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Carlos Barrera del Barrio, , profesor de Medios de Comunicación y Política en el Facultad de Comunicación

Por la boca muere el pez

sáb, 24 may 2014 17:20:00 +0000 Publicado en El Mundo

Cuando los sondeos pronostican resultados ajustados en las urnas, las cuestiones de detalle pueden resultar decisivas para dirimir el resultado final. Muchos analistas han puesto de manifiesto que la victoria del PP o del PSOE es, tanto para Rajoy como para Rubalcaba, un objetivo intermedio de gran relevancia estratégica para el afianzamiento de sus liderazgos y de sus políticas.

Ejemplos de cómo deslices en la trifulca dialéctica han truncado las aspiraciones de candidatos ha habido varios en nuestras democracias occidentales: Ségolène Royal frente a Sarkozy o Miguel Sebastián frente a Ruiz-Gallardón, por poner dos cercanos en el tiempo y en el espacio. Bien escaldados salieron los perdedores en dichas refriegas ante el tribunal de la opinión pública.

Incluso el hecho de que estas sean -para el votante, que no para los políticos- unas elecciones de baja intensidad potencia más la disposición ciudadana a castigar a quien mete la pata o intenta sacarla luego a destiempo, tarde y mal. Porque notar se ha notado y las disculpas en política no suelen dar réditos a corto plazo. También se disculpó el Rey tras el incidente y accidente de su caza de elefantes en Botsuana y siendo benévolos en el juicio, hubo división de opiniones. La imagen regia quedó dañada, sin ninguna duda.

Si además la cuestión controvertida es de tal naturaleza que puede ser fácilmente aprovechable por el principal rival para ser enarbolada como bandera distintiva y para ser esgrimida como arma de ataque, los daños tienden a aumentar. Cuando sectores varios acusaban al PP y al PSOE de ser lo mismo, los socialistas no han podido encontrar un episodio mejor y más mediático para reconocerse de nuevo que las dobles desafortunadas declaraciones de Arias Cañete.

El machismo es un tema que vende porque, guste o no guste, es políticamente incorrecto. En política y en campañas electorales se escruta hasta lo más recóndito de los rivales en liza: lo que dicen y dejan de decir, lo que hacen y dejan de hacer, lo que piensan o han pensado. Se hallan siempre expuestos, y salirse del guión previsto, por defecto o por exceso, tiene su coste reputacional. ¡Qué mejor prueba de la consciencia de su posible efecto electoral que la preocupación, palpable aunque lo quisieron disimular, de los principales dirigentes del PP tras el infortunio! Hasta medios europeos se han hecho eco de sus palabras en unas elecciones que se preveían tan nacionales.

Lo queramos o no, esta campaña va a pasar a la historia por la pifia de Cañete. El votante adormilado (dubitativo, abstencionista o similar) ha podido despertarse por este sobresalto, y especialmente la votante adormilada… Un hombre, un voto, sí. Pero también -permítaseme la expresión ad hoc para este caso una mujer, un voto. Y el machismo, aunque sea de artificio más que real, puede activar votos. Por de pronto, hizo resucitar al PSOE y a otros partidos aunque… ¡mucho ojo!, porque los hastiados-de-los-políticos-de-toda-la-vida pueden ver en este episodio una razón más para desencantarse de todos ellos, que no cesan de mirarse al ombligo y enzarzarse en sus cuitas, que no se corresponden con las de los ciudadanos. ¿Podrá más el bolsillo o el machismo?

Al final puede resultar que una de las grandes virtudes que se alababan del candidato popular, su campechanía y locuacidad, se vuelva como un bumerán contra él y su partido. Experto en temas de pesca, podría aplicarse aquello tan conocido de que por la boca muere el pez.