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La tesis: cuestión de hermanos

PROTAGONISTAS

29 | 05 | 2025

FotoManuel Castells

Rafael Pérez Araluce, de 29 años, es el mayor de cinco hermanos. María es un año menor. La casualidad hizo que se graduaran con un día de diferencia: él estudió Farmacia y Nutrición; ella, Bioquímica. Después, los dos comenzaron el doctorado y, de nuevo, han coincidido en tiempos: los dos han defendido la tesis este curso 2024/25.

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Los hermanos María y Rafael Pérez Araluce han defendido su tesis este curso. Los dos la han hecho dentro del programa de Doctorado en Medicina Aplicada y Biomedicina.

A Rafael le costó decidirse a hacer la tesis. "Me costó mucho elegir qué carrera estudiar porque me gustaba la comunicación audiovisual, la filosofía, la bioquímica…", rememora con una sonrisa. "Cuando ya me decidí por Farmacia y Nutrición, también me gustaban todas las salidas que ofrecía: el hospital, la oficina de farmacia… Fui probándolo todo, e hice el TFG experimental, en farmacología, para probar también esa parte". Tal y como Rafael recuerda, este primer contacto con la investigación no acabó de decidirle para tomar ese camino; algo que cambió al año siguiente. "En sexto, tuve clase de Salud Pública. La impartía la profesora Silvia Carlos y me encantó. Ella era, además, la vicedecana de Estudiantes y yo era entonces el delegado de la Facultad, así que hablábamos mucho. Me recomendó hacer las prácticas de Nutrición en su departamento, el de Medicina Preventiva y Salud Pública, y una vez allí me decidí a hacer la tesis. Ahora sí que tengo claro que quiero dedicarme a la carrera académica", asegura.   

También en el caso de María una profesora influyó en su decisión de hacer la tesis. "Quien me animó a hacer el doctorado fue María Iraburu, que era mi asesora", explica. "Desde que empecé la carrera, tenía bastante claro que no me quería dedicar a la investigación, así que pensaba que no tenía mucho sentido hacer la tesis. Ella me animó a que, dentro de las salidas profesionales que me interesaban, viese qué perfil tenían las personas que se dedicaban a eso y descubrí que casi todas tenían un doctorado".

De patrones de consumo de alcohol a generar parches para el corazón

Su tesis trató sobre patrones de consumo de alcohol y salud. "En general, cuando se estudia el consumo de alcohol, solo se estudia la cantidad que se consume, es decir, no importa si te tomas una copa de vino en cada comida o si te bebes siete copas un sábado porque la cantidad media de alcohol que ingieres es la misma", explica. Con la hipótesis de que, en realidad, sí que importa cómo bebes, Rafael estudió distintos patrones de consumo (abstención, patrón mediterráneo y 'binge drinking') y su efecto en la salud, entendida "como algo holístico, no solo referida a la salud física, sino también a la calidad de vida y el bienestar psicológico", añade. 

"Cuando propuse probar otras cosas, enseguida me dijeron que sí. Sentí que para ellos mi tesis también era importante y que estaban comprometidos con que saliera adelante".

"Me lo he pasado muy bien haciendo la tesis. He disfrutado el proceso", confiesa Rafael. "Aunque sí que, a veces, los tiempos son difíciles", añade. Y es que los doctorandos tienen que publicar artículos científicos derivados de su investigación, y en ocasiones los datos se retrasan, las correcciones se hacen esperar, las revistas rechazan una primera versión del texto… o los resultados de la investigación no son positivos. "Claramente, ninguna revista te publica eso", asegura María. Y lo dice desde su propia experiencia. "A futuro, lo que se pretende es poder fabricar corazones artificiales para la gente que necesita un trasplante. Hasta que eso se consiga, lo que se está intentando hacer en el laboratorio son pequeños parches para colocarlos en la zona donde se ha producido el infarto y hacer que el corazón funcione. Ese tejido que se genera en el laboratorio está formado por células y estas necesitan un lugar donde vivir. Mi tesis buscaba diseñar y fabricar el material donde poder poner esas células para que se genere el tejido", explica. "En un infarto hay mucha inflamación, así que pensamos en que ese soporte para las células fuera también antioxidante y aportar así algo más. Nos costó muchísimo tener resultados positivos porque en todos los materiales que sintetizábamos, las células morían". Pero si hay algo a lo que hay que estar dispuesto si te dedicas a la investigación es a intentarlo una y otra vez. María no se rindió y buscó otras alternativas. "Enfocamos la investigación al tratamiento de heridas crónicas. Hay pacientes en los que la piel no puede cicatrizar porque hay mucha inflamación en esa zona. Usamos el material que habíamos desarrollado para cicatrizar esas heridas y ahí los resultados sí que fueron bastantes buenos", detalla. Para este cambio de enfoque fue fundamental el apoyo que María encontró en sus directores de tesis, Felipe Prósper y Tomasz Jüngst, y en sus supervisores, Manuel Mazo y Daniel Plano. "Cuando propuse probar otras cosas, enseguida me dijeron que sí. Sentí que para ellos mi tesis también era importante y que estaban comprometidos con que saliera adelante".

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La tesis de Rafael trató sobre patrones de consumo de alcohol y salud.


María investigó sobre la síntesis de materiales para el tratamiento de enfermerdades por estrés oxidativo.

La complicidad de un hermano, una clave del proceso

Esa libertad y confianza son dos de las actitudes que también Rafael agradece a sus directores, Maira Bes y Alfredo Gea. "Me han dado bastante responsabilidad. Me han dejado hacer. De hecho, una de las hipótesis de mi tesis la cambiamos para que encajara más con lo que me interesaba y con el lugar donde quería irme de estancia. Que me permitieran hacer eso fue muy bueno", asegura.

Sin duda, el apoyo y seguimiento de sus directores de tesis fue fundamental. Pero, en su caso, además, contar el uno con el otro supuso un plus: se recordaban los plazos, se avisaban de las convocatorias de becas, se aconsejaban en el modo de hacer algunas cosas… "Poder hablar con alguien que está en tu misma situación, con quien puedes desahogarte porque es seguro que te entiende, que se alegra con tus pequeños triunfos porque sabe lo que significan… ayuda mucho. Y si esa persona es tu hermano, el apoyo y la complicidad aún es mayor", recalca María. 

"Poder hablar con alguien que está en tu misma situación, con quien puedes desahogarte porque es seguro que te entiende, que se alegra con tus pequeños triunfos porque sabe lo que significan… ayuda mucho".

Una vez defendida la tesis, los dos hermanos afrontan el futuro con nuevos proyectos en el horizonte. María empezó a trabajar en enero en Bantec, una empresa de gestión de proyectos. "Haber hecho el doctorado, que ha sido casi como gestionar mi propio proyecto, me ayuda a hablar el mismo lenguaje con los clientes", explica. 

Rafael, por su parte, va a incorporarse al Instituto Cultura y Sociedad (ICS). "Voy a seguir estudiando comportamientos. Aprovecharé todo lo que he aprendido en estos años de tesis para aplicarlo al estudio del consumo de redes sociales, pornografía… centrado en el bienestar psicológico y la salud mental", cuenta.

Parece que el interés por la investigación es cosa de familia. La saga investigadora de los Pérez Araluce continúa ahora con Maite, otra de las hermanas, la que sigue en edad a Rafael y María. Graduada en Farmacia, Maite está haciendo su tesis doctoral en el ICS, dentro de la Cátedra IDEA de Nuevas Longevidades. Su trabajo, dirigido por la profesora Nuria Esandi, lleva por título "Envejecer con sentido. Experiencias de personas mayores, familiares y profesionales sobre el cuidado en entornos residenciales".