Javier Mata, Gerente del CIMA
Colaboración de entidades biomédicas navarras en beneficio de la sociedad
No por repetido está de más insistir en que Navarra tiene un ecosistema privilegiado en lo referente al ámbito biotecnológico en general y biomédico en particular. La existencia de tres universidades, diversos centros tecnológicos, y un entorno con empresas consolidadas que apuestan por diversificar en biotecnología, empresas menos consolidadas pero igualmente innovadoras, emprendedores, etc... así como un potente sistema sanitario publico-privado, hacen de Navarra un enclave excepcional.
Pero además, en el caso de Navarra, la existencia de estos agentes adquiere un valor añadido a través de la complementariedad y creciente colaboración entre ellos. También la coordinación de todos los agentes, últimamente potenciada de manera especial a través de Aditech, ejercen de multiplicador de las potencialidades de cada agente por separado.
Hay ejemplos claros como el Instituto de Investigación Sanitaria de Navarra, (IdiSNA) en el que se han congregado hospitales y otros recursos sanitarios, centros de investigación, y universidades tanto públicos como privados para impulsar la investigación biomédica, o la puesta en marcha por parte del Gobierno de Navarra de los “proyectos tractores” en los que se consorcian uno o varios centros con entidades empresariales con el fin, como dice la propia convocatoria, “de guiar esa investigación de los Centros hacia líneas con alto potencial industrial y de llegada al mercado”.
Creo que ese debe ser el camino para que Navarra, siendo una comunidad pequeña, siga avanzando por el camino de la excelencia y de la competitividad frente a otras regiones con más potencia económica, territorial, demográfica, etc. Sin olvidar el apoyo de las instituciones públicas que aportar recursos adecuados y desarrollar las políticas adecuadas que contribuyan a ello. Esperemos que sea el caso de la próxima Ley Foral de Ciencia y Tecnología de Navarra
Será importante en ese camino que cada entidad mantenga sus propias señas de identidad, y en la medida de lo posible exista un nivel de especialización que permita que el conjunto sea más eficiente y se eviten redundancias de recursos.
Cada entidad o cada agente ocupa un espacio en la cadena de valor de la biomedicina, desde la investigación más básica hasta la industria, teniendo siempre como objetivo, como no puede ser de otro modo los pacientes y la sociedad en general.
En este sentido, es importante profundizar más en la colaboración entre todas las entidades y que esa colaboración sea de ida y vuelta o, mejor aún, sea una colaboración de red, no lineal, dada la complejidad de las nuevas terapias. Que la ciencia de un centro de investigación pueda trasladarse a la industria para que llegue finalmente al paciente es el objetivo deseado. Pero en ese camino, debe generarse un aprendizaje de todos los participantes, deben vislumbrarse nuevas ideas a desarrollar -algunas de ellas arriesgadas o disruptivas-, que a su vez den lugar a nuevos productos o hagan mejores o más accesibles los ya existentes.
La colaboración, -o mejor, el trabajo codo con codo-, entre los generadores de conocimiento, los que lo desarrollan, los que generan nuevos productos y los llevan al mercado para adopción de los usuarios, es fundamental. Por todo ello, el trabajo conjunto entre los centros de investigación o tecnológicos, la universidad y la industria es esencial. Ese es el reto y creo que Navarra está capacitada para ello.
Quizás resulte un planteamiento simplista, ingenuo o demasiado optimista. Sé que luego las cosas en el día a día de las “trincheras” de los laboratorios, las plantas de producción o los despachos están llenos de problemas y obstáculos. Pero para poder llegar a superarlos hay que creerse que vale la pena y que se puede.