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"El paciente es una fuente de inspiración. Te lleva a preguntarte qué puedes hacer para tratar de curarle"

REPORTAJE

31 | 01 | 2022

ESTRATEGIA 2025

Texto

FotoManuel Castells

“El cáncer no es una enfermedad, son cientos de enfermedades, con características distintas. Tenemos miles de genes en nuestras células, lo que quiere decir que todavía no somos capaces de conocer, en toda su complejidad, la maquinaria que está detrás de muchos tumores”. El doctor Ignacio Gil-Bazo lo sabe bien: acumula más de veinte años de experiencia clínica, en los que por su consulta han pasado cientos de pacientes. Precisamente ellos, los pacientes, y las preguntas que le surgen al estar ante ellos es lo más satisfactorio de su trabajo.

"Tener delante, todos los días, a pacientes con enfermedades que, por desgracia, todavía en muchos casos, no somos capaces de curar es un gran reto profesional y a la vez, una enorme fuente de inspiración. Eso obliga a la superación personal y te lleva en volandas a todo lo demás: a transmitirlo a los alumnos de la facultad, y a intentar poner en marcha proyectos de investigación que den respuesta a esas necesidades clínicas no resueltas, que puedan mejorar la calidad de vida de esos pacientes que acabas de ver en la consulta", reconoce el Dr. Gil-Bazo. "Lo que está detrás de todo lo que hacemos en docencia, investigación y asistencia es una persona que tiene un sufrimiento asociado a una enfermedad, incurable en muchos casos. Eso es lo que da sentido a todo lo demás".

Especialista en Oncología Médica, Ignacio Gil-Bazo es, desde 2015, codirector del Departamento de Oncología y director del Departamento de Oncología Médica de la Clínica Universidad de Navarra. Además, dirige el laboratorio de Marcadores Predictivos de Respuesta del Programa de Tumores Sólidos del CIMA, con especial interés en cáncer de pulmón, mecanismos de resistencia a fármacos, mecanismos de metástasis e inmunoterapia.

"Si somos capaces de diagnosticar con mayor profundidad, somos capaces de tratar con mayor eficacia"

"La pregunta que más les gusta a los periodistas es cuándo vamos a poder curar el cáncer", reconoce, algo resignado. "Pero es la única pregunta que no somos capaces de responder. Por desgracia, nunca podremos curar el cáncer porque es inherente al envejecimiento de las células. Si vivimos más años, es más probable que desarrollemos un cáncer", explica. "En Oncología lo que nos preocupa y en lo que trabajamos es en cómo poder tratar el cáncer de la forma más adecuada para cada paciente. Y en paralelo, por supuesto, cómo poder prevenirlo y cómo poder diagnosticarlo de forma precoz”.

"Llevamos más de cinco años manejando la inmunoterapia en Oncología. Hoy en día todavía no es una realidad para todos los tipos de tumores, pero en un futuro cercano podría serlo"

Precisamente, el modo en que, hoy en día, se diagnostica el cáncer, casi nada tiene que ver con el modo en que se hacía hace veinte años. "Ha habido, sobre todo, dos grandes revoluciones, que han supuesto, a su vez, impactos claros en el tratamiento y en la supervivencia y la calidad de vida de los enfermos", explica Ignacio. La primera de las revoluciones a las que se refiere comenzó a finales de los años 90, cuando la medicina fue capaz de descubrir las primeras dianas terapéuticas. Hasta entonces, se tenían en cuenta dos cosas: el tipo de tumor, es decir, el órgano de origen; y su histología, es decir, la composición, estructura y características de esas células tumorales vistas desde el microscopio. En la actualidad, el estudio del tumor se aborda a nivel molecular, desde dentro, permitiendo determinar sus características diferenciales, las alteraciones concretas en el genoma del tumor. "En la medida en que conocemos mejor los rasgos diferenciales que tiene el tumor del paciente, que son distintos de los que tendrá el tumor de otros pacientes, a priori con neoplasias aparentemente similares, podemos empezar a pensar en tratar específicamente a ese enfermo. Si somos capaces de diagnosticar con mayor profundidad, somos capaces de tratar con mayor eficacia", asegura. "Un mejor conocimiento de la biología lleva asociado un desarrollo farmacológico. La velocidad de desarrollo de nuevas dianas está empezando a ser exponencial. Por ejemplo, entre el año 1990 y el 2000, se concedió la licencia para un único fármaco dirigido a una alteración concreta. De 2000 a 2010, fueron cinco o seis los fármacos aprobados; y en la última década son más de dos decenas", detalla.

En la imagen

Ignacio Gil-Bazo es codirector del Departamento de Oncología y director del Departamento de Oncología Médica de la Clínica Universidad de Navarra. Además, dirige el laboratorio de Marcadores Predictivos de Respuesta del Programa de Tumores Sólidos del CIMA.

Tratamientos diferentes, pero también mejores, ya que además de cambiar, notablemente, las expectativas de vida de los enfermos, mejora su calidad de vida. "Se trata, en muchos casos, de tratamientos orales, menos tóxicos. A diferencia, por ejemplo, de la quimioterapia, que es, además, un tratamiento muy poco selectivo: ataca a las células que crecen rápido sin distinguir si son cancerosas o no, y por eso afecta al pelo, a las mucosas, a la médula ósea…", aclara Gil-Bazo. Y recurre a una metáfora bélica para explicarlo mejor: "Antes íbamos a una batalla armados con lo que podíamos, con lo que teníamos en ese momento, pero sin tener ni idea de lo que nos íbamos a encontrar. No sabíamos si íbamos demasiado armados o poco, si el enemigo venía por un sólo frente o por tres diferentes... Así, las probabilidades de ganar una batalla son bajas. Pero ahora, en esta nueva era, somos capaces de comenzar la batalla con un conocimiento muy estrecho del contrincante: sabemos bien contra quién nos enfrentamos, cuáles son sus fortalezas y cuáles sus debilidades y por eso podemos elegir la estrategia óptima que nos permita desarmarle".

La otra gran revolución que ha cambiado el diagnóstico y tratamiento del cáncer ha sido la inmunoterapia, que consiste en el uso del propio sistema inmune para combatir a los tumores. "Llevamos más de cinco años manejando la inmunoterapia en Oncología. Hoy en día todavía no es una realidad para todos los tipos de tumores, pero en un futuro cercano podría serlo", explica Gil-Bazo. "La inmunoterapia sí ha demostrado que para grupos selectos de enfermos, con patologías concretas oncológicas, puede llegar incluso a suponer la curación. Y eso hasta ahora nunca lo habíamos visto con otras aproximaciones terapéuticas; ni siquiera, con los tratamientos dirigidos", afirma. "Hay suficientes datos como para estar muy esperanzados, aunque no para pensar en la curación del cáncer; ni, por supuesto, para ponerle fecha", insiste.

"Mi obsesión como coordinador de esta línea es que todo el mundo que trabaja en cáncer en la Universidad esté representado en esta apuesta estratégica, y que esa riqueza de investigación y de recursos esté ordenada y orientada buscando sinergias y colaboraciones"

Investigación en Oncología: transversal e instaurada en el ADN de la Universidad

Oncología es una de las líneas de investigación dentro de la Estrategia 2025 de la Universidad. El Dr. Gil-Bazo es su coordinador. "Si la Universidad se ha propuesto impulsar una investigación de impacto y con foco, Oncología tenía que ser una de las líneas incluidas en la estrategia. Hoy en día, el cáncer es ya la primera causa de muerte global en la población. En concreto, el 25%, una cuarta parte de la población del primer mundo, muere por cáncer. Así que es razonable que la Universidad considere estratégico investigar una realidad tan relevante y preocupante", concluye Ignacio. "La investigación en Oncología es tan transversal y está tan instaurada en el ADN de la Universidad de Navarra, desde hace tantos años, que tiene impacto en casi cualquier facultad y centro de investigación, y en todos los campus. La gran ventaja de que sea una línea tan relevante en la institución posee un posible riesgo asociado y es que está dispersa en muchas manos. Investigan en cáncer las enfermeras, los médicos, los investigadores del Cima, los ingenieros biomédicos del campus de San Sebastián, los farmacólogos, los farmacéuticos, los epidemiólogos… Mi obsesión como coordinador de esta línea es que todo el mundo que trabaja en cáncer en la Universidad esté representado en esta apuesta estratégica, y que esa riqueza de investigación y de recursos esté ordenada y orientada buscando sinergias y colaboraciones", confiesa. "Si aunamos esfuerzos y trabajamos juntos, seguramente, llegaremos más lejos", concluye.