El 14 de octubre pasado falleció en Teteringen (Breda, Holanda) el profesor Leo Elders SVD, a los 93 años de edad. Con su fallecimiento, la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra se ve privada no solo de un prestigioso visiting professor (lo era desde 1989) sino sobre todo de un verdadero amigo.

El padre Elders fue un asiduo visitante de la nuestra Facultad. En el primer Simposio Internacional de Teología de la Universidad de Navarra, celebrado en 1979, sobre Ética y teología en la sociedad contemporánea, ya estuvo presente el profesor Elders que contribuyó con una comunicación titulada “El pensamiento moral de Schillebeecks Justice et amour, grâce et liberation”. A partir de ese año, Leo Elders fue un asiduo –y esperado- participante en los Simposios de la Facultad, hasta completar 33 de los 36 simposios celebrados hasta la fecha. Su presencia y participación en cada uno de ellos enriquecía las aportaciones y el diálogo. Elders podía hablar con profundidad de temas variadísimos, y hacerlo en diferentes lenguas sin solución de continuidad. 

El profesor Elders era un profundo estudioso del pensamiento de Santo Tomás  que le ha mantenido, como le escribió Benedicto XVI con ocasión de sus 90 años, en una constante peregrinación hacia la verdad. Era también un conocedor sólido de la teología contemporánea a la que aportó ideas y también reflexión crítica. Siempre le movió una fuerte convicción misionera tanto durante  su estancia en extremo oriente (Japón, principalmente) como en el trabajo teológico que llevaba a cabo en Rolduc (Holanda) donde vivió tantos años.

Le recuerdo cuando llegaba a Pamplona desde Holanda en su Peugeot 205 rojo para asistir cada año a nuestros simposios. Elders se encontraba en nuestra Facultad como en casa, y para nosotros era una figura familiar cuya presencia se daba por descontada. Su amabilidad y sencillez, la amistad que tenía especialmente con algunos profesores como Gonzalo Aranda, Jutta Burggraf –que había trabajado con él en Rolduc- Elisabeth Reinhardt, José Luis Illanes, etc, hacían de él una figura muy querida y cercana. Leo Elders deja tras de sí una obra teológica y filosófica imponente y un recuerdo entrañable para quienes le conocimos.