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Francisco Errasti, Director general de la Fundación para la Investigación Médica Aplicada

Una vez más, la Sanidad

sáb, 26 oct 2019 15:50:00 +0000 Publicado en Diario de Navarra

Decir que la sanidad o, más precisamente, la asistencia sanitaria de nuestro sistema público y gratuito está de moda es un tópico que de tan reiterativo resulta irrelevante. Solo la repetición de manifiestos, concentraciones y huelgas de los profesionales sanitarios (¡qué hartos deben de estar para llegar a eso!), junto con las alertas de los medios de comunicación, nos despiertan de nuestro indiferente letargo.

El reciente informe -es el séptimo- de los consultores VP&R, que titulan “Diez temas candentes de la Sanidad española en 2019”, realiza un análisis tan nuclear de la realidad como necesario. El esfuerzo que esta conocida consultora ha llevado a cabo para sintetizar los principales problemas de nuestra sanidad es notable y analiza cuestiones que, sin duda, requieren decisiones de gran calado. No solo el propio tema lo requiere sino que llevamos muchos años sin que nadie desde los grupos de decisión -sobre todo políticos- haya tenido la lucidez y valentía para afrontarlos.

El propio Colegio de Médicos de Navarra ha presentado recientemente (Diario de Navarra, 15.X.2019) las veinte propuestas que consideran “claves” para mejorar la sanidad. Ambos informes coinciden en algunas de ellas.

Entre los temas candentes citados, hay algunos que son claves y cualquier neófito los consideraría como tales. Veamos un par de ellos solamente:

Centralidad del paciente. ¿Qué significa esto? Ante todo, la solución a dos cuestiones serias: suficiente dedicación de tiempo a los pacientes y la solución al grave problema de las listas de espera.

La tecnificación de la medicina y la fragmentación de las especialidades médicas han llevado a la despersonalización y escasa dedicación a escuchar al paciente. Un dato escalofriante: en Estados Unidos en 1975 el médico dedicaba  una hora a la primera consulta de un paciente y treinta minutos a una revisión. Ahora se dedica doce y siete minutos, respectivamente. El informe no aporta esta información para nuestro país, pero debe de ser algo parecido. ¿Qué satisfacción puede tener un paciente que espera ser escuchado por su médico y comprueba que no lo consigue?

No se puede decir que el paciente es el centro del sistema sanitario cuando someterse a una colonoscopia, con sospecha de patología, puede tardar tres o seis meses. O una revisión de un cáncer de mama tiene un retraso de 6 u 8 meses. (Saray, Diario de Navarra, 18.X.2019). Sin hablar del coste que tiene para la economía la incapacidad laboral de muchos trabajadores  que están de baja a la espera de una intervención quirúrgica.

Alguien puede alegar que se debe a la falta de médicos, como repetidamente acostumbramos a leer en los medios de comunicación. Pero este no es el problema, como explica el informe. En España estamos por encima de la media de la OCDE en cuanto a ratios de médicos: 3,9 médicos por 1.000 habitantes, por encima de Gran Bretaña, con 2,8; y Francia, con 3,3 y que no tiene listas de espera. Tenemos 0,95 facultades de Medicina por millón de habitantes, mientras que  el Reino Unido tiene 0,46; Francia 0,44 y Alemania 0,45. Y en España seguimos abriendo facultades de Medicina.

Pero los médicos no son culpables, ni mucho menos, de la situación en la que nos encontramos. En mi opinión, tiene que ver con la organización y política de recursos humanos en sanidad. Los médicos en nuestro país -y hay que decirlo claro- no merecen el trato que reciben cuando la responsabilidad que se les exige es tanta: tienen un bajo nivel retributivo en términos relativos con otros países europeos; el índice de precarización laboral es alarmante también en la sanidad pública (cuando este es un mal que, equivocadamente, se quiere achacar a la empresa privada únicamente) y preocupa seriamente, cada vez más, el elevado nivel de burnout de los facultativos españoles.

Una profesión que debería ser mimada por la sociedad se encuentra arrinconada, despersonalizada y al borde del agotamiento emocional. Y lo que es peor: es moneda de cambio en las constantes y estériles diatribas políticas. A pesar de ello una gran mayoría de los médicos poseen un auténtico espíritu de servicio con sus pacientes, un hondo sentido compasivo y se esfuerzan por trabajar bien, más allá del estricto cumplimiento de sus obligaciones. ¿Alguien se ha preguntado seriamente por qué se van cada año tantos médicos al extranjero (y son recibidos con los brazos abiertos), bien formados, después de una carrera de once años (incluido el año dedicado a estudiar el MIR) y del consecuente coste que ha tenido para nuestro país? Sencillamente es un despilfarro que nadie debería permitirse.

Atención Primaria. Resaltar, a estas alturas, la importancia de la Atención Primaria, como eje y columna del sistema sanitario es una obviedad. Pero en la práctica no lo es y tampoco se han tomado las decisiones para que lo sea. La Atención Primaria, en la que el equipo y la coordinación en red ocupan un papel central, es un factor determinante de una mejor salud con un coste menor y contribuye a una mayor cohesión social.

Sin embargo el malestar entre los médicos -manifestaciones, huelgas y dimisiones- es una constante. ¿Las causas? Aumento de demoras, déficit de profesionales, escasez de tiempo dedicado a los pacientes, desmotivación por la precariedad laboral, ausencia de incentivos, sobre todo en zonas aisladas y en urbanas saturadas, y un largo etc.

No han faltado informes que analizan seriamente una situación que reclama una reforma en profundidad. Un botón de muestra: Nuestro país tiene 7,5 médicos de Atención Primaria por cada 10.000 habitantes, muy lejos de los 17,2 que tiene Alemania o los 15,4 de Francia y Portugal. Hay 22 países de la Unión Europea que cuentan con más médicos de Atención Primaria por habitantes que España.

Quizá otro día hable de la ambivalente relación que existe en nuestro país entre la asistencia pública y privada. Solo un dato esclarecedor: hay diez millones de personas en nuestro país que tienen un seguro privado. ¿Se imaginan lo que sucedería si todos decidiesen acudir a la sanidad pública a la que tienen derecho y además les resulta gratis?