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Volver 2020-03-31-Opinión-TEO-Antonio García-Moreno

Juan Chapa, Profesor de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra

Antonio García-Moreno, servidor fiel de la palabra de Dios (Badajoz, 1932- Navarra, 2020)

mar, 31 mar 2020 11:27:00 +0000 Publicado en Diario de Navarra

Se puede decir que el perfil biográfico de Antonio García-Moreno no es lineal. Su trayectoria vital y profesional ha estado vinculada casi de manera cíclica a diversas ciudades, que de alguna manera definen lo que ha sido la vida de este buen sacerdote, profesor de Sagrada Escritura.

Antonio nació en Almendralejo, capital de la Tierra de Barros (Badajoz), donde se forjó la figura tan humana, amable y pausada que le caracterizaba. Pero fue sobre todo en Badajoz donde echó raíces y donde vivió la mayor parte de su vida. Allí ingresó en el seminario metropolitano en 1954 y allí, después de licenciarse en derecho civil por la universidad de Sevilla y finalizar los cursos institucionales de teología en Roma, fue ordenado sacerdote en 1961. Incardinado en la Archidiócesis de Mérida-Badajoz, fue Canónigo Lectoral de la Santa Iglesia Catedral desde 1978, ejerciendo principalmente en esta ciudad su labor pastoral y académica. Desde 1964 fue profesor de Exégesis del Nuevo Testamento en el seminario de la diócesis y desde 1968 impartió clases de teología en la Facultad de Químicas y en la Escuela de Ingenieros Agrícolas de la Universidad de Extremadura. Antonio era, por todo ello, bien conocido en la capital pacense. Un gran número de los sacerdotes de la diócesis fueron alumnos suyos. Allí desarrolló una amplia labor sacerdotal, que incluía siempre la preocupación por llevar al terreno de la divulgación sus estudios más especializados.

Roma fue otra ciudad a la que el prof. García-Moreno estuvo especialmente ligado. En la ciudad eterna Antonio se licenció en Sagrada Escritura por el Pontificio Instituto Bíblico en 1964 y se doctoró en teología en la Universidad Gregoriana en 1970. Durante sus años romanos, Antonio conoció y trató a san Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei, cuya espiritualidad imbuyó fuertemente su vida y ministerio de sacerdote diocesano. Años más tarde, también en Roma pasó estancias de trabajo como investigador de la Iglesia Nacional Española de Santiago y Montserrat, que explican parte de su amplia producción científica. Y junto a Roma, Jerusalén. A la ciudad santa viajó numerosas veces en peregrinación y en ella transcurrió temporadas más largas para realizar cursos especializados en arqueología y exégesis en «L’École Biblique» y en el Instituto Bíblico Franciscano de Jerusalén, impartidos por conocidos exegetas como el Padre Boismard, el Padre Benoit, o el Padre Loffreda. Así se convirtió en un gran conocedor y amante de Tierra Santa, el experto guía que a uno le gustaría llevar.

Finalmente, Pamplona ha sido la otra ciudad que marcó la vida de Antonio. Para apoyar la recién comenzada Facultad de Teología de la Universidad de Navarra, en 1971 se trasladó a Pamplona. Desde ese año hasta su jubilación en 2002 pasaba un semestre en la capital navarra para impartir sobre todo cursos sobre san Juan. En esos treinta años muchos fueron los alumnos que escucharon sus clases y muchos también los que volvieron a sus países o regiones de procedencia llevando bajo el brazo alguno de sus libros.

No hay espacio aquí para referirse a la amplia producción académica del prof. García-Moreno. En cualquier caso, su obra sobre san Juan permite entrever la huella que le dejó, entre otros, el Padre Ignace de la Potterie. Del insigne exegeta francés fue alumno en Roma y con él mantuvo una cordial amistad. Prueba de ello es el prólogo que escribió al libro de Antonio, Jesús el Nazareno, el Rey de los judíos. En esta obra de cristología joánica se refleja el modo que tenía Antonio de acercarse a la Palabra de Dios. Lo hacía desde la profunda convicción de que aquel que era objeto de su estudio era también la razón de su vida sacerdotal. Porque Antonio antes que profesor fue un sacerdote enamorado de Jesucristo. Esa es la huella principal que, junto con sus estudios, nos ha dejado. Muchas gracias, Antonio. Descansa en paz.