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Javier, un castillo para un Santo

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Sala Grande

El polígono sur del castillo, formado por cuatro tramos de lienzos amurallados, se traduce en el interior en un espacio de grandes proporciones, la Sala Grande, que era el ámbito donde se desenvolvía tanto la vida de la familia señorial como las solemnidades. Las dos ventanas actuales, con parteluz y cornisa exterior, tienen que atribuirse a las reformas de finales del siglo XV, cuando se ampliaron los vanos originarios, sin duda mucho más pequeños.

La ambientación actual corresponde a los siglos XVII y XVIII. En el centro, sendas mesas de nogal y de pino están rodeadas de sillones fraileros y sillas de nogal tachonadas de latón. Dos escritorios de nogal y ébano, del siglo XVII, con taraceas geométricas de hueso, recuerdan las funciones de gobierno y administración del señorío de Javier, mientras que una ballesta habla de las ocupaciones militares de sus señores. Del siglo XIX son una rueca que recuerda las tareas domésticas y el tedero que adorna la chimenea, único vestigio del fogón. La pieza más significativa de la decoración pictórica es un óleo de la Sagrada Familia, de escuela flamenca de la segunda mitad del siglo XVI. En el muro interior una alacena exhibe, junto a piezas de cerámica, biografías de san Francisco Javier impresas en diversos países europeos, algunas del siglo XVII, que demuestran la rápida expansión de la devoción al santo.

Encima de la Sala Grande existía un espacio abuhardillado cuya cubierta se inclinaba inicialmente desde el adarve exterior hacia la escalera interior descubierta que separaba el polígono sur del primer recinto. Tras la destrucción de 1516, el muro interior se recreció y el tejado vertió aguas al exterior, creando un espacio que albergó en los siglos XVIII-XIX a los capellanes que atendían la capilla del santo. En la restauración de 2005 se ha recuperado la orientación inicial del tejado, pero levantándolo y dando lugar a un nuevo oratorio para celebraciones religiosas de grupos reducidos, diseñado por los arquitectos F. Pérez Simón y A. López de Aberásturi. La puerta del sagrario, que representa una Anunciación, se debe al escultor Antonio Oteiza. En el muro exterior se ha colocado un pequeño retablo barroco del siglo XVII en el que se inserta una espléndida Adoración de los Reyes Magos del escultor flamenco Gabriel Joly, que trabajó en Aragón en el primer tercio del siglo XVI.

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Sala Grande
Foto de Larrión y Pimoulier.

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