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Pedro Nueno, Profesor del IESE Business School, Universidad de Navarra

Emprendiendo

jue, 31 may 2012 08:16:02 +0000 Publicado en Expansión

Esta semana tuve que dar clase en la Harvard Business School escuchando a otros profesores brillantes, entre ellos a Howard Stevenson quien tiene el incuestionable mérito de haber sido el gran promotor de la enseñanza de la iniciativa emprendedora en Harvard y desde allí, probablemente, en el mundo. Howard Stevenson fue profesor mío cuando él empezó a dar clases en Harvard. Curiosamente su primer curso fue sobre Gestión Inmobiliaria, un curso que ofrecía en el segundo año del master. Como doctorando yo tenía que tomar un montón de cursos y uno de los que elegí fue el suyo. El curso era eminentemente práctico, no sólo porque discutíamos casos reales en la clase sino porque un día nos metió a todos en dos autobuses, nos llevó a Nueva York (a unas tres horas y pico de Boston) y nos dio clases prácticas en Manhattan. Cuánto riesgo tendría comprar un edificio determinado, qué podríamos hacer con él para disminuirlo, cómo podríamos incrementar el valor de un edificio determinado. La verdad es que yo siempre he creído en el sector inmobiliario y, aunque he vivido varias de sus crisis, sigo pensando que es la mejor forma de ahorrar a largo plazo. Nunca le recomendaré a nadie forrarse con un inmueble de hoy para mañana, pero creo en hipotecarse moderadamente y forzarse a ahorrar en inmuebles. Lo curioso es que Howard Stevenson pasase de lo inmobiliario a la iniciativa emprendedora.

Otro profesor me convenció de que la diversificación era una buena cosa, tanto para las empresas como para las personas. Con esto teníamos la clave: primero haces dinero con lo inmobiliario, luego sacas la iniciativa emprendedora y diversificas de lo inmobiliario a otros sectores. Estudiando empresas chinas en estos tiempos descubro que una buena parte de la riqueza que se crea en China viene del sector inmobiliario. Rasco un poco en los números de una empresa que se presenta como un holding industrial (componentes de automóvil, maquinaria, electrónica, siderurgia) y veo que tiene también una actividad inmobiliaria y, rascando un poco más, concluyo que al montar una planta sube el valor de los terrenos alrededor, se construye en ellos, suben más, se monta un centro comercial, suben más, se venden parte de los terrenos, ganan un montón y así con cada planta. Quizás no ganan, o pierden, con los componentes de automóvil. Pero compensa lo que sacan de revalorización de los terrenos o de las promociones que a veces el holding industrial realiza alrededor de sus fábricas.

Pero estudiando un poco la historia, esto no es muy distinto de lo que pasó en Estados Unidos o en Europa. Mi querida Boston tiene edificios preciosos que fueron fábricas textiles. En alguna han guardado una chimenea como hemos hecho nosotros en España. Algún día esa fábrica se fue hacia el norte y los edificios se convirtieron parte en centros universitarios, parte en apartamentos para profesores, secretarias de profesores (que son quienes gestionan la universidad) y alumnos. Luego la ciudad siguió creciendo, lo textil no era tan atractivo, se vendieron la otra fábrica y montaron una empresa de miniordenadores. Años más tarde, transformaron la empresa de miniordenadores en otra de internet, que necesitaba menos espacio, y se vendieron algunas naves donde se instalaron algunos emprendedores en biotecnología.

Quienes sean un poco mayorcitos que piensen en el Madrid, la Barcelona o cualquier otra ciudad de su infancia y recordarán gente vestida de uniforme entrando y saliendo al son de sirenas en fábricas con chimeneas y humo abundante en plena ciudad. Los primeros automóviles que se fabricaron en Barcelona, los últimos 1800's, se producían en lo que hoy es una zona céntrica y casi peatonal. Lo inmobiliario ganó a lo industrial pero de lo inmobiliario salieron otras cosas.
   
Howard Stevenson no cree que la iniciativa emprendedora haya cambiado mucho con los años. Es una combinación de estar alerta para descubrir las oportunidades que nos rodean y una voluntad de poner el esfuerzo para transformarlas en empresas. Sigue convencido de que no se nace emprendedor o funcionario. Uno es emprendedor si quiere serlo pero lanzarse a ello requiere vivir con cierta incertidumbre, adquirir responsabilidades con otros (financiadores, socios, compañeros de viaje, empleados, proveedores y clientes), un trabajo imprevisible que puede llegar a ser muy duro. Todas estas cosas exigen un nivel alto de compromiso que no todo el mundo está dispuesto a adquirir.

Eso sí, con los años, emprender se ha ido convirtiendo en una asignatura global, como tantas otras. La mayoría de conceptos innovadores de empresa tienen ámbito global, la competencia puede surgir en otro lugar del mundo y los consumidores cada vez se parecen más en todos los continentes del mundo. Pero las nuevas e inmensas áreas económicas que se van abriendo, Brasil, India, China, África, presentan a veces oportunidades peculiares que pueden nacer allí para luego extenderse desde allí.

Entre Howard Stevenson y yo hemos divulgado un concepto que es el del "plan de pensiones emprendedor". Esto quiere decir que por un lado nuestra esperanza de vida crece pero por otro lo que podemos esperar de unos estados endeudados, a veces quebrados, gestionados por gente incompetente que se dedican a culparse unos a otros de su incompetencia, es poco. Así que no confiemos en jubilarnos a los 65 y vivir hasta los 110 con el Estado cubriéndonos pensiones y sanidad esos 45 años. No importa lo que hayamos pagado durante nuestra vida para proveer esas pensiones: se han gastado nuestro dinero en funcionarios innecesarios, coches oficiales y turismo de los jefes en misiones absolutamente inútiles.

Pero si durante nuestra vida activa vamos poniendo, quizás junto a otros, un poco de dinero aquí, otro allá, ayudando a emprendedores honestos a crear sus empresas, puede que un día recuperemos ese algo de aquí y ese algo de allá y con buenas plusvalías. Esto es ser un "business angel", un ángel inversor. Los "business angels" se agrupan para hacer esa "buena obra" de ir ayudando a emprendedores a lanzarse, para supervisarlos y para un día salir de la inversión. Por supuesto, en algún caso se pierde lo puesto, pero con un poco de habilidad  del grupo se acierta en muchos casos y, en general, los emprendedores son más trabajadores, más honestos y más inteligentes que los funcionarios.