Ramiro Pellitero, Profesor de Teología
Cabeza, corazón y manos
En un discurso a los obispos de Portugal (7-IX-2015), el Papa Francisco ha reflexionado sobre los jóvenes, sus anhelos, sus experiencias, sus necesidades. Y también sobre el tipo de catequesis, o de educación en la fe, que se adecúa a estas necesidades.
"Pienso –ha señalado en esta ocasión– que en los textos preparados para los sucesivos años de catequesis, la figura y la vida de Jesús están bien presentes; quizá más difícil se ha hecho encontrarlo en el testimonio de vida del catequista y de la comunidad entera que lo envía y lo sostiene, fundada sobre las palabras de Jesús: ‘Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo' (Mt 28, 20)".
Y explica: "Que Él esté, no hay dudas; pero ¿dónde lo escondemos? Porque si la propuesta es Jesucristo crucificado y vivo en el catequista y en la comunidad, si Jesús se pone en camino con el joven y habla a su corazón, éste último con seguridad se inflama (cf. Lc 22, 15 y 32)".
Observa el Papa que, ciertamente, Jesús camina con los jóvenes en su proceso formativo. Pero hoy al catequista –al educador– y a la comunidad cristiana que lo apoya, se le pide que pase de un modelo meramente "escolarizado" –y por tanto con riesgos de excesos racionalistas– a un modelo catecumenal. Es decir, que no bastan los conocimientos que podrían quedarse en la teoría, sino que ha de procurarse también el encuentro personal con Jesucristo, que llama para que el ser humano responda (cf. Is 49, 1 y 5).
Por otra parte en una entrevista concedida a Radio Renascença (Portugal, 14-IX-2015), Francisco ha subrayado la necesidad de cuidar armónicamente los tres lenguajes o idiomas de la formación: cabeza, corazón, manos.
Para el caso concreto de los jóvenes, el Papa recomienda comenzar por el hacer: "Si usted a un joven le propone –y esto lo vemos en todas partes– hacer una caminata, un campamento o ir a misionar a otro lado, o a veces ir a un "cotolengo" a cuidar enfermos una semana o quince días, se entusiasma, porque quiere hacer algo por los demás. Está involucrado", es decir, entra, se compromete, no mira desde fuera.
"Pues –explica Francisco– es importante que la catequesis no sea puramente teórica. No sirve. La catequesis es darle doctrina para la vida y, por lo tanto, tiene que ser de tres lenguajes, con tres idiomas: el idioma de la cabeza, el idioma del corazón y el idioma de las manos. Y que la catequesis entre en esos tres idiomas".
Con otras palabras: "Que el joven piense y sepa cuál es la fe, pero que, a la vez, sienta con su corazón lo que es la fe. Y a la vez, haga cosas. Si la catequesis le falta una de las tres lenguas, de los tres idiomas, no va. Los tres lenguajes: pensar lo que se siente y lo que se hace, sentir lo que se piensa y lo que se hace, hacer lo que se siente y lo que se piensa".
Es necesario, por tanto, juntar las tres cosas: "las verdades que se deben creer, lo que se debe sentir y lo que se hace, lo que se debe hacer, todo junto".
Alguien podría decir que se trata de un consejo sencillo. Y entonces cabe replicar que lo es, pero no tan sencillo de llevar a la práctica, de realizar, que es lo que importa.
La tentación puede ser quedarse en una o dos de esas tres dimensiones. Algo que ha ocurrido mucho, lamentablemente, en la educación tanto religiosa como moral de buena parte del siglo XX.
Pero el Papa pone de relieve el enfoque integrador que está siendo redescubierto, tanto por los educadores como por los académicos, expertos e investigadores en educación.
Cabeza, corazón y manos. Francisco insiste en que hay que educar el conocimiento, pero también los afectos, y las tareas que hemos de realizar con espíritu de servicio. Pero lo hace destacando la integración y la interrelación entre las tres dimensiones de ese proceso. Una regla de oro para toda educación, incluida la universitaria, máxime si es de inspiración cristiana. Regla que se aplica muy especialmente para la educación de la fe, sea en su modalidad de catequesis o en su modalidad de enseñanza escolar o académica de la religión.