Santiago Álvarez de Mon , Profesor de IESE, Universidad de Navarra
Elogio al emprendedor social
Entre otros emprendedores sociales, ¿qué tienen en común Muhammad Yunus, fundador del Grammeen Bank; Cristóbal Colón, presidente de la cooperativa La Fageda, y Jaume Sanllorente, fundador y presidente de Sonrisas de Bombay? Entornos distintos (Bangladesh, España, India), formaciones variadas (economista, psicólogo, periodista), actividades diferentes, (banco de pobres, fabricación y distribución de derivados de leche con disminuidos psíquicos, educación de niños en los slums de Bombay), no es difícil rastrear un poso común de excelencia.
- Realismo aplastante: Frente a utopías irrealizables que dejan un reguero de frustración, su propuesta de cambio parte de un diagnóstico pegado al terreno.
- Filosofía de trabajo: A través de una carrera profesional de esfuerzo, disciplina y constancia, encuentran sentido a lo que hacen. Sirven un propósito que los enriquece como personas.
- Humildad: Proceden prueba y error, manejando este último como un tropiezo
del que levantarse y aprender. Una actitud decidida no admite la noción de fracaso.
- Confianza: Sin caer en ingenuidades infantiles, la antropología que subyace a
su liderazgo rezuma confianza en el ser humano para superarse y realizar su mejor destino.
- Independencia: Aspiran a dirigir instituciones que no dependan del maná estatal. Éste es un valor que hoy en día cobra una dimensión especial. La crisis está afectando a los presupuestos de ayuda a la cooperación, viéndose muchas organizaciones en serios apuros para sobrevivir.
- Optimismo: No se puede tener una idea, crear un producto o servicio, fundar
una empresa, desde el pesimismo que procesa la vida en clave sombría y victimista. Un emprendedor cenizo es una contradicción intrínseca.
- Valores: Respetuosos de una rica diversidad cultural, abrazan una serie de
principios universales que cosen misteriosamente a la familia humana. De esa
fuente moral brota espontáneo su espíritu de servicio.
- Intuición: Un emprendedor observa el paisaje, se hace una composición correcta de la situación, analiza, sopesa pros y contras, planifica, pero al final le mueve un instinto inefable de aventura que escapa a la lógica de la razón. El emprendedor piensa, estudia, reflexiona, pero sobre todo siente, intuye, fluye. Animal racional, el corazón es el órgano soberano de decisión.
Obvio decir, con la que está cayendo, lo importante que resultan a la sociedad de hoy emprendedores con este perfil. Especie escasa en nuestra fauna, crecerá en los años venideros. De la necesidad, virtud.