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¡Feliz, histórica y romana Navidad!

24/12/2023

Publicado en

Diario de Navarra y El Diario Montañés

Javier Andreu Pintado |

Catedrático de Historia Antigua y Director del Diploma de Arqueología

Aunque no se trate de una fuente historiográfica, aunque sí histórica, el Evangelio de Lucas sitúa el nacimiento de Jesús -cuya celebración volverá a llenar al mundo de gozo 2000 años después-, en el momento de la realización de un censo universal por Publio Sulpicio Quirino, gobernador de Siria. A este censo aluden también algunas inscripciones de la época y a él se refiere con cierto pormenor el historiador judío Flavio Josefo. Aunque la crítica no se pone de acuerdo, ese acontecimiento debió tener lugar hacia el 6 a. C., antes de morir Herodes el Grande, rey vasallo de Roma para la administración de Judea, o hacia el 6 d. C., una vez muerto éste, reinando su hijo Arquelao y con Judea ya convertida en provincia por voluntad de Roma. En el 6 d. C. se produjo, además, la conjunción astral de Venus y Júpiter que pudo corresponder -aunque hay otras opciones posibles- a la estrella que vieron los Magos y que les guiaría hacia Belén, como cuenta el Evangelio de Marcos y representa la iconografía cristiana primitiva desde el siglo III d. C. 

Al margen de las dudas de fecha, la primera Navidad -la “plenitud de los tiempos” según la bautizaría Pablo en su carta a los Gálatas-, aconteció en el gobierno del emperador Augusto, que reinó entre el año 27 a. C. y el año 14 d. C. Augusto, que estuvo varias veces en la Península Ibérica, inauguró con su mandato el modelo político romano del Principado, el “gobierno del ciudadano principal” y, con él, puso fin a una crisis política, militar, económica y social que venía afectando al estado romano desde, al menos, las últimas décadas del siglo II a. C. Inaugurada cinco siglos antes, por entonces la República había llegado a un crítico callejón sin salida: guerras civiles (como la de Sertorio, con impacto en nuestra tierra, pues en su contexto se fundó la ciudad de Pamplona); guerras con pueblos extranjeros; crispación y fracturación social; episodios constantes de vandalismo, terrorismo callejero y ocupación de las tierras ajenas; polarización de la vida política entre optimates y populares, abiertamente cerrados al diálogo; empobrecimiento de las clases medias de campesinos y comerciantes; y hartazgo y absentismo de la ciudadanía de Roma respecto de la vida política. Augusto, sin embargo, supo sortear estas crisis y, con su llegada al poder, se abrió un tiempo de paz, breve pero inusitado y desconocido desde los años 90 del siglo I a. C. Con él, también por primera vez, se hizo realidad ese sueño grecorromano de una “casa común”, de una oikoumene, en la que todos los habitantes de lo que hoy es Europa podían sentirse seguros, moverse, comerciar, comunicarse y vivir en unidad.

El despegue monumental que vivieron entonces ciudades ya romanas de nuestra Navarra como Cara, Pompelo, Andelo o Santa Criz de Eslava lo muestra de una forma extraordinariamente impactante, arquitectónica, visual, muy a la romana. Como insistía hace años Benedicto XVI en su obra La infancia de Jesús, ese momento fue, efectivamente, “la plenitud de los tiempos” y fue saludado por la intelectualidad romana de la época como un tiempo de esperanza, de futuro, como una “nueva era”, la misma a la que el poeta Virgilio había cantado en sus églogas algunos años antes, ansiando esa “nueva progenie” que debía “descender del cielo”, como él escribió. 

La Navidad, un año más, también desde una óptica histórica, nos recuerda que donde hay esperanza crece la vida y que, por muy crispada que -como en el último siglo de la República romana- esté nuestra vida política y nuestra agenda social, si mantenemos esa esperanza, y la contemplación del belén nos da sobrados motivos para ello y si sembramos paz y alegría en nuestros corazones y a nuestro alrededor, esa ancestral “plenitud de los tiempos” llenará, también, los nuestros, aparentemente tan rudos y crispados como los de la crisis del final de la República romana. Feliz, histórica y romana Navidad a todos.