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Víctor Pou, Profesor del IESE

Crecimiento por austeridad

lun, 22 abr 2013 12:16:00 +0000 Publicado en La Vanguardia

En plena crisis de la zona euro, la polémica está servida. Los partidarios del crecimiento a ultranza atacan a los perseverantes defensores de la austeridad, entre los que destacan la Comisión Europea, el BCE, el FMI (que conforman la denominada troika) y los principales países acreedores europeos capitaneados por Alemania. El sentido común indica que ambos contendientes llevan su parte de razón. La austeridad es necesaria en cualquier caso, ya que no se puede construir nada duradero sobre montañas de deuda. Por otro lado, hace falta crecimiento para salir de la crisis y crear empleo.

Al inicio de la crisis en España, allá por el 2007 y 2008, el Gobierno de Zapatero erró fatalmente el diagnóstico. La crisis era de deuda y de oferta más que de demanda y, sobre este error, tomó la mala decisión de aumentar el gasto público para compensar la caída de la demanda. Con ello, agravó enormemente el problema de la deuda (añadió el problema de deuda pública al problema ya existente de deuda privada), disparó el déficit público, no abordó las reformas estructurales que necesitaba el sistema productivo y tampoco solucionó la debilidad de la demanda. Dejó España al borde de la quiebra hasta que en mayo del 2010 fue llamado a capítulo por Bruselas y tuvo que rectificar radicalmente aquella política económica suicida. Nos había situado en el peor de los casos: no habíamos sido austeros, no habíamos conseguido crecer, no habíamos reformado el sistema productivo y nos habíamos endeudado hasta las cejas. Es la trágica herencia que Zapatero dejó a Rajoy y la que dejó el tripartito a Mas en Catalunya.

No se puede repetir ahora el mismo error. La austeridad es necesaria pero, eso sí, aplicándola de manera conveniente. Esto lo ha reconocido la troika y de aquí la flexibilidad recomendada estos últimos tiempos.

Acaba de visitar Barcelona el político portugués responsable de tratar directamente con la troika y ha sido muy claro al decir que, también en Portugal, la medicina es amarga pero no tiene alternativa, que un crecimiento financiado con más gasto y, por tanto, más deuda, no llevaría a ninguna parte. El crecimiento ha de llegar a través de la combinación de austeridad vía costes (devaluación interna), ajuste fiscal (gastar menos y tratar de ingresar más) y, sobre todo, reformas estructurales que alumbren la posibilidad de un nuevo sistema productivo de más competitividad. Otros países lo han logrado: Suecia en los años noventa (el Estado de bienestar no es sostenible sin reformas profundas), Alemania a principios de siglo (cuando todo el mundo la llamaba "el enfermo de Europa") o los tres países bálticos. Se trata de una medicina dolorosa, pero acaba curando.