Publicador de contenidos

Volver 2013_06_17_ARQ_Maestro-arquitectura

Miguel Ángel Alonso del Val, Catedrático de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra

Un maestro de la arquitectura

lun, 17 jun 2013 08:28:00 +0000 Publicado en Diarios digitales de Vocento

La presencia rotunda del damero excavado de su elegante Biblioteca General presidiendo el campus de la Universidad de Navarra nos recordará siempre la figura del arquitecto y profesor Javier Carvajal, que acaba de fallecer. Carvajal supuso para nuestra Escuela de Arquitectura un impulso renovador: transformó el pragmatismo docente en una aventura diaria y la enseñanza de la arquitectura en una opción personal que sólo merece la pena ser vivida apasionadamente, con la coherencia del que piensa y obra sin dobles lenguajes, del que se esfuerza por la arquitectura sin hacer de ella un medio para el lucro o la fama.

Si la dedicación a sus alumnos es el primer regalo que Javier Carvajal nos hizo, el segundo y no menor es su ejemplar obra. Basta contemplar cuánto podemos y debemos aprender de esa primera arquitectura de los años 50 que, empeñada en modernizar España, incorporó la arquitectura moderna al movimiento que con pintores, escultores, escritores o cineastas abrió el panorama de postguerra a la verdadera transformación moderna de España.

Contemplar la Escuela de Altos Estudios Mercantiles de Barcelona o el Panteón de los Españoles de Roma no es menos emocionante que descubrir la meditación sobre la arquitectura moderna que se contiene en la incorporación de valores tradicionales de nuestra arquitectura dentro del Pabellón de Nueva York o de sus casas de Somosaguas.

Y qué decir de la compleja fuerza expresiva y la exigente pulcritud constructiva que la caracterizan, y que han emocionado a arquitectos tan dispares como Peter Eisenmann o Tadao Ando, en obras madrileñas como la ya mencionada Torre de Valencia, o Montesquinza, o el Zoo, o la Adriática, o el Banco Industrial de León, o la casa Sobrino, cuya hermana en Ondarreta ha sido bárbaramente derruida como antes ocurrió con la tienda Loewe en Serrano. Unas obras que, por sí solas, merecerían presentarle como una de las más grandes figuras de la arquitectura. Entre otras distinciones, le valieron la Medalla de Oro en la XI Trienal de Milán (1957), el Premio de Arquitectura de la AIA en Nueva York (1964), el Premio Schumacher a la mejor arquitectura de Europa (1968), o la reciente -e inexplicablemente demorada- Medalla de Oro de la Arquitectura Española.

Con agradecimiento, admiración y respeto Javier Carvajal permanecerá en nuestra memoria como uno de las personas que nos enseño a amar, a disfrutar y a respetar el noble arte de la arquitectura. Hasta siempre, Maestro.