (avutarda, el sisón, el alcararaván, la ganga, la ortega, la alondra de Dupont, varias especies de terreras, cogujadas y collalbas) y rapaces (incluyendo al alimoche, el buitre leonado y el búho real).

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Las dehesas de esta zona pueden ser muy representativas de este paisaje, pero cualquier otra puede ser un buen destino para observar biodiversidad. Esta tiene la peculiaridad de albergar fincas de cría de cerdo ibérico en un área que componen 33 municipios de la Sierra Suroeste, la Tentudía y la Campiña Sur. Es importante remarcar que es un paisaje nacido de la acción humana –desde tiempos de la reconquista, cuando se comenzó a vallar los terrenos para protegerlos de la trashumancia; dehesa viene del término defensa– pero que contrariamente a lo que se pueda pensar es un buen ejemplo de sostenibilidad y conservación, compatibles además con una buena rentabilidad económica.

La clave por la que las dehesas tienen una gran biodiversidad es que están compuestas de grandes ejemplares de árboles del género Quercus (robles o alcornoques), matorrales con especies autóctonas y pastizales, que son los que permiten la actividad ganadera. Si se gestionan bien, y se mantienen zonas con piedras, charcas temporales (o permanentes) y algunos cultivos se amplía la cantidad de nichos que explica la gran riqueza de especies. Su función, además de para el aprovechamiento humano directo, como provisión de productos agrícolas, ganaderos y forestales –y también culturales– pasa por considerar los importantes servicios ecosistémicos que soportan, por ejemplo la regulación hídrica y la provisión de biotopos para gran cantidad de especies.

Las especies vegetales mencionadas (en tres estratos: arbóreo, matorral y herbáceo) constituyen un gran valor en biodiversidad vegetal, y sirven de marco para los ciclos de muchas especies de animales. Sin olvidar la enorme cantidad de artrópodos, sobre todo insectos, que albergan, pueden mencionarse muchas especies emblemáticas: el buitre negro, la cigüeña negra, el águila imperial ibérica (ligada casi exclusivamente a la existencia de la dehesa), los ciervos o la presencia potencial del lince ibérico. La biodiversidad tiene en este paisaje otra dimensión, pues incluye la presencia de razas de especies ganaderas ya casi solo presentes en la dehesa: el cerdo ibérico, la oveja merina o el vacuno retinto.

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Aunque habría que mencionar muchos puntos dispersos a lo largo de las costas de la Península Ibérica, hay uno que merece una especial atención. El mar de Alborán, y en concreto el estrecho de Gibraltar y el litoral de Ceuta, son considerados puntos calientes de biodiversidad debido a la presencia de especies atlánticas y mediterráneas que conviven, además de presentar numerosos endemismos. Se ha dicho que es la zona de mayor biodiversidad marina de todo el ámbito europeo y norteafricano. También es importante el Cabo de Gata por constituir la verdadera frontera entre la zona de aguas frías y calientes en la zona.

Las especies de interés que alberga el mar en esta zona son: especies bentónicas como la gorgonia látigo, el coral rojo y varias especies de esponjas descritas como nuevas para la ciencia hace relativamente poco tiempo (2014); abundantes moluscos y peces como gambas, calamares, pulpos, merluzas, besugos y caballas; tortugas marinas, como la tortuga boba; aves como la pardela balear, la gaviota de Audouin, la gaviota picofino, el charrancito común, el págalo grande, el alcatraz y el frailecillo; por último mamíferos cetáceos como el delfín mular, que utiliza el estrecho como paso natural entre el océano Atlántico y el mar Mediterráneo.