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Pasión por las tablas

PROTAGONISTAS

11 | 03 | 2025

FotoManuel Castells

Juan Miguel Botía llegó al teatro casi sin querer. Estudiante de 3º de Comunicación Audiovisual, hace cuatro años se dejó convencer por un amigo para acudir a los castings que organizan cada año los grupos de teatro de la Universidad. "Yo no quería ir, la verdad, pero decidí acompañarle porque me insistió bastante. De hecho, fuimos con él varios amigos", recuerda. Y ahí empezó todo: a Juan Miguel lo cogieron en una de las compañías, Mutis por el foro; y, desde entonces, el teatro se ha convertido en parte de su vida.

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Juan Miguel Botía forma parte de la compañía Mutis por el foro con la que ha participado en varias obras, primero como actor y ahora como director.

Aunque Juan Miguel comenzó primero como actor, pronto se pasó a la dirección. "Es más sacrificado. El nivel de implicación con la obra es muchísimo mayor. Se dedica más tiempo, recursos, dinero… Cuando uno es director, hay que preparar los ensayos, gestionar el atrezzo, el vestuario… Mil cosas que hacen que sientas el proyecto más tuyo. A mí me gusta mucho más dirigir" confiesa. 

Su primer contacto con la dirección fue en Mariana Pineda, de Federico García Lorca. En realidad, Juan Miguel era uno de los dos subdirectores de la obra (un paso previo antes de ser director), pero por un cúmulo de casualidades le tocó ponerse al frente del primer ensayo. "Juan Emilio Garrido que era el director de la obra estaba en Estados Unidos, donde había pasado el verano trabajando, e iba a llegar a España unos días más tarde. Y a la otra subdirectora, Isabel Adalid, le surgió algo importante y también tuvo que perderse ese primer ensayo. ¡Así que allí me encontré yo solo! Llamé desesperado a Juan Emilio y me pasó una especie de croquis con los movimientos. Estaba muy nervioso porque era literalmente el primer ensayo después de la lectura de guion", recuerda ahora con una sonrisa. "Al final salió bien, yo creo. O eso quiero pensar", rie. "Lo que sí es cierto es que aquel día aprendí mucho", asegura.

"Dirigir es más sacrificado. El nivel de implicación con la obra es muchísimo mayor".

Después de Mariana Pineda, ya como director, Juan Miguel se puso al frente de La barca sin pescador, de Alejandro Casona. Este año ha dirigido El Mercader de Venecia, de William Shakespeare, una representación compleja en la que trabajan doce actores. "Es complicado enfrentarse a una obra así. La puesta en escena no puede durar más de hora y media y hay que recortar el texto. ¿Cómo lo haces sin destruir a Shakespeare?", sonríe. Ese mismo respeto es el que le frena a la hora de plantearse dirigir su obra favorita, La vida es sueño, de Calderón de la Barca. "Es una obra que me parece alucinante. Es preciosa. Pero es una obra titánica, con muchos personajes… y no me atrevería a quitar ni una frase", confiesa. 

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Juan Miguel da las últimas indicaciones antes del estreno de "El Mercader de Venecia" durante la XXVII Quincena de Teatro Universitario.

Foto de grupo del elenco y la dirección de "El Mercader de Venecia" con Juan Miguel al frente.

Formación teatral

A través de Campus Creativo, el Museo Universidad de Navarra facilita a los distintos grupos de teatro un plan de formación teatral, dirigido por la directora Liuba Cid, y en el que los estudiantes reciben asesoramiento para mejorar su técnica y puesta en escena. "Al principio, las sesiones estaban dirigidas solo a los directores y trataban sobre preparación de ensayos, reescritura de libretos… Luego, también pudieron asistir los actores protagonistas, así que también trabajamos aspectos relacionados con el desarrollo y expresión corporal. Este último año, nos hemos unido a una asignatura de Diseño, en la que hemos trabajado con un equipo que ha elaborado una propuesta para toda la escenografía", explica.

Juan Miguel destaca especialmente el acompañamiento en el proceso creativo. "Es muy valioso recibir feedback sobre nuestro trabajo. A veces llegamos con una escena montada y nos señalan puntos débiles que no habíamos visto. Son cambios que, aunque nos hagan replantear todo, siempre terminan mejorando el resultado".

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Juan Miguel ha actuado en varias obras antes de ser director. En 2022 se subió al escenario para interpretar a uno de los personajes de la obra "Ha llegado un inspector", de John Boynton Priestley.

Un arte efímero, pero esencial

"Lo que define al teatro es el ahora, el momento presente”, asegura Juan Miguel. “Las palabras que se dicen mueren en ese momento, en el sentido de que nunca van a volver a ser dichas así". Y ese carácter efímero de las artes escénicas aún es mayor en el caso del teatro universitario y amateur. Como explica Juan Miguel, las obras que él dirige se representan una vez durante la Quincena de Teatro que se celebra en marzo, y con suerte consiguen una segunda o tercera representación; a veces, llevando la obra a algún festival. "Parece absurdo porque supone muchísimo trabajo de preparación previa para hacer una o dos representaciones. Pero ese esfuerzo merece la pena porque el teatro siempre enriquece a la persona, ya te dediques a él o seas espectador", asegura. 

Para la universidad, los grupos de teatro no solo enriquecen la vida estudiantil, sino que también fortalecen el sentido de comunidad y compromiso con la cultura. "La universidad nos brinda la oportunidad y nosotros intentamos aportar algo con lo que hacemos. Aprendemos de ella, pero creo que también ella puede aprender de nosotros".

Aplicaciones anidadas

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De la idea al escenario

El proceso de montar una obra de teatro comienza mucho antes de los ensayos. "En abril o mayo, cuando termina la temporada, nos reunimos para presentar los nuevos proyectos. Si vemos que son viables, los enviamos a Campus Creativo para su aprobación". A partir de ahí, empieza el verdadero desafío: adaptar el texto, preparar el atrezzo y, en septiembre, organizar los castings.

A lo largo del año, los ensayos se convierten en el eje central del montaje. Primero se hace una lectura del texto y se montan las escenas. “Todo eso conlleva un trabajo previo de los directores para que los ensayos se desarrollen de una manera lo más fluida posible. Ensayamos dos veces por semana”, cuenta Juan Miguel. "Todo lo hacemos nosotros, por eso, paralelamente, se empieza a trabajar el vestuario, se hace una prueba con él durante uno de los ensayos, y si hay algo que no funciona, reelaboramos la lista. Y lo mismo con el atrezzo: poco a poco vamos consiguiendo todo lo que necesitamos. A veces hemos terminado en una ferretería comprando tablones para hacer una puerta”, rememora. 

Cuando la obra está medianamente montada, llega el momento de pulir los detalles, de repasar casa elemento, hasta que se estrena. "Muchas veces tenemos no tenemos una segunda representación, así que el día de la función hay que darlo todo".