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Luis Javier Fortún Pérez de Ciriza, Doctor en Historia

La discreta elegancia de un sabio

jue, 22 ago 2019 13:07:00 +0000 Publicado en Diario de Navarra

La admiración que suscitan los hombres verdaderamente sabios, que amasan conocimientos con la levadura de la reflexión y el rigor, se incrementa notablemente cuando son personas elegantes y a la vez discretas, que no necesitan pregonar su condición porque su saber y su humanidad se evidencian por sí mismos. La conjunción de esos tres elementos –sabiduría, discreción y elegancia– sustentaron mi admiración hacia Faustino Menéndez-Pidal y Navascués, fallecido ayer en su casa familiar de Cintruénigo, su ámbito vital más querido y en cuya restauración derrochó ilusiones y esfuerzos.

En su persona confluyeron un linaje asturiano, esclarecido por el brillo cultural de Ramón, su tío abuelo, y de otros parientes, en el que Faustino ocupaba la línea agnada, y una conocida familia de Cintruénigo de significativa presencia en nuestro pasado. Esa doble herencia familiar le permitió trascender todo localismo y abarcar en sus investigaciones el conjunto de España, a la vez que demostró que el conocimiento de este conjunto hispánico no entorpecía, sino facilitaba, la profundización en la historia regional. Por eso fue capaz de aportar mucho a Navarra en las disciplinas históricas en las que fue maestro indiscutible: la heráldica, la genealogía y la sigilografía.

Lejos de cualquier veleidad superficial, trabajó la heráldica con rigor y concibió los emblemas como una fuente inagotable para conocer a las personas y a los linajes, pero también a las instituciones públicas. A través de las formas se adentró en las maneras de pensar y en los mensajes políticos que transmitía la heráldica. Sus estudios sobre el Libro de Armería del Reino de Navarra (con Juan José Martinena) o sobre los Emblemas heráldicos en el arte medieval navarro (con Javier Martínez de Aguirre) se conjuntaron con su aportación esencial al esclarecimiento de la génesis del escudo de Navarra: la estructura de bloca en campo de gules (rojo) adoptada por los Teobaldos para representar a Navarra y que siglo y medio después se transformó en las cadenas y se vincularon a la batalla de las Navas de Tolosa.

Fue maestro en la sigilografía, el estudio de los sellos que, con distintos materiales y técnicas, han servido para acreditar la autenticidad de los documentos y la personalidad de sus autores o testigos durante siglos. Con la ayuda de Mikel Ramos y Esperanza Ochoa de Olza acometió la ingente tarea de describir, explicar y estudiar más de 3.300 sellos medievales de Navarra, además de identificar a las personas o instituciones que los usaron. Su aportación hace que en la actualidad Navarra tenga una posición señera en este campo, además de proporcionar inagotables recursos a los investigadores de nuestro pasado.

La relevancia de sus aportaciones a la historia de Navarra explican la concesión del Premio Príncipe de Viana de la Cultura en 2011, que significó el reconocimiento tanto a una obra ingente como a su mimo e interés por Navarra. En la sanción laudatoria de su obra se había adelantado dos décadas la Real Academia de la Historia, que en 1991 lo escogió como miembro numerario, consagrando su condición de historiador. Lejos de considerar la Academia como un oropel para su propia vanagloria, don Faustino se entregó con entusiasmo a un trabajo infatigable en cuestiones heráldicas. Sus informes, sobrios, serenos y fundados, cuidaron por igual desde la heráldica municipal hasta los símbolos de la nación española y de la casa real, a los que también realizó significativas aportaciones. Su trabajo mereció desde 2014 el reconocimiento como Director Honorario de la institución.

Hoy Navarra y el conjunto de la historiografía española han perdido a un hombre singular. Quienes tuvimos el honor y el placer de tratarle hemos perdido, además, a un maestro sabio, elegante y discreto.