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Rolf Campos, Profesor del IESE Universidad de Navarra

Unión bancaria

jue, 22 ago 2013 08:49:00 +0000 Publicado en La Vanguardia

La creación de la moneda única fue la culminación de un proceso que incluyó varios intentos de fijar las paridades entre las monedas europeas, los cuales nunca duraban mucho y llevaban a frecuentes devaluaciones. Los países europeos descubrieron que, con movilidad de capitales, un régimen de paridades fijas no era compatible con que cada país siguiera una política monetaria independiente. La solución fue tener una única moneda y eliminar la independencia monetaria de cada país. Al principio, gran parte de los economistas consultados pensaba que el proyecto del euro sería un fracaso. Pese a la desaparición física de las monedas nacionales, las diferencias entre las economías de la zona euro someterían al sistema a nuevas tensiones, y que ahora ya no podrían subsanarse por medio de devaluaciones controladas. Frente a este escepticismo, los líderes europeos tomaron la determinación de que, pese a todo, habría una moneda única. Esta fue una decisión esencialmente política.

Los primeros diez años del euro hicieron olvidar los presagios negativos. Sólo con la gran recesión del 2009 volvieron a salir a la luz las dudas. Estas se centraban sobre la capacidad de los estados soberanos de hacer frente a los pagos de su deuda y sobre la solvencia de las entidades financieras de los distintos países de la zona euro. Para un depositante, un euro depositado en un país periférico ya no era visto con los mismos ojos que un euro depositado en un banco alemán.

Como respuesta a la fragmentación del sistema financiero apareció la idea de una unión bancaria. Una unión bancaria implica una regulación conjunta pero también una resolución conjunta de posibles quiebras en el sistema financiero, por lo que abre una nueva vía de transferencias fiscales entre países. Frente a la quiebra de una entidad financiera en un país, los otros tendrán que pagar parte del salvataje. Por ello, la unión bancaria representa un salto cualitativo en el proceso de integración europea. Sus consecuencias fiscales implican que Europa se acerca desde un punto de vista económico a lo que consideraríamos un país. A la regulación común y la política monetaria y cambiaria común se añade una mayor integración fiscal. Veremos si Europa avanza por el camino de una mayor integración.