Publicador de contenidos

Volver La hora de la clase política

Alfredo Rodríguez Sedano, Profesor de Sociología, Universidad de Navarra

La hora de la clase política

mié, 23 nov 2011 09:22:56 +0000 Publicado en Diario de Navarra

Tras unos resultados previsibles, lo que ahora toca es solucionar problemas como el paro y el desempleo juvenil. Políticos preocupados por la realidad.

De todas las elecciones que han tenido lugar en democracia, no es aventurado afirmar que éstas han sido las más previsibles. Basta con ver cómo los sondeos de opinión adelantaban, una y otra vez, el resultado que finalmente se ha dado.

Las interpretaciones que pueden darse a los resultados de estas elecciones son muy variadas. En la mayoría de los casos esas interpretaciones estarán en función de intereses particulares y partidistas. Basta observar a diversos analistas hablar sobre una misma realidad y sale uno pensando que le están hablando de realidades distintas. Desde que tuvimos conocimiento de los datos definitivos, las opiniones han sido múltiples. En lo único que todos coincidían es en la mayoría abrumadora del PP y la debacle del PSOE.

¿Pero realmente no se esperaban estos resultados? ¿Alguien en su sano juicio puede pensar que un país no cambiará de rumbo con la deriva que había tomado el empleo, la economía y las perspectivas tan poco halagüeñas de futuro inmediato que se nos avecinan de ajustes y recortes necesarios, si realmente queremos nosotros y las futuras generaciones salir adelante?

Basta con seguir la información para saber que España es un país intervenido de facto desde año y medio. Y eso con las consecuencias que tiene de no poder tomar decisiones, estar hipotecados en un futuro… Parece claro que si los científicos se esfuerzan por hacer posible lo imposible, los políticos se esfuerzan por hacer imposible lo posible. Como señalara Churchill, la alternancia fecunda el suelo de la democracia. Y advertía con agudeza que el político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones. ¡Esperemos que así sea!

Pues a este tipo de político es el que la sociedad necesita. Eso es lo que los ciudadanos han votado mayoritariamente: alguien que se preocupe por ellos, que tenga verdadera vocación de político, es decir, de servicio a la sociedad y al bien común. Que tenga la capacidad de atender con la mirada a la realidad que le circunda y ver cuáles son las necesidades reales que la sociedad y los ciudadanos tienen, no las que hacen ver que tienen.

Las ideologías están bien pero hay una realidad que las desborda. Y a esa realidad es a la que hay que mirar: lograr que cinco millones de parados encuentren un trabajo que dignifique sus vidas, haga posible tener y sacar adelante un proyecto.
 
Esa realidad que se manifiesta en que más del 40% de la gente joven no tienen posibilidad de acceder a un primer empleo digno. Esa gente joven que tiene que emigrar porque las posibilidades en este país se les han cerrado, con lo que conlleva de desarraigo. Esa gente que son el futuro de una sociedad y con quienes hay que contar si realmente una sociedad quiere salir adelante. Esta cuestión, tan manida en discursos, queda ahogada por la ideología.

¿Qué lección podemos sacar de estas elecciones? El encargo y la tarea urgente que se les encomienda a los políticos es la de devolver la esperanza a una ciudadanía desilusionada y carente en sus necesidades más básicas. La esperanza es el único bien común a todos los hombres; los que todo lo han perdido la poseen aún.

Y esta tarea no es sólo de aquel en quien se ha depositado la confianza de gobernar en los próximos cuatro años. La convocatoria es que todos tienen que arrimar el hombro, pues eso es lo que en las urnas han pedido los ciudadanos. Y esa tarea requiere del concurso de todos, no sabe de mayorías absolutas, sino de que todos los partidos políticos se vuelquen en la misma tarea. No es el momento de voces discordantes que no solucionan los problemas reales de los ciudadanos y de la sociedad. En cierta ocasión Kennedy dijo a los norteamericanos que dejasen de preguntarse por lo que su país podía hacer por ellos, y empezasen a preguntarse por lo que ellos podían hacer por su país. Pues bien la ciudadanía ha hablado, que es lo que la democracia le permite hacer. La clave ahora está en que la clase política, ante esta nueva oportunidad que se le brinda, no vuelva a defraudar a los ciudadanos y les devuelvan la ilusión que en muchos casos se ha borrado de sus rostros.