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Rafael María Hernández Urigüen, , profesor en ISSA y la Escuela de Ingenieros - Tecnun

¿Para cuándo la misericordia con los hijos de los divorciados?

lun, 20 oct 2014 09:36:00 +0000 Publicado en Revista Palabra

Con la conclusión de la primera  fase  del sínodo sobre la familia, muchos nos encontramos ilusionados y casi "impacientes", esperando el texto acordado por los obispos y expertos.

Por encima de los múltiples y hasta contradictorios mensajes mediáticos que han bombardeado las redes teletipos y tertulias a lo largo de estas semanas, la veracidad informativa espera en estos momentos un documento claro en el que aparezcan los términos de los problemas, propuestas y orientaciones (aunque sólo sean provisionales) que respondan a lo que el Espíritu Santo dice hoy a la Iglesia acerca de la familia, para que la Iglesia misma pueda seguir pronunciando las palabras que evangelizan al núcleo básico de la sociedad, y así la familia misma se sienta y termine siendo auténtica evangelizadora.

Quizá los dos mensajes más subrayados desde los medios de comunicación, repetidos hasta la saciedad, son los que reivindican "misericordia" para los  divorciados  vueltos a casar a los que según algunos habría que admitir a la Comunión eucarística, y un replanteamiento acerca de las personas homosexuales que variaría la doctrina del Catecismo de la Iglesia sobre la castidad.

Analizando el monocorde  mensaje mediático me gustaría detenerme en  tres noticias relegadas, ya que sus voces planteaban propuestas distintas y  discrepantes frente al establishment impuesto por lo "políticamente correcto".

La primera se refiere a los testimonios ofrecidos por los matrimonios que han procurado vivir coherentemente sus retos familiares siendo fieles al Evangelio de manera heroica. Esto es: el testimonio de las familias que han asumido existencialmente la llamada a la santidad matrimonial que el magisterio Concilio recordó.

La segunda: el testimonio de cardenal Caffarra en su pastoral de acompañamiento a parejas de divorciados manteniendo la praxis eclesial de acogida y de abstinencia respecto a la Comunión eucarística para proteger la verdad de los signos. El cardenal teólogo testimoniaba que en su acompañamiento cercano y claro desde la perspectiva doctrinal a cientos de matrimonios, su experiencia corrobora que no se sienten discriminados, y que en muchas ocasiones le han expresado un sentido agradecimiento porque llegaban a comprender el sentido de esta disciplina sacramental

Finalmente me ha llamado la atención una propuesta del cardenal arzobispo de Viena cuando declaró a los medios: "Si se habla de familia se debería hablar siempre no sólo de las parejas, sino también de los hijos, porque la familia es todo, matrimonio e hijos". Christopher Schönborn, llegaba a sugerir que en el Sínodo intervinieran activamente hijos (no señalaba las edades) cuyas voces habrían de ser escuchadas por los padres sinodales y los expertos.

En los años que  he trabajado como capellán y docente tanto en centros de enseñanza media como en la universidad, he podido acompañar a niños, adolescentes y jóvenes  que padecen  el dolor y desconcierto producidos por las desavenencias y rupturas matrimoniales.

Muchos de ellos, desde una madurez  poco común, se plantean cómo ayudar a sus padres a recomponer el matrimonio. He visto a jóvenes orar y ofrecer ayunos por sus padres, a otros y a otras que afrontan dialogar con  sus progenitores y les acompañan para que acudan a mediadores familiares, expertos en pastoral familiar o sacerdotes.

En los años de universidad, cada vez  me encuentro con chicas y chicos  que luchan por recomponer las fracturas familiares ayudando a sus padres a desviar sus miradas de reproches y animadversión y a fijar sus ojos en el objetivo común, en el fruto de su amor inicial en los hijos que siguen ahí llamándoles a quererse.

En la siguiente fase del Sínodo sobre la familia, ¿no sería oportuna una presencia de estos jóvenes que han luchado por recomponer el amor y la unidad de sus padres? ¿No supondría un reto fascinante  promocionar  desde los medios de comunicación y desde la pastoral de la Iglesia una nueva misericordia con ellos acompañándoles en su empeño evangelizador? Pienso que este "recurso humano" y manifiestamente cristiano enriquecería notablemente las conclusiones sinodales, y me parece que es de justicia que los jóvenes implicados experimenten, cada vez más,  la cercanía y misericordia eclesial, y el reconocimiento de la sociedad y de los medios.