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Arte y amistad: la historia de un encuentro transformador

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27 | 06 | 2025

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Ariel Elizondo y Juan Roquette se encontraron por casualidad hace cuatro años. Ariel era uno de los artistas que exponía en la feria de arte que organiza cada mes la Asociación artística de Guipúzcoa en el Boulevard de San Sebastián. A Juan, profesor de la Escuela de Arquitectura, sus esculturas le llamaron la atención. "Se veía que detrás había alguien con conocimientos de Arquitectura y Edificación", explica. Después, reconoció al autor: habían coincidido en algún proyecto arquitectónico.

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Ariel Elizalde, delante de una de sus pinturas, entre los profesores Fernando Alonso y Juan Roquette, coautores del libro "Barrutik" sobre su obra escultórica.

Ariel Elizondo nació en Bruselas, donde la familia se había trasladado desde París, ciudad en la que su padre, natural de Bilbao, estudió Arquitectura. Su madre, pintora, era de Tafalla (Navarra). Y allí regresaron años después. "Mi padre y yo compramos una cantera y creamos una empresa de importación de piedras naturales. Empezamos a viajar por todo el mundo buscando piedras para la construcción que fuesen diferentes a lo que había aquí. Y comenzamos a trabajar con algunos arquitectos de relevancia como Patxi Mangado, Juan Miguel Otxotorena, Carlos Ferrater, Julio Mejón,Rafael Moneo, Santiago Calatrava o David Chipperfield", explica Ariel. 

Después llegó la crisis, la familia se trasladó a San Sebastián y continuaron con la importación y venta de piedras a una escala menor. "Fue entonces cuando otra vez me vino la inquietud artística. Yo había estudiado Bellas Artes. Y comencé de nuevo a dibujar", cuenta Ariel. Pronto su inquietud fue hacia el volumen y comenzó a trabajar con la piedra y el acero.

"No tenía experiencia en la forja. Cogí unos trozos de acero y me fui a Tafalla, a la cantera, y ahí empecé a doblarlo a mano, sin nada más que mi fuerza. Y lo uní a la piedra".

Piedra y acero eran los materiales de su infancia: la piedra de la cantera en Tafalla; y el acero con que se forjaban los barcos en el astillero de Barakaldo donde pasaba los veranos. Ahí encontró Ariel la inspiración para sus esculturas. "Comencé a buscar la manera de casar esos dos materiales, de hacer que convergiera el uno con el otro”, explica. "No era fácil porque son dos materiales muy duros", añade. "No tenía experiencia en la forja. Cogí unos trozos de acero y me fui a Tafalla, a la cantera, y ahí empecé a doblarlo a mano, sin nada más que mi fuerza. Y lo uní a la piedra", recuerda. Ariel comenzó a interesarse por el mundo del arte y su trabajo empezó a tener cierto éxito entre los galeristas y clientes. 

Fue poco después, en 2021, cuando se encontró con Juan Roquette. "¿Las esculturas son tuyas?", le preguntó. "Son muy buenas. Deberías dedicarte 100% a ellas". Ahora, la obra de Ariel incluye tallas pequeñas y medianas para galerías y particulares; y esculturas grandes para lugares públicos.

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El proceso creativo de Ariel comienza con la elección de la piedra en la cantera de Tafalla. También es allí donde trabaja el acero. Después, es en su taller en Bera de Bidasoa donde finaliza la obra con el abrazo del acero a la piedra.

De la piedra bruta para la explanada del edificio de Comunicación a moldear "Barrutik" 


De este encuentro fortuito surgieron otros. El profesor Roquette le invitó al campus y le presentó a algunos profesores de la Escuela de Arquitectura. "Juan me preguntó si estaba dispuesto a colaborar con la Universidad. Y por supuesto que lo estaba", asegura Ariel. Recuerda que, de hecho, ya tenía desde hace años una vinculación con el centro: su padre y él aportaron la piedra para la explanada que el arquitecto Ignacio Vicens construyó entre el edificio de la Facultad de Comunicación (también obra suya) y la Biblioteca Central. "Al final, esa primera colaboración acabó materializándose en un proyecto con unas alumnas que crearon un ajedrez conceptual. Les dí las piedras y algunas ideas de cómo podían hacerlo", rememora.

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Sus piezas, que combinan piedra natural con metal oxidado doblado a mano, han sido expuestas en galerías de reconocido prestigio internacional, así como en espacios públicos.

Las conversaciones con Juan y con otros profesores de la Escuela continuaron, y así surgió el proyecto de escribir "Barrutik", una monografía sobre su trabajo que ha editado EUNSA. "Su obra me pareció de una calidad muy alta y pensé que desde la Universidad podíamos ayudarle a intelectualizarla, aportándole un rigor académico, con opiniones, comentarios y análisis", explica Juan. Ariel accedió rápidamente. "El libro trata de demostrar que mi obra está inspirada en elementos arquitectónicos y en mi fuerte experiencia en el mundo de la piedra. Ahí empezamos un trabajo muy intenso, tanto de redacción como de reflexión", explica.

Al proyecto se unió poco después Fernando Alonso, también profesor de la Escuela de Arquitectura. "Juan y Fernando han sido como dos ángeles que han aparecido en mi vida, dándome luz y mostrándome el camino", confiesa Ariel. "Tienen un gran conocimiento en arte y, por supuesto, en Arquitectura; y para mí son un referente importante. Consulto con ellos cualquier idea que me surge para que me den su opinión. Estoy seguro de que nuestra amistad nos llevará a trabajar juntos en otros proyectos de desarrollo escultórico, y arquitectónico, por supuesto", asegura. 

"Juan y Fernando han sido como dos ángeles que han aparecido en mi vida, dándome luz y mostrándome el camino".

Amistad es la palabra clave en todo esto. "A veces el trabajo en la Universidad acaba siendo muy burocrático y es fácil caer en la rutina. Hacer cosas diferentes, más creativas, te permite ver más allá: te lo pasas bien y encima haces amigos", explica Juan. "En el libro han colaborado otros profesores de la Escuela y gracias a eso hemos podido conocernos más y crecer en amistad", concluye. 

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Una monografía para entender la obra de Ariel Elizondo

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La galería Ansorena de Madrid (c/Alcalá, 52) acogió el pasado 25 de junio la presentación de 'Barrutik. Ariel Elizondo, escultor', una monografía que ofrece una mirada profunda y poliédrica a la trayectoria vital y creativa del escultor navarro.

La publicación reúne una selección de ensayos críticos, un catálogo abierto de obras, material biográfico, fotografías de taller y textos del propio autor, que en conjunto permiten comprender tanto la dimensión artística como humana de su trabajo.

Esta monografía, editada por los profesores de la Escuela de Arquitectura Juan Roquette y Fernando Alonso, también coautores del libro, ha contado con la colaboración de otros profesores de la Escuela, como Raquel Cascales y Diego Caro; con y arquitectos de prestigio, como Juan M. Otxotorena y Francisco Mangado.

La presentación del libro estuvo moderada por el especialista en arte Javier Ortiz-Echagüe, y le acompañó la exposición de una significativa muestra escultórica del autor, permitiendo a los asistentes disfrutar en directo de su trabajo con piedra y acero. En la presentación también estuvo participó el profesor Caro, quien debutó con una performance de música en directo que incluía su interpretación de una composición propia al teclado junto a la actuación de Ariel, quien produjo toques de percusión mediante la vibración con esculturas de acero y piedra traídas ad hoc para el evento.